_
_
_
_
_

‘Piscinosofía’, agujeros llenos de agua como símbolo de la felicidad

En su nuevo libro, la periodista Anabel Vázquez parte de su relación apasionada con las piscinas para construir una semblanza que reúne anécdotas, historia y referencias culturales

Piscinosofia
Piscinas de marea de Leça da Palmeira, en Matosinhos (Portugal), diseñadas por Alvaro Siza.View Pictures / Universal Images / Getty

Este no es un ensayo sobre piscinas, aclara su autora, la periodista Anabel Vázquez, sino un libro sobre la relación sentimental de la autora con este “agujero en el suelo lleno de agua”, en sus propias palabras, al que llamamos piscina, pileta o alberca en español, según la variante dialectal que usemos. Piscinosofía cumple con lo que promete, pues da buena cuenta de la relación apasionada y gozosa de Vázquez con las piscinas. La autora ya había publicado en este mismo periódico algunas muestras de su erudición en torno a estos contenedores de agua clorada, y en este libro breve, pero hondo como una piscina olímpica, vuelve a evidenciarla.

¿Qué encontramos en un libro como este? Para empezar, jugosas anécdotas personales mediante las cuales Vázquez universaliza su interés por la historia y la dimensión cultural y socio­económica de las piscinas. De ahí que hagan su cameo algunas piscinas célebres, como la más antigua que se conoce, la de Mohenjo-Daro en Pakistán, que data aproximadamente del año 2600 antes de Cristo, aunque no difiera apenas de la idea actual que tenemos de estas construcciones. La autora le dedica también atención a la espectacular piscina que el arquitecto Álvaro Siza construyó en su pueblo natal, Matosinhos, en la costa atlántica portuguesa. La Piscina das Marés forma parte del conjunto de monumentos nacionales del país desde 2011 y, en palabras de Vázquez, que viajó hasta ella para conocerla, “forma parte de la categoría de oceánicas o rocosas, que son siempre piscinas con mucha chulería. Se atreven a competir con el mar y ofrecen algo que él no tiene: límites”.

La dimensión simbólica de lo que supone ser propietario de una piscina está presente en muchos de los 25 capítulos de Piscinosofía. Como epítome de la cultura del lujo se encuentran las del archimillonario William Randolph Hearst, a las que Vázquez dedica un capítulo en el que nos presenta a su artífice, la arquitecta Julia Morgan, nacida en 1872 y diseñadora de más de 20 piscinas a lo largo de su carrera.

La autora es consciente de que en un ensayo como el suyo necesita analizar referencias culturales fundamentales como la película El nadador, rodada en 1966 por Frank Perry y basada en el relato homónimo de John Cheever, en el que Ned Merrill, un hombre exitoso en horas bajas, recorre nadando su condado zambulléndose en piscinas de amigos y conocidos. Vázquez le saca punta también a su secuela: un reportaje de Carolyn Kormann, periodista de The New York Times, que en 2014 decidió cruzar Manhattan a nado en un solo día sumergiéndose únicamente en piscinas públicas.

David Hockney plasmó en cuadros tan célebres como ‘The Splash’ la fascinación que sentía hacia las piscinas, pues él venía de una Inglaterra donde zambullirse en prismas rectangulares de agua dulce no era una costumbre instaurada

En Piscinosofía los lectores aprendemos que hay zonas del mundo más piscinófilas que otras: una de las que se llevan la palma es California. Allí desarrolló parte de su carrera pictórica el pintor británico David Hockney, que plasmó en cuadros tan célebres como The Splash la fascinación que sentía hacia las piscinas privadas de sus habitantes, pues él venía de una Inglaterra donde zambullirse en prismas rectangulares de agua dulce no era una costumbre instaurada. Esa misma fascinación sentían sus compatriotas de Liverpool, The Beatles, que, en imágenes icónicas, aparecen retratados al borde de varias piscinas, o incluso en pleno baño, situación que inmortalizó el fotógrafo John Loengard para la revista Life y que la autora comenta al detalle.

Como las piscinas están estrechamente relacionadas con la natación, Vázquez también dedica algunas páginas a esta disciplina, tanto deportiva como artística, que fue institucionalizada más tarde de lo que pensábamos, en 1876, a cargo de Barthélémy Turquin, creador de su propia escuela de natación en Francia. El vínculo más claro con la dimensión natatoria de las piscinas es la actriz Esther Williams, a la que la autora dedica una afectuosa semblanza.

Independientemente de nuestro interés hacia las piscinas y todo lo que representan, Vázquez, gracias a su prosa cautivadora y a su curiosidad infinita, consigue que la sigamos sin titubear en su proceso de investigación y en sus hallazgos sobre estos apreciados agujeros de agua azulada donde todos hemos sido felices alguna vez.

Portada de ‘Piscinosofía’, de Anabel Vázquez.

Piscinosofía

Anabel Vázquez
Libros del K.O., 2023
176 páginas. 18,90 euros

Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_