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En colaboración conCAF

Afroargentinas: una obra de teatro como bandera de la lucha contra el racismo

El biodrama explora la vida de dos actrices y los estigmas que soportaron a lo largo de sus vidas. Según datos oficiales, en el país viven más de 300.000 afrodescendientes

Florencia Gomes y Jésica Salinas Lamadrid
Las actrices Jesica Salinas y Florencia Gomes en Buenos Aires, el 7 de septiembre de 2024.MARIANA NEDELCU

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Florencia Gomes, afroargentina descendiente de migrantes de Cabo Verde, recuerda con claridad una anécdota que se convirtió en una señal para su vida. Cuando tenía diez años, discutió con una compañera en la escuela. La pelea produjo la visita de la madre de su compañera al aula, que interpeló a otras y cuando fue el turno de Gomes la miró con odio y le dijo: “Vos te comportaste como una negra de mierda”.

La tía de Gomes decidió reclamar por ese hecho racista. Y dijo otra frase que también quedó grabada a fuego como una bandera de lucha: “Esto no es una cosa de chicos ni una pelea normal. Hay cosas que no se pueden dejar pasar”. Esa historia y otras sobre el racismo -sobre un país al que le cuesta reconocerlo y lo minimiza- forman parte de “Afroargentinas”, una obra de teatro documental con dramaturgia de Jesica Salinas Lamadrid, Ivanna Smolar y la propia Gomes, y dirigida por Lina Lasso, que estará en cartelera en Buenos Aires hasta el 27 de septiembre.

Gomes, protagonista de la obra junto a Salinas Lamadrid, afrodescendiente argentina de sexta generación, cuenta cómo fueron reconstruyendo su historia personal, a partir de archivos y cartografías afectivas, mientras preparan el montaje para una nueva función en el teatro Páramo Cultural en el barrio de Boedo.

“La anécdota de la escuela -dice Gomes- me marcó mucho. Quizá porque en ese momento tomé conciencia de otras situaciones que había vivido, por ejemplo, en el jardín de infantes. Había una nena que todos los días me decía ‘negra’ y yo respondía mordiéndola. A los diez años, ya comprendía las cosas y pude tomar otras posturas”.

La actriz Florencia Gomes, afroargentina descendiente de migrantes de Cabo Verde, el 7 de septiembre en Buenos Aires.
La actriz Florencia Gomes, afroargentina descendiente de migrantes de Cabo Verde, el 7 de septiembre en Buenos Aires.MARIANA NEDELCU

Salinas Lamadrid, por su parte, recuerda que en el colegio intentaba invisibilizarse. “Quería que no se notara que existía para no ser objeto de burlas. Llevaba el equipo de gimnasia -dos talles más grandes- todos los días. Trataba de usar el pelo bien estirado para que no se notaran mis rulos, que es lo que más llamaba la atención. Intentaba, de alguna forma, reproducir la invisibilización que el resto de la sociedad hacía con nosotros”.

La obra está llena de pequeños mosaicos de sus historias, que son una ventana para mirar e interpelar a una sociedad que no se percibe racista y que fue construida sobre un imaginario blanco europeo. En un pasaje de la obra, las actrices repiten una pregunta que les hacen una y otra vez: “Vos, ¿de dónde sos?”

“Aparece en el día a día -asegura Gomes- desde que nacimos. Cuando decimos que somos argentinas, viene la siguiente pregunta: ‘Pero tus papás, ¿dónde nacieron?’. La pregunta de trasfondo es por qué sos negra y argentina. O, dicho de otra forma: si sos negra, no sos argentina. Cuando te reivindicás como afroargentina, muchas veces te dicen que sos argentina y listo. Es un discurso contradictorio e internalizado, que niega que Argentina también tiene raíces negras”.

Salinas Lamadrid cuenta que en ocasiones le hablan en portugués, pensando que es una de las tantas turistas o residentes brasileñas que caminan por las calles de Buenos Aires. Cree que en esas preguntas hay una “ilusión de jerarquía”. “Son preguntas que sólo le hacen a personas negras y no de otros fenotipos. Hay una ilusión de jerarquía, que quedó fijada como un racismo estructural. Nuestra identidad nacional tiene una referencia con lo afro que es negada. Se fomentó la idea de una sociedad ‘blanqueada’, europeizada y que vino a instruir y labrar las ciencias y artes para abrirnos las mentes a los pueblos originarios y a los negros que estaban acá”.

