Vanguardia y revolución: las dos vidas fotográficas de Tina Modotti
Una exposición en el Museo Cerralbo de Madrid resume la corta pero fundamental obra de la artista italiana, que se desarrolló en México
Todo en la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti (Udine, 1896-Ciudad de México, 1942) fue corto pero muy intenso. Murió a los 45 años, dejó en poco más de un lustro una obra fotográfica moderna, amistó con grandes artistas, fue actriz en Hollywood, revolucionaria en México, voluntaria en la Guerra Civil… una turbulenta existencia sacudida por varios episodios nunca aclarados, incluido su fallecimiento de un infarto en un taxi, según la versión oficial. Si hacemos caso a las cifras, de Modotti se conservan sólo unas 400 imágenes, muy poco, aunque de una calidad que la elevan entre los grandes nombres de la fotografía latinoamericana del siglo XX y con influencia en figuras posteriores. De su trayectoria se pueden ver 108 fotografías en el Museo Cerralbo, en Madrid, dentro de la programación de PHotoEspaña, hasta el 2 de octubre. De las exposiciones que se le han dedicado en España, esta es probablemente la que ha reunido mayor número de piezas.
La comisaria María de las Nieves Rodríguez, historiadora del arte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo en la presentación, el 14 de julio, que “hay que recuperar la memoria de Modotti porque estuvo a la sombra, es necesario para entender la fotografía documental de América Latina”. Ello a pesar de que su trabajo únicamente abarca de 1924 a 1931 y circunscrito a México. Precisamente, la UNAM atesora 100 de esos 400 negativos, “el resto se reparte entre colecciones privadas”, añadió. El comisario y coleccionista Reinhard Schultz lamentó que un número indeterminado de retratos a artistas muralistas mexicanos, “que Modotti entregó en su momento a un amigo, se vendieron en una subasta en Texas hace 10 años”. Schultz recordó la amistad de Modotti con la pareja Diego Rivera y Frida Kahlo, como refleja una imagen, de 1926, anónima, en la que Modotti pasa su brazo por los hombros de la pintora. “Se dijo que Frida sentía celos de Tina por la amistad de esta con Rivera, pero eso sucedió en realidad con la primera mujer de él”.
Sin embargo, Modotti rompió con ambos porque “seguían a Trotski”, el líder revolucionario que había huido de la Unión Soviética de Stalin para refugiarse en México, donde fue asesinado por el español Ramón Mercader en agosto de 1940. “¿Estuvo Tina involucrada en este crimen?”, se preguntó Schultz para aumentar las dudas en la vida de la fotógrafa.
Modotti solo pudo montar una exposición individual, en 1929 en México, añadió Rodríguez. Para la cita en el Cerralbo, que coincide con el 80º aniversario de su muerte, se han reunido instantáneas en las que puede comprobarse con claridad las dos diferentes etapas de su obra. Antes de 1927, cuando está forjando un lenguaje vanguardista, para el que se sirve de rosas, lirios, postes telefónicos o la arquitectura de los edificios… Y después de ese año, cuando plasmó en el papel su compromiso revolucionario, que acabó pesando más que su vocación como fotógrafa. “Pongo demasiado arte, demasiada energía en mi vida, y por eso no me queda mucho por darle al arte”, escribió.
En este segundo periodo dejó iconos como Mujer con bandera, Campesino leyendo el diario ‘El Machete’ o Sombrero, martillo y hoz. Tambien mostró a los campesinos mexicanos, niños, mujeres y hombres, con cariño y dignidad. El montaje del Cerralbo arrastra, sin embargo, el problema de la colocación de las cartelas en bloques, lo que dificulta al espectador reconocer cada fotografía, con la obligación de tener que retroceder y volver para saber qué está viendo.
Antes de su apasionante vida en México, Modotti había emigrado con solo 16 años de Udine, donde trabajaba en un miserable taller textil, a California, adonde había marchado su padre. Allí llamó la atención por su belleza y empezó a posar como modelo de artistas. Así conoció al pintor Rubaix de l’Abrie Richey, más conocido como Robo, con el que se casó en 1918. La pareja se fue a Los Ángeles, donde ella actuó en películas de Hollywood, como puede verse en algunas imágenes de la exposición. Robo se fue después a México, tampoco está claro por qué, pero allí quedó deslumbrado por la efervescencia de la vanguardia y el ambiente revolucionario. Sin embargo, murió poco después de viruela, en 1922.
Mientras, Tina había conocido al fotógrafo Edward Weston, amigo de su esposo. Modotti fue su modelo, amante y discípula. Los trámites burocráticos por el fallecimiento de Robo la llevaron a México, donde también quedó fascinada, y convenció a Weston para que la acompañara. Juntos desarrollaron lo que se denominó fotografía directa, en la que tomaban primeros planos de objetos o flores bajo una óptica que los convertía en formas sorprendentes. Un ejemplo es Flor de manita (1928).
En México Modotti transformó su fotografía y, de la mano, su mirada de la realidad como militante comunista. Sin embargo, la historia con Weston acabó y él volvió a EE UU, donde había dejado mujer e hijos. Ella se integró en el México artístico y politizado y colaboró para el diario obrero El Machete. Es la etapa en que mira a la naturaleza del país, a sus amigos y a los más humildes, con instantáneas como la célebre Mujer con jícara en la cabeza o el retrato colectivo de miembros de las Juventudes Comunistas de México.
Su nueva pareja, el líder revolucionario cubano Julio Antonio Mella, fue asesinado a tiros en 1929, a la salida de un mitin cuando iban juntos. La prensa incendió el asunto hablando de “un crimen pasional” que involucraba a Modotti. Fue declarada inocente, pero otro suceso, el complot para asesinar al recién electo presidente mexicano, Pascual Ortiz Rubio, en el que las autoridades quisieron incriminarla, propició su detención y finalmente su expulsión en 1930.
Tras varias escalas europeas, recaló en España al poco de empezar la Guerra Civil como miembro del Socorro Rojo Internacional. Otra muestra de su entrega por las causas en que creía. “Se hizo amiga de Pablo Neruda, Miguel Hernández y Rafael Alberti”, explicó la comisaria. Después volvería a México, donde murió de un paro cardiaco en el asiento de atrás de un taxi. Su último capítulo entre brumas. Como señaló una estudiosa de Modotti: “Su vida fue gran obra de arte”.
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