Una provincia argentina autoriza la caza deportiva de pumas, zorros y guanacos
Los ganaderos insisten en que la medida ayuda frenar ataques de pumas y zorros, y evita que los guanacos arrasen con las pasturas. Para los ecologistas, puede generar pérdida de biodiversidad
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La provincia de Santa Cruz, en la fría Patagonia argentina, autorizó a comienzos de abril la caza deportiva de animales salvajes a pedido de productores agropecuarios y reavivó críticas de ambientalistas que advierten que podría generar una pérdida de biodiversidad. Apenas dos fotografías, una copia del documento de identidad, un certificado de antecedentes penales y el pago de un módico arancel de 40 dólares permiten la caza de pumas, zorros y guanacos. Las autoridades defienden la medida y afirman que la actividad se desarrolla desde hace muchos años sin perjuicios.
La medida fue dispuesta a finales de marzo por el Consejo Agrario de Santa Cruz y la “temporada de caza” rige desde el 1 de abril y hasta el 31 de agosto, de acuerdo con la resolución oficial. La disposición reaviva una disputa histórica e irresuelta, debido a que los productores de ganado – especialmente ovino – insisten en habilitar la caza deportiva año tras año como para frenar ataques de pumas y zorros a las ovejas y evitar que los guanacos arrasen con las pasturas en una zona árida, de estepa.
Según la ley de Fauna Silvestre santacruceña, que data de 1994, la caza deportiva es “el arte lícito de cazar animales con elementos permitidos y sin fines de lucro”. Para los defensores del ambiente, se trata de una actividad repudiable y exigen la aplicación de nuevas estrategias, al tiempo que ponen el acento en el negocio turístico que existe alrededor de la cacería.
De este modo, cada persona que tenga la licencia al día y un arma puede cazar hasta ocho especies: un zorro colorado, un zorro gris y un puma por semana y dos guanacos por día; mientras que en el caso de la liebre europea, el visón, el conejo europeo y el jabalí no tienen restricción, debido a que son consideradas “especies exóticas invasoras”.
El presidente de la fundación Vida Silvestre, Manuel Jaramillo, alertó por el riesgo en la pérdida de biodiversidad en la Patagonia argentina y señala que habilitar la cacería está lejos de resolver el problema reiterado de los productores ganaderos. “La solución es una coexistencia entre la fauna silvestre y la ganadería. Prefieren cazar animales a pesar de que no obtienen una respuesta efectiva, porque, año a año, matan a una cantidad importante de pumas y zorros y no hay solución”, dijo el ambientalista a América Futura.
Adrián Suárez, presidente del Consejo Agrario, justificó en declaraciones a la radio local Tiempo FM que “la actividad se habilita en la provincia desde hace muchos años” en esta época del año porque los animales “no están en una etapa reproductiva”, y se ha mostrado sorprendido por la gran repercusión que adquirió la resolución. “Inclusive hay muchas personas que viven de esta actividad productiva y del turismo cinegético”, argumentó Suárez. Expertos señalan que en esta ocasión la medida generó mayor rechazo debido a que hay una mayor conciencia del cuidado de los ecosistemas y la preservación de la biodiversidad.
La falta de datos, factor clave de la discusión
Ante la consulta de América Futura, la directora de Fauna del Consejo, Amanda Manero, detalló que en 2023 hubo 160 inscritos en el registro de cazadores, y explicó que “no aumentó mucho en los últimos años”. “En la caza deportiva no se venden los productos. Permitimos este tipo de actividad porque sabemos que en el caso de los pumas y el zorro colorado, la abundancia de estas especies, según registros de los productores, el número de individuos está creciendo”, justificó la bióloga. “Los productores saben la cantidad de ovejas que pierden por depredación”, agregó, aunque reconoció que “no hay número exacto de cantidades de pumas o zorros”.
