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Donna Ferrato, un asalto al corazón de la mujer

‘Holy’, el último libro de la fotógrafa y activista estadounidense, resume una trayectoria de cinco décadas durante la cual ha utilizado la cámara como un arma en defensa de la igualdad de género

Amy Shapiro durante la performance 'Facing Fear'. Una visión del los ataques a la libertad llevados a cabo en Estados Unidos después del 11S, así como en los derechos de la mujer. Tribeca. Nueva York, 2001.
Amy Shapiro durante la performance 'Facing Fear'. Una visión del los ataques a la libertad llevados a cabo en Estados Unidos después del 11S, así como en los derechos de la mujer. Tribeca. Nueva York, 2001.Donna Ferrato (powerHouse Books)

“Soy una mujer con una cámara. Elijo por dónde camino. Escojo con quién. Soy la creadora de mis fotografías. Ese es mi credo”. Así se presenta Donna Ferrato (Waltham, Massachusetts, Estados Unidos, 1949), que a lo largo de cinco décadas ha utilizado su cámara como un arma en defensa de la igualdad de género. Su trayectoria queda resumida en Holy, una cruzada de 176 páginas salpicadas de rojo que no deja indiferente al espectador. Poderosas imágenes en blanco y negro donde resuena la rabia y el dolor pero también la empatía y el placer, acompañadas por notas escritas a mano. Un asalto al corazón de la mujer.

El monográfico, publicado por powerHouse Books, surgió como una reacción al mandato de Donald Trump. “Me he sentido muy consternada por su actitud tan denigrante hacia las mujeres”, explica la autora a través de una conversación telefónica. “Necesitaba publicar el libro como una declaración en su contra, ganase o no las elecciones. Dejar claro que estábamos retrocediendo, adentrándonos en la oscuridad. Con Trump la mayoría de las valientes mujeres que aparecen en el monográfico no tendrían cabida”.

“Las mujeres son sagradas”, asegura Ferrato. “Sin embargo, la mentalidad patriarcal queda ya manifiesta en el dogma cristiano de la Sagrada Trinidad. ¿Cómo pudieron excluir a la madre de Dios?”. De ahí que el libro haya quedado estructurado en tres capítulos; Madre, Hija y El otro. “Este último representa a la enorme contribución de aquellos hombres que no dañan a las mujeres”, apunta la autora. Un autorretrato abre la secuencia de imágenes. La autora aparece desnuda, su rostro cubierto por un círculo de luz. “Estaba embarazada de mi hija. Llevaba dentro de mí una nueva vida y me sentía más poderosa que nunca”, recuerda. “El libro trata de mí misma, de cómo me siento siendo mujer. También trata de mujeres cercanas a mí, por diversos motivos, a lo largo de mi trayectoria artística. Mujeres que me han desvelado su vida, su amor y su lucha. En 1982 retraté a una mujer justo en el momento en que su marido la propinaba una bofetada en la cara [Elisabeth and Beng Holmgren destacada por la revista Time en 2016 como una de las 100 imágenes más influyentes de la historia]. Fue un momento terrible, pero creo que fue también un momento de reconocimiento para ella; él nunca iba a cambiar. Este libro debe funcionar como un silbato que haga despertar a las mujeres de distintas maneras”.

Su trayectoria comenzó en 1979, el día en que no dudo en insistir al director de la revista People que la contratase. “Hay cosas que yo puedo mostrar, circunstancias que nunca hasta ahora un hombre ha sido capaz de enseñar”, le dijo. “Entonces ya era un espíritu libre, algo que nunca he dejado de ser”, apostilla. Más tarde llegaría un momento crucial en su vida, en el que fue consciente de la necesidad de utilizar su cámara para dar voz a las mujeres. Ocurrió a mediados de los ochenta, cuando por un encargo tuvo que ir a fotografiar a Margaret Atwood, la autora de El cuento de la criada, una distopía feminista sobre una sociedad represiva y puritana donde la mujer queda despojada de todo derecho. “América atravesaba tiempos muy convulsos, y me di cuenta de que debía convertirme en un soldado del ejército de la escritora canadiense”.

