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Dagerman, pasión en tiempos de desesperanza

El autor sueco escribió un poderoso y emocionante relato de dolor y de amor, de añoranza de la madre y rechazo al padre, tras la II Guerra Mundial

Los escritores Stig Dagerman, Ingrid Arvidsson y Bengt Anderberg, en Vaxholm (Suecia).
Los escritores Stig Dagerman, Ingrid Arvidsson y Bengt Anderberg, en Vaxholm (Suecia).Album / TT News Agency

Stig Dagerman es uno de esos autores que, como Stephen Crane, tuvieron muy pocos años de actividad literaria; en su caso, apenas cuatro, a los que siguieron cinco en blanco antes de su suicidio a los 31 años. Había nacido en 1923, por lo que vivió en plena juventud el horror de la II Guerra Mundial y la devastación humana y emocional que siguió inmediatamente después. Su obra puede dividirse en dos partes: antes y después de la escritura de Otoño alemán, un reportaje encargado por la revista Expressen sobre el sufrimiento de la población alemana en la posguerra bajo toda clase de calamidades en un país destrozado, arruinado y humillado, una gente cuya suerte no interesaba a nadie. Sólo Roberto Rossellini además de Dagerman dieron cuenta de ella, el italiano en su admirable Germania, anno zero.

Debutó con La serpiente (Alfaguara, 1990) una novela cargada de simbolismo interiorizado, y no fue hasta la que comentamos hoy cuando amplió su horizonte personalista para integrar en el entorno social su ensimismamiento, consecuencia de una angustia personal inducida por la vivencia de la guerra. En esta segunda línea, Niño quemado —posiblemente su mejor obra— habla de ­Bengt, un joven introvertido, abrumado por la muerte de su madre, que vivirá una experiencia decisiva en contacto con su padre, su novia y la novia del padre, y se verá obligado a abrir los ojos a una realidad que se extiende más allá de sí mismo y su angustia exclusivamente personal.

Desde el comienzo, en el día del entierro de la madre, la fría relación de ademanes y gestos, la dedicación analítica a todo suceso o emoción, es una puesta en escena funeral. “Dura es la piedra de los escalones y terrible el sonoro taconeo de los zapatos y el frufrú de la ropa negra. Terrible es la nieve que cae afuera, pesada y silenciosa, enterrando a vivos y a muertos. Terrible también es la extensión de las escaleras. Caminan y caminan, pero jamás llegan abajo”. Toda la novela está sumida en una tristeza gélida que abarca la añoranza de su madre; el rechazo a Knut, el padre, al que culpabiliza de la muerte de la madre, y la desapasionada relación con Berit, su novia. Es una tristeza que sólo se quebrará cuando encuentre amor y abrigo en otro cuerpo humano, el de Gun, una mujer mayor que él y amante de su padre.

En este punto, su deseo de venganza adquiere un carácter simbólico y real: Gun acabará siendo tanto su amante como su nueva madre y es la relación entre ellos dos la que se impone en la novela, pero entonces el juego de relaciones entre los cuatro adquiere una gran riqueza y complejidad: Knut y Berit se congelan en sus maneras de ser y la pasión de Bengt y Gun se llena de vida. Con Gun, Bengt arrincona su dependencia de la madre muerta, del padre y de Berit, y se entrega a la que se convierte en amante y madre sustitutiva a la vez. Esta vuelta del revés de los sentimientos y emociones, descrita con un estilo de frío análisis que no esconde pasión, es una lección de penetración psicológica y lucidez que lleva la novela a lo más alto. Entre dos ideas que se suceden: “la vida es un suicido fallido” y “doblar una esquina es difícil cuando uno ama”, se desarrolla una novela magnífica, un poderoso y emocionante relato de dolor y de amor en tiempo de desesperanza que hace cumbre en los capítulos ‘Té para cuatro o para cinco’, ‘Huellas bajo el agua’ y ‘Encuentro al atardecer’.

portada 'Niño quemado', STIG DAGERMAN. EDITORIAL NÓRDICA LIBROS

Niño quemado

Autor: Stig Dagerman.


Traducción: Neila García Salgado.


Editorial: Nórdica, 2021.


Formato: tapa blanda (292 páginas, 22,50 euros).


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