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Francia Márquez visita una Buenaventura que espera su nueva oportunidad

La vicepresidenta viaja a la ciudad portuaria y revive allí los acuerdos que lograron ganar cientos de manifestantes en 2017 pero que no se implementaron

La vicepresidenta Francia Márquez durante los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.
La vicepresidenta Francia Márquez durante los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.Darwin Torres (Vicepresidencia de Colombia)
Camila Osorio

Francia Márquez se prepara una vez más para gritar que “el pueblo no se rinde, carajo”. El aire está helado a las siete de la mañana del viernes cuando la vicepresidenta de Colombia llega al aeropuerto militar de Bogotá con destino a la ciudad que hizo famoso ese canto de protesta en 2017: Buenaventura, en la costa pacífica colombiana, es el principal puerto marítimo del país y donde los ciudadanos votaron abrumadoramente por Gustavo Petro y Márquez. “Ahora acá estamos, como gobierno, poniendo la cara”, dice ella.

Buenaventura, el objetivo del día, es una ciudad pobre y discriminada: la mayoría de su población, afrocolombiana, aún no cuenta con un buen sistema de acueducto y la violencia entre grupos armados ha sido tan intensa que en una época fue conocida como la ciudad de las ‘casas de pique’—espacios donde se descuartizaban ciudadanos. Márquez conoce bien lo bueno y lo malo de esa esquina del Pacífico. “Es mi casa, es mi región, es mi territorio”, le dirá sonriente al público que la espera.

Más de mil personas asisten esa mañana para lo que el gobierno ha llamado los diálogos vinculantes, casi 50 asambleas en varias regiones del país para que los ciudadanos sugieran qué incluirían en el Plan Nacional de Desarrollo de los próximos cuatro años. Se trata de un nuevo experimento de democracia directa y Márquez es la ‘madrina’ encargada para el diálogo en Buenaventura. “La idea es que no sea lo de siempre, un Plan elaborado desde Bogotá”, añade una de sus asesoras antes de que el avión despegue.

El avión de la Fuerza Aérea, que saldrá a las 9 de la mañana, lleva a más de uno que quiere dar la cara en este puerto olvidado. A Márquez la acompaña un petit comité con funcionarios del Ministerio del Interior, Minas, Transporte, Planeación Nacional, Presidencia, y la directora de la Unidad de Víctimas, Patricia Tobón Yagarí. La comitiva llega a un colegio de cemento donde a los ciudadanos les urge rodear a su vicepresidenta, la que nació en su región, la que les apoyó en el paro del 2017, la que hizo campaña prometiendo una nueva cara para las comunidades negras.

Quieren más que dar su opinión sobre el Plan Nacional de Desarrollo. Multitudes se lanzan sobre Márquez buscando un abrazo, un apretón de manos, y si tienen más suerte, una selfie con ella. La vicepresidenta se ve al mismo tiempo feliz y abrumada al ser rodeada por una avalancha de seguidores como si fuera una estrella de Hollywood entrando por la alfombra roja. La figura global que fue escogida recientemente por la revista Time como una de las 100 líderes del futuro tiene a celebridades como Beyoncé o la actual Miss Universo manifestando que les gustaría conocerla. “Pero Francia Márquez está más interesada en hacer trabajo territorial que en estar faranduleando por el mundo”, dice su asesora.

A la vicepresidenta no le alcanza el tiempo para abrazar a cada persona, se disculpa con ellos, pero insiste que está ahí para escuchar. “Este no es el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, este es el gobierno de ustedes”, anuncia desde una tarima en la cancha de deportes de la escuela. “Aquí estamos, construyendo desde la raíz”.

Entre el público se ven varios miembros del movimiento social que la vicepresidenta lideró varios años—PCN, o Proceso de Comunidades Negras— y también un estudiante universitario de 22 años llamado Johaner Delgado que espera a Márquez con ilusión. Fue elegido en enero como representante de juventudes de Buenaventura y asiste al encuentro para hablar del tema que más le preocupa: cómo consolidar la propuesta de “Paz Total” de Petro.