La primera portada dedicada a una mujer víctima de violencia de género y publicada en Estados Unidos la firmó Ferrato. Lo hizo en 1986 para The Philadelphia Inquirer. Su compromiso con la causa ha sido tan inquebrantable como expresa su apellido. Tras documentar durante diez años un espectro que cubre de las fases por las que atraviesan las mujeres víctimas de abuso —de su paso por la oscuridad a la luz—, se involucró de forma activa, recaudando dinero para las asociaciones y los refugios de mujeres. “Me di cuenta del poder que tenía la fotografía y de su utilidad para los activistas”, destaca la fotógrafa. Su libro Living with the Enemy serviría para ejercer presión en el Congreso y aprobar la Ley de Violencia contra la Mujer, cuyo autor fue el entonces senador Joe Biden.

Nunca se ha sentido limitada como mujer fotógrafa. “Al contrario, las mujeres tenemos un don que solo tienen unos pocos hombres: somos muy buenas a la hora de penetrar muros, de entrar por la puerta principal sin que nadie nos pare y adentrarnos en la intimidad”, destaca. “Mi fotografía es muy compasiva, pero también está llena de rabia. Representa lo que siento. Cosas que la mayoría de las mujeres sentimos de forma continuada. A veces miedo, otras alegría. Es una fotografía muy femenina, fortalecida por la presencia de las mujeres en ella. Es muy directa. En cierto sentido mis imágenes son un puñetazo en la cara. Están diciendo: ‘no me menosprecies”.

El dolor y el placer se dan cita en el libro de forma muy explicita. Reúne las imágenes dedicadas a la denuncia de la violencia de género con aquellas que documentan el erotismo femenino. “Mediante esta combinación alcanzamos a ver el espectro de lo que significa ser una mujer en su totalidad”, escribe Kathleen Holden. “Mi mayor reto como fotógrafa ha sido plantearme mostrar lo sagrado. Se manifiesta, de distintas formas, en estos dos temas. A la gente le gusta ver fotos de mujeres, pero cuando muestras a una mujer llegando al orgasmo esto les pone nerviosos. Quizás se deba a que el sexo es algo que en realidad nos produce miedo a todos”.

“La documentación es sagrada”, dice esta artista distinguida con el premio Robert F. Kennedy de Fotografía Humanística así como el Premio PhotoEspaña 2019, entre otros muchos galardones. “La fotografía es evidencia, es capaz de retener todo aquello que va a desaparecer en un instante”, señala. Como lo hace una de sus imágenes más conocidas, en la que Diamond, un niño de Minneapolis, chilla a su padre delante de los policías: “Te odio por pegar a mi madre. No vuelvas a esta casa”.

Portada de 'Holy', de Donna Ferrato.
Portada de 'Holy', de Donna Ferrato.powerHouse Books

El feminismo es “dinamismo”, para Ferrato. “Un estruendo en el estómago que te dice basta ya.” Para expresarlo se remonta a la cita de la abolicionista Sujourner Truth, quien en 1851 dijo: “He oído la Biblia y he aprendido que Eva hizo pecar al hombre. Bueno, si una mujer trastorna al mundo, dadle la oportunidad de volver a ponerlo en su sitio”. “El feminismo siempre ha estado fracturado en distintos grupos, pero creo que ahora más que nunca”, destaca. “No todas las mujeres son feministas. No lo son aquellas en contra del derecho de la mujer a decidir si está preparada para tener un hijo. Las mujeres tenemos sueños, resolución, voz, somos poderosas y queremos organizarnos porque merecemos respeto. No entiendo por qué alguien se puede oponer a ello. Creo que es una cuestión de inseguridad, al fin y al cabo de perdida de control y poder”.

Pero la fotografía no es suficiente por sí sola para la artista. “Debe ir acompañada de la acción. Podría correr el riego de convertirse en algo cool, debido a sus cualidades estéticas. Creo que la escena de la fotografía ha estado atravesando un periodo mediocre, romo, del que está resurgiendo con ímpetu. Son muchas las imágenes en las que no logró averiguar cuáles son los sentimientos del fotógrafo, quién es él. Imágenes que realmente no me dicen nada ni del pensamiento ni del corazón del autor. Lo que cuenta es el sentimiento que está detrás de la fotografía”.

Holy. Donna Ferrato. powerHouse Books. 176 páginas. 41,20 euros.

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