Liberación de secuestrados: entre el alivio humanitario y la estrategia de los grupos armados
En los últimos meses, grupos como la Segunda Marquetalia y el ELN han hecho liberaciones de personas capturadas después de combates. Solamente al Comité Internacional de la Cruz Roja les han entregado 54 personas en lo que va de este año.
Mientras continúa el baño de sangre contra los líderes sociales, la liberación de secuestrados en poder de distintos grupos armados en Colombia supone un alivio humanitario en los territorios más afectados por el conflicto, aunque también revela la ferocidad de los enfrentamientos entre disidencias armadas. En lo que va corrido de este año, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha recibido a 54 personas que estaban en cautiverio, mientras la Defensoría del Pueblo y la Iglesia Católica reportan liberaciones cada semana.
La última entrega, el pasado 27 de noviembre, reveló cómo el secuestro sigue siendo un arma de guerra de grupos como las disidencias de la Segunda Marquetalia. Después de combates en la zona rural de Tumaco, en el departamento de Nariño, 18 personas fueron secuestradas por esa disidencia, comandada por Iván Márquez, antiguo negociador del proceso de paz entre el gobierno y las extintas FARC que lo abandonó para rearmarse. Se trataba, según la Defensoría del Pueblo de personas “que pertenecen a las comunidades del pacífico nariñense, quienes estaban en poder de este grupo armado ilegal después de enfrentamientos armados en la zona”.
Un mes atrás, ese mismo grupo armado retuvo a 16 jóvenes presuntamente combatientes de otra disidencia. Fue necesaria la participación de la Diócesis de Tumaco, la Defensoría y el Comité Internacional de la Cruz Roja para que recuperaran la libertad. Esta vez fue la Coordinadora Guerrillera del Pacífico Segunda Marquetalia y, de nuevo el escenario fue Tumaco, en el pacífico nariñense. El contexto: personas capturadas después combates con el Frente 30 comando Coordinador de Occidente, una confederación de disidencias de las FARC. De acuerdo con la Defensoría, esta liberación se dio por un acuerdo entre el gobierno de Gustavo Petro y la Segunda Marquetalia, como “gesto de paz y respaldo a la propuesta de Paz Total del Gobierno”, una gestión que fue confirmada a este diario por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
Aunque el Gobierno propone dialogar con todos los actores armados si estos dejan de asesinar, desaparecer y secuestrar y al menos 22 de esos grupos quieren sumarse a esa propuesta, los combates siguen creciendo. Según la Fundación Ideas para la Paz, estos han aumentado un 79 por ciento en los primeros tres meses de la administración de Petro. Por eso preocupa que los secuestros se conviertan en arma de negociación por parte de este grupo que, según el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, tiene al menos 1.500 hombres en armas.
Liberaciones en medio de la mesa del ELN
Hasta ahora, en el marco de la paz total, solo hay diálogos concretos con la guerrilla del ELN. Este grupo, sentado ahora mismo en negociaciones en Caracas, también viene liberando secuestrados. A comienzos de noviembre, esa guerrilla entregó a dos soldados que estaban en su poder en Arauca, una de las zonas donde el conflicto es más acentuado. Los militares llevaban 15 días secuestrados. Una fuente cercana a los diálogos dice que les preocupa lo que pueda pasar allí y si la violencia en esa región fronteriza con Venezuela obedece a facciones de esa guerrilla que buscan posicionarse para las negociaciones.
En este caso, el Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, ha dicho que sí se puede inscribir como gestos de confianza de este grupo para permitir “el avance de los diálogos para la consolidación de la paz total que viene proponiendo el Gobierno Nacional”. En la agenda aún no se han puesto las liberaciones sobre el papel; sin embargo, se han anunciado “alivios humanitarios” que en la práctica podrían suponer la liberación de secuestrados.
Para la Iglesia, que ha facilitado liberaciones, ese es el primer paso de la paz total. “A medida en que se va aclimatando la paz con todos los grupos se ha abierto la puerta a que se hagan esos ejercicios humanitarios”, dice Monseñor Héctor Fabio Henao a EL PAÍS desde Caracas. Henao, que participa como observador de las negociaciones del ELN, agrega que “es una posible demostración de voluntad de paz, que permitiría ambientar negociaciones”.
El analista Jorge Mantilla, director de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), no lo ve abiertamente como gestos de paz. “El ELN en el marco de conversaciones suele secuestrar y liberar soldados, pero lo hacen de forma permanente y las muestran como actos de buena voluntad”, dice. Valora que haya dos delegaciones sentadas conversando y una agenda como punto de partida, “mucho más que lo que ocurrió durante el gobierno de Iván Duque”. Sin embargo, afirma que preocupan las disputas que existen entre facciones del ELN en Arauca y Chocó.
“Por supuesto las liberaciones no son algo malo, pero en el marco de una mesa de conversaciones si el gobierno suspendió las órdenes de captura, los bombardeos y ha cesado su iniciativa militar, ¿cuáles son sus activos de negociación en la mesa”, se pregunta. “¿No es claro entonces qué puede ofrecer el gobierno al ELN en términos militares para que esa guerrilla continúe con esos actos de buena voluntad”, dice Mantilla.
El secuestro, además, siempre ha atravesado la historia de esta guerrilla y los múltiples intentos de negociación con ese grupo. De acuerdo con la Comisión de la Verdad, el ELN ha sido el responsable de 9.538 secuestros ocurridos entre 1990 y 2018, el 19 % de los ocurridos en el país en ese lapso.
En los diálogos con el gobierno de Juan Manuel Santos, en Quito, la fase pública de la mesa se aplazó hasta que ese grupo liberara a Odín Sánchez, un excongresista que había sido secuestrado seis meses atrás por un frente del ELN en Chocó. “Una de las mayores diferencias entre las FARC y el ELN es que las primeras – mucho más pragmáticas-eran en un momento dado de hacer declaraciones unilaterales como la de renunciar a los secuestros. El ELN, por el contrario, nunca hace ese tipo de declaraciones unilaterales, y todo lo enmarca dentro de un absurdo bilateralismo”, escribe Juan Camilo Restrepo, el primer jefe negociador del Gobierno en esos diálogos, en sus memorias Cuatro crisis que marcaron a Colombia (Planeta, 2022).
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