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‘Sirimiri’, entre ETA y la heroína

La novela de formación de Araceli Cobos narra la evolución de una joven en el País Vasco convulso de los ochenta y noventa sin soslayar el terrorismo

J. Ernesto Ayala-Dip
Retrato de la autora Araceli Cobos Reina. Cortesía de la editorial Milenio.
Retrato de la autora Araceli Cobos Reina. Cortesía de la editorial Milenio.

Recuerdo una novela de Günter Grass, El gato y el ratón, en la que sus protagonistas son unos niños. Me quedó siempre grabada la imagen de unos pequeños jugando sobre un tanque destruido. Todo pasa en Alemania en plena Segunda Guerra Mundial. La novela transcurre como si esa guerra no existiera. Grass, con gran arte, hace que la veamos en segundo plano, como si no existiera para esos niños. Me parece que algo parecido ocurre con Sirimiri, la primera novela de la escritora vasca Araceli Cobos.

La protagonista es una niña que vive en un barrio de un pueblo vizcaíno. El pueblo se llama El Valle y la gente que lo habita son trabajadores, gente sencilla con sus ilusiones inteligentemente gestionadas en el día a día, no buscar más allá de lo alcanzable. La protagonista se llama Ana. Ana tiene una amiga con la que avanza en su vida diaria en la familia, la escuela y los primeros escarceos sentimentales, dolorosamente platónicos y privados, incomunicables, como suelen ser (o solían ser) esos enamoramientos adolescentes. Ana tiene una amiga, Leire. (Esta amistad por un momento también me hizo pensar en una novela de Elena Ferrante, La amiga estupenda, donde la narradora cuenta su vida en un barrio de Nápoles, en estrecha relación vital con su amiga de toda la vida).

En Sirimiri la vida transcurre en dos planos. Uno en primera instancia, el esencialmente vital, emocional y familiar de Ana. Y en segundo plano: lo social, político, laboral junto al opresivo y asesino mandamiento de lo ideológico. ETA, el desmantelamiento de industrias en la región de Bizkaia, la droga como una forma de epidemia que se ceba en una juventud atrapada entre dos opciones: la locura asesina de ETA y el escapismo devastador de las drogas duras.

Araceli Cobos ha escrito una novela, en cierta manera, de formación, en la que no se soslaya en ese proceso de aprendizaje vital, la irracionalidad y la inclemente intolerancia política. Ana un día escucha a su padre decirle que las cosas no son tan fáciles de entender, que son más complejas. Ana le contesta que bien, pero que ella necesita expresar su rechazo a la violencia a su manera poco elaborada.

Sirimiri no es una novela sustancialmente de rechazo a la violencia, venga de donde venga. Sirimiri es una notable novela sobre la dificultad pero también la dicha intransferible de aprender a entender la vida como se nos aparece sin avisar.

Portada de ‘Sirimiri’, de Araceli Cobos.

Sirimiri

Araceli Cobos
Milenio, 2022
256 páginas. 19 euros

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