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CINE

El cine de autor es la nueva pasarela

La colaboración entre Gus Van Sant y Alessandro Michele, que han codirigido una serie en la que presentan la nueva colección de Gucci, amplifica la colonización de las marcas de lujo sobre el sector cultural

Una imagen del rodaje de 'Ouverture of Something That Never Ended', con la protagonista Silvia Calderoni y, a la derecha, el director Gus Van Sant. En el vídeo, el tráiler de la serie.
Elsa Fernández-Santos

En el primer episodio de Ouverture of Something that Never Ended la bailarina, actriz y DJ italiana Silvia Calderoni se despereza como un gato en su apartamento romano mientras suena un tema de Kim Gordon y en la sala-comedor el televisor emite una charla del pensador español Paul B. Preciado. Apenas 20 minutos en los que el delgado cuerpo de Calderoni se funde con los colores pastel desgastados de una casa que podría ser un after: las guitarras eléctricas acompasan un discurso dedicado al fin de “la lógica colonial y patriarcal” sobre los cuerpos. “¿Sabes de qué hablo Silvia? ¿Sabes de qué va esta revolución?”, le pregunta Preciado a la protagonista desde el televisor, antes de explicar su propio proceso de “disidencia sexo-género” y de responderse a sí mismo: “Esto va de amor, de cambiar el deseo, Silvia, y lo sabes. Es la revolución del amor… Es lo que yo llamo el despertar de los monstruos. Los monstruos toman la palabra”.

Esta miniserie, firmada por el cineasta estadounidense Gus Van Sant y el director creativo de Gucci, Alessandro Michele, se mueve entre presencias y voces algo inquietantes, un experimento dividido en siete capítulos que hasta el domingo 22 se emiten en el GucciFest, nuevo festival online que, ante la suspensión temporal de las tradicionales fashion weeks, le sirve a la firma italiana para presentar su última colección. Además, en esta plataforma se estrenarán cada día las piezas de 14 nuevos diseñadores de moda. Una serie de videos colaterales que servirán para conocer proyectos llegados del Reino Unido, China, Portugal, Suecia, Italia, Francia o Estados Unidos. Así, en Joy, el director Samona Olanipekun concentra en apenas cinco minutos imágenes tan documentales como oníricas sobre la relación con el carnaval de inmigrantes africanos en Reino Unido para presentar el trabajo de la firma Ahluwalia o Charlie Engman se vale de técnicas de 3D y de la estética del videojuego para su pieza Collina Land, sobre los modelos de Hillary Taymour.

En el vídeo, Paul B. Preciado en 'Ouverture of Something That Never Ended'.

Pero el eje del festival es el fashion film por capítulos que han orquestado Van Sant y Michele. Una serie que pretende integrar “la poesía” del director de Elephant al concepto de “liberación de la moda” que defiende el diseñador de Gucci. En una rueda de prensa con ambos realizada vía Zoom el pasado viernes, Michele ligaba su pasión por el cine de Gus Van Sant a una película tan generacional como Mi Idaho privado, cuyo estreno fue hace ahora justo 30 años y que, pese a transcurrir en su mayor parte en Portland, se rodó parcialmente en Roma, concretamente en la Piazza del Popolo y en una vía cercana al Coliseo, donde el estremecedor personaje al que daba vida River Phoenix se prostituía. “Fue una película liberadora para mí, me enseñó quién era yo”, confesaba el viernes Michele.