Jesica Salinas Lamadrid en el Teatro Páramo del barrio porteño de Boedo.
Jesica Salinas Lamadrid en el Teatro Páramo del barrio porteño de Boedo.MARIANA NEDELCU

En Argentina la primera vez que se incluyó la pregunta de autoidentificación para la población afrodescendiente fue en el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de 2010. En el último de 2022, la población que se reconoce afrodescendiente o tiene antepasados negros o africanos totaliza 302.936 personas en el país. Ese grupo poblacional constituye 0,7% del total de las personas mientras que en el Censo 2010 representaba 0,4%.

En el país, cada 8 de noviembre se conmemora el Día Nacional de las y los Afroargentinos/as y de la Cultura Afro en homenaje a María Remedios del Valle. Negra, pobre, guerrera, esposa y madre de varios hijos, fue una de las pocas mujeres que luchó en las guerras de la independencia, que formó el primer gobierno patrio en 1810. Por su bravura y valentía, Manuel Belgrano, uno de los principales patriotas que impulsaron la Revolución de Mayo, la nombró Capitana.

Su figura aparece en la obra “Afroargentinas” con un gran retrato, que termina transformándose en un altar. Pese a la importancia de su figura, las actrices recuerdan que en su época de estudiantes -y ahora- los rostros racializados no ocupan roles de liderazgo en los actos patrios en las escuelas.

“Si tenías un rostro racializado podías vender velas o mazamorra. El resto -todos chicos blancos- eran héroes o próceres en los actos patrios. Incluso si hacías de [Juan Bautista] Cabral [uno de los tantos negros argentinos que se ofrendaron por la patria en las batallas de la independencia]. Nosotras aprendimos de esa escuela racista, clasista y patriarcal. Cuando crecés, te das cuenta de que es momento de desaprender algunas cosas”.

Maga Pérez, afroargentina, militante por los derechos humanos de los afrodescendencientes e integrante de la Asociación Misibamba, vio la obra. Cree que la historia de cada familia, como la de Gomes y la de Salinas Lamadrid, es un “tesoro” que debe ser compartido. “Hay que hacerlo por los siglos que nos hicieron callar y desde la corporalidad de nuestra humanidad en movimiento y libertad. Soportamos y enfrentamos el racismo cuando vamos al colegio, cuando buscamos trabajo y cuando somos identificados como peligrosos porque ‘no somos de acá’. La extranjerizacion de nuestras vidas y nuestra cultura se transforma en una clave para la discriminación”, dice Pérez.

Florencia Gomes sostiene un retrato de Remedios del Valle en el Teatro Páramo, en Buenos Aires.
Florencia Gomes sostiene un retrato de Remedios del Valle en el Teatro Páramo, en Buenos Aires.MARIANA NEDELCU

Ella califica Argentina como un país “al que le cuesta reconocer y minimiza la violencia que implica el racismo”. “La amorosidad y firmeza del relato es fundamental porque se necesita empatizar con las personas para que abran su mente a la reflexión. Pero también para que intenten pensar cómo pueden ayudar desde las ‘pequeñas grandes’ acciones para cambiar la realidad. Quienes no forman parte de la comunidad negra pueden escuchar, a través de ellas, cómo hemos soportado y enfrentado el racismo a lo largo de nuestras vidas”, agrega.

Lasso, directora de la obra e inmigrante colombiana en Argentina, aporta al debate con la idea de “un racismo específico argentino”, que es diferente al de otros países de la región. “Hay un borramiento a través de, por ejemplo, la historia de la blanquitud. O de este mito de que todos los negros murieron en las guerras o durante las epidemias. Esta obra nos reivindica como personas negras a través del dolor, pero también del empoderamiento”.

Cuando baja el telón de “Afroargentinas” y después del aplauso, el público se acerca al escenario. Revisa las fotografías y las palabras escritas en ese mapa personal de Gomes y de Salinas Lamadrid. Hay abrazos. Hay un estar juntos que hace bien. Gomes dice al final: “Queremos que las personas negras puedan darse cuenta de que sus cuestiones no son personales sino colectivas. Y que el público que no es afro pueda repensar su lenguaje racista internalizado y naturalizado. Queremos que la obra invite a repensar, desaprender y volver a aprender”.


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