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Martin von Hildebrand: “Parar la deforestación en la Amazonia depende mucho de la seguridad”

El jefe de la OTCA, el tratado de cooperación de los países amazónicos, habla en el marco de la COP30 de Belém sobre el amenazado bioma, sus gentes y retos

Naiara Galarraga Gortázar

Medio siglo ha transcurrido desde aquel primer viaje a la Amazonia que cambió para siempre la vida de Martin von Hildebrand (Nueva York, 1946). El antropólogo colombiano, que desde 1971 dedica su vida a defender los derechos territoriales de los indígenas -contribuyó a conseguir la protección legal de 260.000 kilómetros cuadrados- y preservar la mayor selva tropical del mundo, es desde hace un año el secretario general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), que integran los Gobiernos de los ocho países que comparten el amenazado bioma. En esta entrevista realizada en Belém (Brasil), en el marco de la COP30, aborda las riquezas y retos de la Amazonia.

Pregunta. La Amazonia es casi tan grande como Australia. ¿Cómo explica a quien nunca la ha pisado lo diversa que es?

Respuesta. Es pura diversidad. Y los seres humanos que viven aquí imitaron ese mundo, algo difícil de entender para nosotros, que somos monocultivo, una religión, una cultura, un idioma.… Para ellos, la diversidad está en la manera de cultivar la tierra, en la comida, en las relaciones matrimoniales. Es una fortaleza porque permite ser creativo, innovador.

P. ¿Cuál es el significado político de celebrar la COP30 en la Amazonia, de que vengan los políticos y técnicos que definen la política ambiental global?

R. Es muy importante que tomen conciencia. El bioma amazónico es absolutamente esencial para el planeta. Una hectárea de selva produce, evapora y transpira siete veces más que una hectárea del mar. Sube al cielo 22.000 millones de toneladas diarias que vuelven a través de los ríos voladores, que van de los Andes al río de la Plata. Y de ahí viven la agricultura, las ciudades. Nuestro problema no es falta de información, ni de plata. El gran problema es tener buenos proyectos para alcanzar soluciones que se complementen unas con otras: la seguridad, la deforestación, las alternativas económicas…

P. Y para los amazónicos, ¿qué significa la cumbre?

R. Los veo orgullosos. Sienten que el mundo, que los tenía un poquito olvidados, los mira. Es su oportunidad de ganar más espacios políticos y más respuestas de los Gobiernos, de las organizaciones sociales, de las empresas, a sus necesidades y derechos.

P. Uno de los retos para mantener la selva en pie es que los negocios lícitos resultan más lucrativos que los ilícitos (minería furtiva, caza, pesca y tala ilegal…). ¿Cuál es el camino para revertirlo?

R. Pregunta difícil. Controlar lo ilícito no es únicamente policía, militares; es justicia, gobernanza local. No es basta hacer algo que pague más que la cocaína o el oro. El ciudadano normal no busca fortuna, sino alternativas, lo básico, unos ingresos, educación, salud. Tener las necesidades básicas cubiertas funciona, pero no ha habido alternativas.

P. ¿Porque es complejo o porque no se han buscado?

R. La visión de la Amazonia se moldea desde fuera, en torno a la explotación económica. No se ha escuchado a los locales. Si queremos soluciones, tenemos que entender cómo viven y las soluciones tienen que partir de una visión conjunta. No basta repartir los beneficios, deben sentarse a la mesa donde se decide. La gente de la Amazonia tiene conocimiento sobre cómo manejar la selva, propuestas, pero hay que escucharla. Tenemos la costumbre de creer que el indígena o el pobre no saben. Y resulta que sabe mucho más que nosotros porque está ahí. También hay que contar con ellos para abordar lo ilícito. Y tener en cuenta que es parte de una dinámica internacional.

P. Incluso los políticos admiten que la cooperación internacional entre las bandas del crimen organizado es más fluida que entre los Gobiernos de la región.

R. ¿Dónde se compra la droga? En los países que tienen plata, en el norte. ¿Y el oro quién lo compra? ¿De dónde vienen los químicos para la minería? Si no entendemos esa relación entre las partes y alcanzamos un compromiso conjunto, no va a funcionar. Lo mismo para el clima, para todo.

P. ¿Cuál es el desafío más urgente e la Amazonia?

R. La seguridad. Porque se ha infiltrado por toda la región y es muy difícil entrar con soluciones ambientales, nuevas economías, programas de salud…

P. ¿Se refiere al crimen organizado? Por ejemplo, el Comando Vermelho, objetivo de la operación que acabó con 121 muertos en Río de Janeiro, controla la ruta del Río Amazonas.

R. Muchas veces se ataca a gente que trabaja para el crimen, no a los jefes. Y la información existe. Como suelen decir, a la culebra la matas por la cabeza. Y el otro gran problema, evidentemente, es el punto de no retorno, la sabanización.

P. Explique qué significa.

R. En la Amazonia, debajo de la copa de los árboles, generalmente tenemos unos 27 grados de temperatura. Caen unos 2.500 milímetros de lluvia al año, y los veranos, es decir, la época sin lluvia, dura de 2 a 3 semanas. En la Amazonia estamos viviendo a 30 grados, disminuye la lluvia y el verano se prolonga a uno, dos meses. Controlarlo no es fácil, pero todos los países están comprometidos a parar la deforestación. Pero depende mucho de la seguridad. Brasil ha avanzado mucho. Colombia ha hecho esfuerzos.

P. Bolivia tiene unas enormes calvas en la Amazonia.

R. Sí, hay un compromiso verbal y. Y también es fundamental restaurar la vegetación en los lugares que fortalecen su funcionamiento.

P. La sabanización significa que la Amazonia dejaría de absorber carbono para emitirlo, lo que era solución se convierte en problema.

R. Y también deja de producir el agua y eso es un problema serio. Y al perder la biodiversidad ya no tiene la resiliencia, es decir, ya no se recupera como antes. Pero, aunque lo hiciéramos divinamente, no vamos a salvar la selva si sigue el calentamiento global. Aquí aportamos el 1,4% de las emisiones. No se trata de señalar a uno u otro. Si no lo hacemos entre todos, no vamos a salir adelante.

P. Y ahora que EEUU ha salido del Acuerdo de París, ¿qué perspectivas tiene la negociación climática?

R. Necesitamos el compromiso fuerte de los países europeos, de China.

P. Tras más de medio siglo dedicado a la Amazonia, ¿se siente más optimista o pesimista?

R. No soy optimista ni pesimista. Yo sé que hay que dar la pelea, gane o pierda porque el problema existe y hay que tratar de resolverlo. Esa ha sido mi vida y no me ha ido mal. Ahora, este es un problema muy grande, pero uno tiene esperanza. Ojalá tomemos conciencia, como los indígenas, que conviven con la naturaleza como si fuera un familiar, con una relación de cuidado, de reciprocidad.

P. ¿Qué tal colaboran los países amazónicos?

P. Tienen voluntad, colaboran, pero son unos pasos relativamente recientes, estamos en transición. Y varía de un país a otro. Tenemos programas conjuntos de manejo del agua, del fuego, comisiones especiales de seguridad, de clima y medio ambiente, de salud. Toma tiempo, pero hay un compromiso, también financiero.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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