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En colaboración conCAF

El esqueleto de dinosaurio hallado en Argentina que da claves al rompecabezas de su evolución

En la precordillera riojana de los Andes se encontró el fósil casi completo de una especie hasta ahora desconocida. Vivió hace 230 millones de años

Huayracursor jaguensis

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Un equipo de paleontólogos argentinos encontró a más de 3.000 metros de altura en la precordillera andina, en el centro oeste de la provincia de La Rioja, el esqueleto casi completo —y prácticamente articulado— de un dinosaurio que vivió hace unos 230 millones de años, uno de los más antiguos conocidos en el planeta. Se trata de un fósil que se cree que dará claves al rompecabezas de la evolución de los primeros parientes de los enormes dinosaurios de cuello largo que dominaron el Jurásico y el Cretácico.

Se trata de una nueva especie bautizada Huayracursor jaguensis, en honor al viento y a la cercanía con el pequeño pueblo de Jagüe, y que sería un ancestro de los grandes dinosaurios de cuello largo que vivieron en el Triásico tardío, una etapa de grandes transformaciones en los ecosistemas terrestres, marcada por la irrupción de los primeros dinosaurios y los antepasados de los mamíferos. El descubrimiento de este espécimen y de otros animales contemporáneos, ha sido publicado en la prestigiosa revista científica Nature.

El hallazgo tuvo lugar en la Quebrada Santo Domingo, en el departamento Vinchina, una zona de altura, barrida por vientos y sometida a temperaturas extremas y cambiantes. De gran riqueza fosilífera, con afloramientos de rocas de distintas edades y un paisaje imponente, se consideraba una cuenca geológica hasta ahora inexplorada. Durante las últimas cinco décadas, la mayoría de la fauna triásica sudamericana fue hallada en la cuenca Ischigualasto-Villa Unión, compartida entre las provincias de San Juan y La Rioja, en el estado de Río Grande do Sul (Brasil).

“Cuando encontrás algo así, pasan dos cosas al mismo tiempo: la alegría absoluta del hallazgo y la toma de conciencia inmediata de todo el trabajo que vendrá por delante”, asegura el paleontólogo Jeremías Taborda, investigador en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Cicterra) de la Universidad Nacional de Córdoba, y experto en biomecánica computacional.

El descubrimiento

Las primeras campañas de prospección en la quebrada de Santo Domingo comenzaron en 2015. “En ese momento no sabíamos que había dinosaurios en el lugar, aunque fuimos con la idea de que podría haberlos”, explica Martín Hechenleitner, biólogo y doctor en Ciencias Naturales por la Universidad Nacional de La Plata, investigador del Conicet.

“No íbamos a buscar algo en particular, íbamos a ver qué había porque no se conocía nada; entonces, cualquier cosa que encontráramos era importante”, asegura el paleontólogo Taborga.

Un año después, se hallaron los primeros fósiles triásicos. Y en marzo de 2018, emergieron los indicios de un dinosaurio completamente desconocido. “Una mañana uno de los colegas (Agustín Martinelli) se topó con unos pequeños huesos de pie de dinosaurio. Rápidamente, nos dimos cuenta de que eran unas falanges”, recuerda Hechenleitner, quien también es curador de la colección de paleontología de vertebrados en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja (Crilar).

Martinelli, investigador del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, rastreó la procedencia de esas falanges. Primero identificó un pie articulado a una pata que, luego, llevaría al equipo investigador al esqueleto casi completo. Del animal se recuperó una parte del cráneo, una serie vertebral hasta la cola, las extremidades anteriores y posteriores casi completas, y la cadera.

Para extraerlo se armó lo que comúnmente se llama “bochón”. Es una técnica mediante la cual se corta el bloque de roca que contiene el fósil, se envuelve en vendas de yeso y se transporta al laboratorio, donde se abre con herramientas de precisión. En este caso, el “bochón” fue analizado a través del tomógrafo de un hospital, lo cual permitió confirmar que el esqueleto estaba casi completo y en posición anatómica, tal como había muerto.

El trabajo científico sobre los restos fósiles tardó más de dos años y medio después del proceso de limpieza y preparación. Se estudió hueso por hueso, se comparó con especies ya conocidas de ese mismo período y se analizó si pertenecía a un linaje ya descrito o si representaba algo completamente distinto.

“Estimamos que Huayracursor tiene entre 225 y 230 millones de años, lo que lo convierte en uno de los dinosaurios más antiguos del mundo”, dice Taborda. El hallazgo es comparable a algunos descubrimientos en el Parque Ischigualasto en San Juan, patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, considerado uno de los yacimientos paleontológicos más ricos del mundo en cuanto a terápsidos (reptiles mamiferoides) y dinosaurios primitivos, así como un sitio único para estudiar la historia de la vida en la Tierra.

En Argentina, el hallazgo de dinosaurios ha ocurrido principalmente en las provincias de La Rioja y San Juan y en la Patagonia, todos lugares favorecidos por el levantamiento de la cordillera de los Andes.

Una especie desconocida

Huayracursor es un dinosaurio primitivo con dos rasgos característicos: cuello más largo y tamaño más grande que sus contemporáneos, lo que confirma su aparición temprana. Un adulto mediría unos dos metros de largo y pesaría entre 18 y 20 kilos. “Era un animal relativamente chico para la idea que uno tiene de los dinosaurios, pero para esa antigüedad era de los dinosaurios más grandes de su época”, explica Taborda.

Además de permitir estudiar cómo se originaron y evolucionaron los primeros parientes de los enormes dinosaurios de cuello largo que dominaron el Jurásico y el Cretácico, como los gigantes colosales Argentinosaurus o Patagotitan, el descubrimiento también genera información geológica nueva. A partir de estudios especializados, se reconoce que los terrenos triásicos del norte de la precordillera riojana pertenecen a una cuenca sedimentaria que evolucionó de manera independiente de otras cuencas sudamericanas del mismo período. Esto abre la puerta a ampliar la exploración más al oeste, en plena cordillera de los Andes.

“Además del valor científico, el hallazgo tiene una importancia desde el punto de vista social”, detalla Hechenleitner. En la provincia se trabaja en la creación de un corredor turístico-cultural llamado “la ruta de los dinosaurios”, que busca poner valor a los sitios paleontológicos del interior de La Rioja. La intención es generar experiencias de visitación pública, con recreaciones digitales y desarrollo de turismo científico. Los investigadores destacan que este tipo de proyectos pueden convertirse en alternativas de desarrollo sostenible para comunidades pequeñas, algunas de ellas de menos de 2.000 habitantes.

El fósil actualmente está depositado en el Crilar, el repositorio de la localidad riojana de Anillaco. En Argentina, los fósiles son patrimonio de la provincia donde se colectan.

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