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La investigación del 11-M

Bombas que se montan en tres horas con un curso

El trabajo de los Tedax contribuyó a esclarecer qué explosivos se usaron

Jorge A. Rodríguez

Los artificieros saben que su trabajo consiste en jugarse la vida. Lo que no sabían es que, si lo hacían bien y salvaban su vida y muchas ajenas, lo que podían jugarse era su carrera profesional. La investigación de los atentados del 11-M ha revelado como los Tedax del Cuerpo Nacional de Policía no hicieron nada que no hubiesen hecho en centenares de atentados de ETA, en los que su trabajo sirvió a quienes ahora les acusan de todo para pedir condenas milenarias para etarras. La actuación de los artificieros no sólo evitó más muertes, sino que ayudó a aclarar, en horas y días, parte de la gestación del 11-M. Pero los conspiranóicos les han llamado inútiles, mentirosos, falsarios... El ya ex jefe del Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, se las ha llevado todas en el mismo carrillo.

La procedencia de los detonadores fue la que llevó a la mina Conchita
Los artificieros no hallaron ningún vínculo entre ETA y los atentados

En decenas de atentados de ETA, los Tedax decían que sólo podían determinar que lo que había explotado era dinamita, sin marca. Pero como ETA había robado Titadine, pues punto final. Todos los peritos del 11-M coinciden que en los trenes estalló dinamita pero que no se le puede poner marca. Como hay Goma 2 ECO por todas partes, y también Goma 2 EC, el tráfico de esa dinamita entre la trama asturiana y los islamistas ha quedado acreditado (sentencia firme sobre el Gitanillo): los terroristas se suicidaron con ese explosivo e intentaron otro atentado contra el AVE. Ni punto final ni nada: tiene que ser Titadine.

La Unidad Central de Desactivación de Explosivos determinó, en apenas dos horas, de dónde podían proceder los detonadores y el resto de dinamita hallados el mismo 11 de marzo en la famosa Renault Kangoo. Lo supieron gracias a la presencia de técnicos de Maxam. Lo que les dijeron es que cinco de los detonadores de cobre de los siete que había en la furgoneta los distribuían en zonas mineras de Asturias, León y Palencia. El tomo 223 del sumario avala que los técnicos de la empresa fabricante de ese material estaban en la central policial de Canillas.

La procedencia de los detonadores, que no del resto de dinamita, fue la que llevó a mina Conchita. Nada fácil, porque se fabrican 748 tipos distintos de detonadores de aluminio y otros 104 de los de cobre. Sánchez Manzano, junto a un amigo personal de Maxam, fue analizando los detonadores, al que se añadió el de la mochila de Vallecas. El día 15, Sánchez Manzano escribe que se ha podido determinar, "con un alto porcentaje de acierto", que los detonadores "proceden de las canteras Caolines de Merillés", de una partida servida en febrero, y que esa empresa minera "consume unas dos toneladas de Goma 2 ECO al mes de la envasada en cartuchos del calibre 26, el mismo calibre que el resto recogido en el coche Renault Kangoo". La investigación vuela a Asturias.

Lo siguiente fue determinar qué empresas habían recibido Goma 2 ECO como la del resto de cartucho. Lo que supieron el 26 de marzo fue toda la dinamita con envoltorio oscuro del calibre 26 que había sido distribuida en España entre agosto de 2003 y febrero de 2004. Mina Conchita había recibido 1.200 kilos entre el 1 de diciembre y el 26 de febrero y mina Arbolas, 750 en febrero. Los Tedax habían determinado que la dinamita de la mochila de Vallecas no superaba los cuatro meses de antigüedad.

La explosión de Leganés, donde se suicidaron siete terroristas, aportó más datos a los artificieros. Allí había detonadores coincidentes con los de la Kangoo, el atentado frustrado al AVE y la mochila de Vallecas. Y muchos de ellos sólo habían ido a una empresa: Caolines de Merillés. La dinamita de Leganés también la había recibido esa explotación en febrero de 2004. Los artificieros eran entonces recibidos en audiencia, junto a dirigentes del PP, por el Rey.

Un dato que ha hecho que les caiga la tunda de los conspiranoicos fue la nota informativa de las 9 de la mañana del 12 de marzo sobre la mochila de Vallecas. Tras comparar sus elementos con lo hallado en la Kangoo, se subraya la no correspondencia entre el 11-M y el modus operandi de ETA. El 19 de abril, otra nota establecía las coincidencias entre todos los elementos explosivos hallados en la investigación de los atentados. Pero sobre lo que había explotado, sobre el explosivo que no podían analizar, no dijeron nada. Sólo se puede saber la marca del explosivo intacto. Por su experiencia, la bomba de la mochila y las que intentaron desactivar y estallaron coincidían. Las bombas eran similares, dijeron.

En el juicio les preguntaron por qué no reventaron otros vagones "de idénticas características" con explosivos variados para determinar qué había estallado. Lo que contestaron por escrito fue: "En ningún caso se iban a dar las mismas circunstancias".

Eso mismo les planteó el juez Juan del Olmo el 16 de marzo de 2005. Los Tedax contestaron: "Los resultados obtenidos en una reproducción o simulación, no aportarían datos objetivos que permitan contestar con la adecuada precisión a las cuestiones planteadas, puesto que los efectos de una explosión dependen de diferentes factores como la compactación, confinamiento del explosivo (...) Cuando los artefactos explosionan, cada uno de los trenes se encontraba situado en lugares con entorno de diferente configuración arquitectónica. Además, en el interior se encontraban numerosas personas".

Los artificieros se empeñaron en encontrar algo que vinculara a ETA con los atentados. Más que nada porque se lo pedían. Sólo vieron similitudes "poco significativas" con algunos atentados de Oriente Medio, pero de ETA no hallaron parecido alguno. La prensa afín a la conspiración sostuvo que ninguno de los terroristas muertos o detenidos tenía capacidad para hacer bombas como ésas. Los Tedax no están en absoluto de acuerdo. Según su experiencia, cualquiera, con explicaciones prácticas, aprende en dos o tres horas a elaborar y montar las bombas, definidas en el juicio como "sencillas pero ingeniosas". Es la media de los cursillos que hacen los etarras, que tampoco son unas lumbreras.

La mochila y el teléfono localizados en la comisaría de Vallecas.
La mochila y el teléfono localizados en la comisaría de Vallecas.REUTERS

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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