Jaramillo sostuvo que la habilitación de la cacería es un problema recurrente, debido a las quejas constantes de productores agropecuarios por la población de guanacos, debido a que “compiten” con la disponibilidad de pasto, y que sostienen que los pumas y zorros actúan como depredadores y comprometen la rentabilidad de sus negocios. “Reclamamos que se tomen decisiones en base a indicadores científicos sobre la densidad de animales y no sólo a partir de apreciaciones de los propietarios de los campos, que dicen que hay muchos animales”, agregó el presidente de Vida Silvestre.
La falta de datos es un asunto central en la discusión. Con la polémica medida en vigencia, el diputado provincial Carlos Godoy le exigió al Consejo Agrario provincial que informe de los criterios utilizados – datos técnicos y censos de individuos -, aunque hasta ahora el organismo estatal que depende del Gobierno de Santa Cruz no respondió la solicitud, por lo que el legislador reclamó que la resolución sea suspendida.
Perros adiestrados y tecnología, alternativas a la cacería
Para Jaramillo, los perros protectores de ganado podrían cumplir un rol clave para disuadir a los potenciales depredadores. “Se reduce casi a cero la depredación de parte de pumas”, señaló al citar un estudio realizado por la propia ONG años atrás, aunque esto implicaría un cambio trascendental en la cultura productiva. “Muchas personas no están dispuestas a asumir estos métodos”, lamentó, y destacó además el rol de tecnologías como luces halógenas y ultrasonido, aunque aclaró que son alternativas válidas en contextos de encierro, no para su uso a campo abierto.
Hasta ahora, los proyectos impulsados en la Legislatura de Santa Cruz para frenar la caza deportiva en la provincia han fracasado. “No sólo es lo aberrante que resulta que matar a una especie autóctona sea considerado un deporte, sino también los grandes intereses de los estancieros porque les matan al ganado o los guanacos se comen el pasto de las ovejas y vacas”, dijo Godoy, que planteó alternativas como la incorporación de mulas o burros, así como también luces intermitentes que ahuyenten a los pumas, o perros adiestrados. “Con respecto a los guanacos, si se comprueba la superpoblación, no sería la primera vez que se trasladen ejemplares a otras provincias”, argumentó.
“Los productores están trabajando en alternativas porque después de 150 años de caza ininterrumpida se dan cuenta de que las pérdidas por depredación no disminuyen”, resaltó Manero, que mencionó la relevancia de los perros pastores e indicó que muchos productores los han comenzado a utilizar.
Jaramillo sostuvo que situaciones como las de Santa Cruz se replican en otras provincias, no sólo mediante la autorización de la caza, sino también con la aplicación de cebos tóxicos y trampas, utilizadas para matar animales que son considerados “plaga” por los productores “con una falta de visión integral del rol que tienen esas especies para mantener la capacidad productiva de los suelos, la salud del ecosistema y en el control de patógenos y vectores de enfermedades”.
Aunque el ambientalista aclaró que no quiere la muerte de ningún animal, sí reconoció la necesidad del control de las especies exóticas que se han convertido en un “problema ambiental”, como ocurre con el ciervo colorado o el jabalí en distintos puntos del país. “Se introdujeron para producir una industria de la cacería y son invasoras, colonizan los ambientes de las especies nativas, hay que reducir fuertemente esas poblaciones porque comprometen el desarrollo y la supervivencia de los animales autóctonos”, argumentó.
La ausencia de datos impide conocer con precisión el impacto que ha producido la cacería en especies como el puma o el zorro, que por ahora no se encuentran amenazadas, y en qué magnitud la caza podría producir un daño grave para la conservación de las especies. Jaramillo destaca que, en el caso de los pumas, se trata de animales territoriales y aclara que, según las investigaciones, menos del 20% consumen animales como ovejas y potrillos. “Son depredadores tope, controlan a los mesodepredadores (zorros). Si hay aumento de zorros, puede haber mayor frecuencia de ataques a ovejas y corderos recién nacidos”, razona.
Por su parte, Godoy reflexiona que hoy el mundo atraviesa un cambio de paradigma y pide avanzar hacia el cuidado de los animales. “Para muchos, la alternativa no puede ser matar por diversión. Mientras se espera una respuesta del Gobierno provincial, siguen matando a especies autóctonas”, se lamenta.
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