Gus Van Sant: “Cuando rodé Elephant la ropa que llevaban los chicos era suya. Ellos la traían y yo elegía entre sus prendas. Aquí, en lugar de los chicos, era Alessandro quien traía la ropa”

Sin embargo, al preguntarle a Gus Van Sant por Ouverture of Something that Never Ended, que se puede traducir como “una obertura de algo que nunca acabó”, sus referencias son otras y, pese a que el proyecto le ha permitido volver a rodar en Roma, este filme o serie es mucho más deudor de la que quizá es su trilogía más abstracta y que inició en 2002 con Gerry, cuyos largos planos secuencia sin aparente sentido obligaban al espectador a nadar en solitario. Siguió un año después con la impresionante Elephant, que le valió la Palma de Oro de Cannes en 2003 por indagar en la sinrazón de la matanza adolescente de Columbine y, por último, Last Days, inspirada en los últimos días de vida del líder de Nirvana, Kurt Cobain. “La película que había escrito Alessandro tenía que ver con ese tipo de historias en las que yo me siento muy cómodo, historias que no se planifican, que ocurren y no pueden contarse. Recuerdo que cuando rodé Elephant la ropa que llevaban los chicos era suya. Ellos la traían y yo elegía entre sus prendas. Aquí, en lugar de los chicos, era Alessandro quien traía la ropa”.

Nuevas narrativas

Rodada en un mes y en plena pandemia, la serie de Gucci pretende indagar en un nuevo tipo de narrativa al margen de la pasarela, “un nuevo aprendizaje”, en palabras de Michele, a través del cine y su captura del tiempo. “Quiero que la ropa se libere, que salga fuera de los armarios y de los percheros de las tiendas”, afirma el director creativo de Gucci, para quien los fashion films son un estimulante terreno para explorar dos lenguajes que por otro lado siempre han estado conectados. Michele recordó que su madre trabaja en el mundo del cine y cómo él de niño en lugar de dibujos animados veía películas: “Crecí con la tradición de Hollywood y del neorrealismo. Recuerdo ver más de 20 veces a Anna Magnani en La Rosa Tatuada… Yo siempre quise ser diseñador de vestuario, no diseñador de moda. Acabé en la moda de casualidad”.

Mirones confesos, Van Sant y Michele siguen en su película los pasos de su personaje central a lo largo de una jornada en la que se irá cruzando en un café, una oficina de correos, un anticuario o un teatro con una serie de personajes y amigos. Algunos son habituales de la casa, como Billie Eilish, Harry Styles o Florence Welch; junto a otros que convocan ideas por explorar, como el citado Paul B. Preciado, el cantante y actor chino Lu Han, la artista Ariana Papademetropoulos o la coreógrafa alemana Sasha Waltz.

Alessandro Michele y Gus Van Sant, durante el rodaje.
Alessandro Michele y Gus Van Sant, durante el rodaje.

Van Sant aseguró el viernes que, aunque la pandemia apenas ha cambiado sus hábitos de vida —"algo que habla muy bien de la que vida que llevas, Gus", le celebró el director creativo de Gucci—, le preocupan las impredecibles consecuencias de esta crisis en el cine. Por eso, rodar esta película en estas circunstancias ha sido para él una experiencia “liberadora”. Sumida en su propia mutación, la moda también busca complicidades en una realidad bicéfala donde lo virtual exige una imaginación renovada. Desde que en el Festival de Cannes de 2012 se estrenó casi por sorpresa A Therapy, un cortometraje para Prada que su director, Roman Polanski, tachó de “antianuncio”, los fashion films entraron en una ambiciosa carrera de autor que ahora llega a su máxima expresión con una fórmula tan audaz como sugerente.

Martin Scorsese dirigió las campañas de Bleu de Chanel, David Lynch fue fichado por Dior y Sofia Coppola se encargó de promocionar la colaboración entre Marni y H&M. En este caso, la marca italiana va mucho más allá. Libre de trama y argumento, sin perchas ni para la ropa ni para lo que va sucediendo en la pantalla, con un raro misterio, en Ouverture of Something that Never Ended solo ocurren pequeños sucesos, “accidentes que rompen la naturaleza lineal y progresiva del tiempo”, dice Alessandro Michele. Con la ambigüedad y la extrañeza reinando en cada plano, siempre de la mano de la singular Silvia Calderoni y sus invitados, la película —o serie— aspira a trasladar la poética de uno de los grandes cineastas contemporáneos a una nueva manera de evocar la cada vez más problemática vida de la ropa.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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