Muere a los 84 años el cineasta brasileño Cacá Diegues, gran exponente del Cinema Novo
El director de películas como ‘Bye Bye Brasil’ y ‘Deus é brasileiro’ formó parte del movimiento que renovó el cine del país latinoamericano
![Carlos Diegues](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3O7IS6ZR7JE77DHAY77NOZQXSY.jpg?auth=765b479a70bba09628423f904a9e3c36f001ed740c04fea9eb6631cf5b9e0669&width=414)
El cineasta brasileño Carlos Diegues, más conocido como Cacá, murió la madrugada del viernes en Río de Janeiro a los 84 años. El artista estaba hospitalizado para someterse a una cirugía pero falleció antes de entrar en quirófano al sufrir “complicaciones cardiocirculatorias”, según el diario O Globo. Su trayectoria estuvo marcada por el compromiso con las causas sociales, y fue uno de los primeros y principales exponentes del Cinema Novo, el movimiento que entre los años sesenta y setenta renovó las historias y la manera de contarlas en la gran pantalla.
Nació en Maceió (noreste de Brasil), pero de pequeño se mudó con su familia a Río, donde dio sus primeros pasos en el cine. Con el Centro Popular de Cultura, un movimiento de intelectuales de izquierda que poco después sería extinto por la dictadura militar, se convirtió en uno de los directores de Cinco vezes favela (1961), un retrato sobre el sufrido día a día de las barriadas brasileñas. Su primer largometraje en solitario vio la luz apenas dos años después: Ganga Zumba, la historia sobre uno de los líderes del movimiento de esclavizados por la libertad. Fue la primera película de Brasil con protagonistas negros (Antonio Pitanga y Léa Garcia).
Tras el golpe militar de 1964, Diegues intentaba hacer malabarismos con metáforas que, a pesar de todo, muchas veces no conseguían sortear la censura. En 1969, aprovechando su paso por el Festival de Venecia, se instaló en París y pasó dos años viviendo en la capital francesa junto a su esposa de entonces, la cantante Nara Leão, otro de los grandes nombres de la cultura brasileña.
De regreso a Brasil, ya a mediados de los setenta, Diegues lanzó sus películas más populares: en Xica da Silva regresaba al tema de la esclavitud, y con Zezé Motta como protagonista atrajo a los cines a más de tres millones de espectadores. Otra de las grandes damas del cine con las que trabajó fue Sonia Braga, que encarnó a Tieta en la adaptación de la novela homónima de Jorge Amado. Diegues siempre se rodeó de los mejores, y en las bandas sonoras de sus películas aparecen pesos pesados de la música brasileña, como Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso.
Otro de sus clásicos es Bye Bye Brasil, una alocada comedia sobre la turné de una precaria compañía de teatro por el Brasil profundo que se convirtió en uno de sus filmes más recordados. En su trayectoria no faltan idas y vueltas sobre su propio trabajo. En 2003 cosechó uno de sus mayores éxitos con Deus é brasileiro (Dios es brasileño) y actualmente, después de pasar mucho tiempo negándose, estaba trabajando en la segunda parte: Deus ainda é brasileiro (Dios aún es brasileño). La secuela se rodó hace dos años con sus mismos protagonistas, Antonio Fagundes y Wagner Moura, pero tuvo algunos problemas de financiación que retrasaron su llegada a las salas. Ahora se espera que su película póstuma pueda estrenarse a finales de este año.
Hace 15 años, Diegues también volvió sobre su primer trabajo, el filme coral sobre la vida en las favelas. Esta vez, ya atento a los nuevos tiempos que exigían más representatividad, en lugar de ponerse detrás de la cámara ejerció de productor, para que un grupo de desconocidos jóvenes cineastas de las favelas retrataran por sí mismos su realidad. El resultado es 5x veces favela, agora por nós mesmos. (5x veces favela, ahora por nosotros mismos).
Diegues era miembro de la Academia Brasileña de Letras, donde este sábado será velado antes de ser incinerado, y sus películas fueron escogidas en siete ocasiones para representar a Brasil en los Oscar. En su última columna en el diario O Globo, la semana pasada, desvelaba su quiniela para los mayores galardones del cine mundial de este año y confesaba que, “por motivos obvios”, la noche del 2 de marzo pensaba dejar el carnaval de lado para concentrarse en la gala en que la película Ainda estou aquí (Aún estoy aquí), el último fenómeno del cine brasileño, puede llevarse tres estatuillas. Terminaba con un mensaje melancólico y esperanzador a la vez: “Ya he perdido la ilusión de que el cine podía cambiar el mundo. Pero las películas pueden hacer que las personas piensen a través de sentimientos, y cuando pensamos, podemos cambiar la manera de ver el mundo”.
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