Venezuela después del referéndum sobre el Esequibo: ¿y ahora qué?
Pese a las dudas sobre la transparencia del proceso, sus consecuencias, tanto en el plano interno como en el internacional, marcarán la agenda político-electoral de Venezuela en lo inmediato y en 2024
Los resultados del referendo consultivo convocado por Nicolás Maduro sobre la controversia con Guyana por el territorio Esequibo son inverificables. Según las cifras del Consejo Nacional Electoral hubo más de 10 millones de votos, aunque no se precisaron los votantes. Pese a las dudas sobre la transparencia de este proceso, sus consecuencias, tanto en el plano interno como en el internacional, marcarán la agenda político-electoral de Venezuela en lo inmediato y en 2024.
Hay una lectura según la cual esta consulta se hizo para atajar el entusiasmo de la elección primaria de oposición que se celebraron el 22 de octubre pasado, que ganó Maria Corina Machado con más del 90% de los votos.
En su experimento que llevó a la jornada del 3 de diciembre, el Gobierno chavista puso a prueba su ingeniería electoral, su poder de convocar el voto espontáneo, su capacidad de coacción y también midió las dinámicas y respuestas de los diferentes sectores que se le oponen, comenta Stefania Vitale, politóloga e investigadora en temas de autoritarismo y partidos de oposición
El chavismo recurrió a distintas tácticas: propaganda habitual, amenazas de declarar traidor a la patria a quienes manifestasen su inconformidad, presión a empleados públicos para que asistieran a la votación. La opositora Plataforma Unitaria dejó sin orientación a los electores. Entre los dirigentes opositores que decidieron votar hubo quienes siguieron la línea del Gobierno de darle el sí a las cinco preguntas sometidas a consulta, mientras que otros indicaron que votarían no a las dos preguntas más polémicas.
Durante la jornada de votación no se observaron largas filas de votantes. Esto fue justificado por el hecho de que el acto de votación no llevaba más de un minuto y por la cantidad de centros de votación habilitados. Al no haber testigos de oposición, cualquier cifra que ofrezca el CNE es disputable. En la noche del domingo, el rector Elvis Amoroso, presidente del ente electoral, incurrió en varios errores al dar el boletín inicial: no se refirió a la cantidad de actas escrutadas, no informó sobre el porcentaje de participación ni de abstención y para colmo habló de votos. Un detalle que puede parecer nimio, pero que es crucial en una elección con cinco preguntas.
Parece que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no pudo entonces convocar el voto espontáneo. Sin embargo, el chavismo se anotó puntos al apelar al enemigo externo y al sentimiento nacionalista —maniobra que algunos han comparado con la de Galtieri cuando declaró en 1982 la guerra por las Islas Malvinas—; se adueñó de una narrativa que desplazó el impacto de las primarias opositoras y evidenció la incapacidad actual de los sectores de oposición para articular una estrategia.
Desde que tengo uso de razón, los venezolanos hemos repetido el estribillo de “El Esequibo es nuestro”, pero fue tal vez en esta ocasión cuando ha habido más información disponible sobre el estado de la controversia. En el mapa venezolano esta franja de 160.000 kilómetros cuadrados aparece bajo la etiqueta de “Territorio en reclamación”, mientras que Guyana lo asume como propio. La disputa data de 1899. El caso debe ser dirimido en la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La discusión pública se reactivó por las concesiones para la explotación petrolera que Guyana otorgó recientemente en áreas marinas que no han sido delimitadas.
El referendo planteó cinco preguntas. Hay tres puntos que se refieren directamente al rechazo de la jurisdicción de la CIJ para dirimir la controversia, el manejo de Guyana sobre el mar pendiente de delimitar y la creación de una nueva entidad administrativa en la región e incorporarlo al mapa venezolano. Guyana solicitó a la Corte que suspendiera el evento electoral.
El viernes 1 de diciembre los magistrados ordenaron a Venezuela abstenerse de cualquier acción que “modifique la situación que actualmente prevalece”. También ordenó a ambos países evitar “cualquier acción que pueda agravar o extender la controversia ante la Corte o hacerla más difícil de resolver”.
Aunque los resultados del referendo no son vinculantes y es difícil pronosticar qué uso le dará el chavismo, es obvio que será una nueva carta para el Gobierno de Maduro. Esto puede ir desde una nueva negociación hasta un escalamiento de un conflicto que genere un estado de conmoción interna. En todo caso, abre escenarios hasta ahora no contemplados.
Mientras existe la sospecha de que el chavismo gobernante busca avanzar para suspender el proceso electoral presidencial del año próximo, la oposición no parece contar con ningún plan que permita concretar la participación de Maria Corina Machado, sobre quien pesa una inhabilitación amañada.
El 30 de noviembre se dio a conocer el procedimiento que acordaron la Plataforma Unitaria y el Gobierno de Nicolás Maduro para que las personas inhabilitadas recurran ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Esto se da en el marco del Acuerdo de Barbados, suscrito el 17 de octubre pasado. Machado aún no ha informado si irá al TSJ. Es de esperar que los otros opositores que están afectados por medidas similares recurran ante esta instancia que en la práctica no es independiente del Ejecutivo.
Para Vitale, con el referendo “el Gobierno impuso varios dilemas de difícil solución. De una manera coordinada se habría podido atajar mejor”. Por ello, cree necesario que la oposición no solo se ponga de acuerdo entre los factores políticos-partidistas, sino también que haya convenimientos con otros sectores, como el de los gremios.
Según el CNE, el sí en todas las preguntas recibió más del 95% apoyo. Aunque el Gobierno infle los resultados, como hizo en la elección constituyente de 2017, se ve obligado a actuar en consecuencia con el mandato popular. Esto no es un camino sencillo. Si lo hacen, las tensiones serán mayores. Si no lo hacen, esto expondría sus debilidades. La ruta que se ha abierto es una apuesta de altísimo riesgo para Venezuela. Para el Gobierno de Maduro puede ser lo que popularmente se conoce como pan para hoy y hambre para mañana.
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