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Mauricio García Villegas: ensayista de temas difíciles para el gran público

Con filosofía, sociología, historia y autobiografía, el académico y escritor manizaleño ha sabido ser un afinado lector del momento político y existencial de las sociedades contemporáneas. Su libro ‘El país de las emociones tristes’ ya va por su décima edición

Mauricio García Villegas
Mauricio García Villegas, en Bogotá, el 2 de Agosto 2023.Camila Acosta Alzate

A los diez años, Mauricio García Villegas (Manizales, 65 años) descubrió su talento para el dibujo. Quiso ser artista hasta que se metió en el terreno de las ideas y lo devoraron los libros. “Vengo de familias muy católicas, pero recibí muchas versiones encontradas sobre la religión: tenía un tío que simpatizaba con la Teología de la Liberación, mi madre no creía en el infierno, mi padre era un escéptico y mis profesores eran del Opus Dei. Todo eso me armó un lío en la cabeza que en vano intenté resolver leyendo libros”, recuerda.

Llegó a Medellín cuando era niño y con los ahorros de la mesada comenzó su biblioteca, siendo cliente asiduo de la Librería Continental. A los 14 años, con su gran amigo Héctor Abad Faciolince, fundó un periódico estudiantil, el primero de muchos otros que creó hasta terminar la universidad. Su padre le inculcó, desde muy temprano, la afición por la historia, y la idea que no basta con tener la lupa puesta en la actualidad, sino que hay que saber mirar a través del tiempo.

El tiempo y la perspectiva han sido claves en la obra del reconocido ensayista, autor de El país de las emociones tristes (2020), que ya va por la décima edición, y El viejo malestar del nuevo mundo (2023), dos títulos que son referentes de reflexión sobre Colombia y América Latina, territorios en los que el ámbito de la cultura política ha estado inclinado hacia los odios y las venganzas.

“Colombia está en uno de los rincones más bellos del planeta, pero sus habitantes, por inconsciencia o por falta de orden, lo están destruyendo. El presente se vería mejor si las élites políticas hubiesen hecho una reforma agraria y mejorado la educación pública. El futuro es incierto, pero el país tiene grandes reservas éticas que lo pueden sacar adelante”, reflexiona Villegas.

Con una mezcla precisa y personal de filosofía, sociología, historia y autobiografía, ha sabido ser un afinado lector del momento político y existencial de las sociedades contemporáneas. En tiempos de posverdad, polarización, inestabilidad y populismo reflexiona sobre temas de gran importancia como la justicia, la libertad y la verdad –eje central del libro que actualmente escribe–. “Mi pretensión con el ensayo ha sido escribir sobre temas difíciles de filosofía moral y de sociología política, de tal manera que el público general los pueda entender y se interese por ellos”, señala.

Sabe poner en contexto todo lo que nos está pasando. Y sabe “leerlo entre líneas, sin pasarse de la raya, sin plegar el pliegue, sin perder de vista que toda interpretación tiene que servir para algo”, señala el escritor Ricardo Silva Romero, habitual lector de las columnas de opinión que García Villegas publica en el periódico El Espectador.

Estudió Derecho en la capital antioqueña y luego salió del país para hacer estudios de maestría y doctorado en Lovaina-La-Nueva (Bélgica) y en París. En la década del noventa regresó a Colombia, donde se hizo magistrado auxiliar de la Corte Constitucional. Es uno de los fundadores del prestigioso centro de estudios jurídicos y sociales Dejusticia (donde actualmente dirige la línea de Estado de Derecho) y lleva más de dos décadas trabajando en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales –IEPRI–, de la Universidad Nacional.

Ha sido profesor de muchas generaciones de abogados. Enseñó Filosofía política en las universidades de Los Andes, en Bogotá, y de Antioquia y Bolivariana, en Medellín. Ha sido también profesor visitante durante varios años en universidades de Estados Unidos y Francia.

Se siente más paisa que colombiano, pero más latinoamericano que paisa. “Y más, un miembro de la especie humana que cualquier otra cosa. Soy poco apegado al sentimiento patriota, a las emociones tribales, a los partidos, a los equipos, a las banderas, a los himnos y a las iglesias. Me interesa mucho más lo que nos une, como especie, que lo que nos divide”, concluye.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.

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