Dos grupos armados, que tenían atemorizada a la ciudad, hicieron recientemente un pacto de no agresión motivados por un posible acuerdo con el nuevo gobierno. El puerto no ha tenido un homicidio en 40 días, y Márquez ha estado considerando alianzas con empresarios para ofrecer empleo a los jóvenes que solo han encontrado dinero en el mercado de la violencia. “Somos el municipio del país más avanzado en esto de la Paz Total, se redujeron los asesinatos, no se escucha mucho de robos”, dice Delgado “Lo que yo quiero es que tengamos un diálogo sobre cómo podemos mantener eso, yo no quiero volver a hablar de muertos”.

Los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.
Los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.Darwin Torres (Vicepresidencia de Colombia)

Son casi las 11 de la mañana y los organizadores de la alcaldía piden a los presentes dividirse en mesas. Hay reportes de lo desorganizados y caóticos que han sido los diálogos vinculantes en otras regiones, pero en Buenaventura los convocados parecen saber perfectamente su lugar en el nuevo experimento democrático. Se dispersan rápidamente para dirigirse a salones de clase donde se discutirán políticas públicas para las juventudes, las mujeres, los pueblos étnicos, las víctimas o la población LGBTQ+. Si a las asambleas de la democracia antigua solo entraban los hombres blancos con propiedades, esta democracia directa en forma de diálogos vinculantes se organiza de acuerdo a las identidades.

En total son 18 salones temáticos y cada participante se sienta en un viejo pupitre. En cada sala se dividen en grupos aún más pequeños para hablar de un subtema del tema. En el salón de la Paz Total, un círculo se enfoca en propuestas para contrarrestar las economías ilícitas del puerto, como el tráfico de cocaína. “Debemos volver a producir arroz”, propone un hombre viejo. “Yo creo que debemos fortalecer el turismo”, dice uno más joven. “Eso está bueno, anótalo”, le ordena una mujer.

Gilberto Aranda, líder de la asociación de sordos de Buenaventura, es un hombre de 37 años frente del salón que dialogará sobre la participación de las personas con discapacidad. Le preocupa que la población de sordos está sobrerepresentada ese día, así que espera en la puerta a que lleguen más personas (ciegos o mudos, quizás) antes de que arranque el diálogo—en este salón la conversación será con lenguaje de señas y el grupo espera presentar una propuesta concreta al final del día. Quieren que todas las empresas del país, públicas y privadas, tengan la obligación de contratar a personas con discapacidad, al menos 5% de su personal. “También necesitamos más interpretes en el sector salud y educación”, dice Aranda, a través de una interprete que contrató la alcaldía para que la conversación fuera posible.

El experimento democrático, obviamente, es también abrir una caja de pandora sin fondo. Buenaventura siente que todos los gobiernos pasados han fallado y la gente propone ahora caminos infinitos para su futuro: cómo conectar su casa a la red wifi, cómo evitar que les dejen de cortar el agua potable, cómo financiar un nuevo banco que financie solo emprendimientos de mujeres. Cuál será la metodología para sistematizar ese universo de deseos en el Plan Nacional de Desarrollo, eso aún no es claro.

“Pero por ahora esto ya es un avance social, que la gente se sienta escuchada”, dice uno de los miembros de la comitiva. Si el gobierno del expresidente Iván Duque fue visto como aquel que estaba completamente desconectado de la ciudadanía (el gobernante que se hizo famoso por preguntar “¿de qué me hablas, viejo?” cuando niños murieron en un bombardeo), el del Petro quiere pasar a la historia como aquel que se sentó en pupitres con unos 50 millones de ciudadanos.

Francia Márquez se aleja de las selfies un rato, se reúne con autoridades locales a puerta cerrada en la rectoría del colegio. Afuera la esperan un grupo de mujeres mayores con un sobre blanco donde están sus propuestas. Ellas son representantes de la federación de platoneras del Pacífico, un grupo de 800 mujeres que venden mariscos por las calles y plazas de mercado. “Le queremos proponer a la vicepresidenta que venga a nuestro tercer encuentro, que será el 10 de diciembre, y que haga parte del jurado que escoge a la reina de las platoneras”, dice Nubia Vergara, una mujer de 55 años que carga el sobre que terminará en manos de la vicepresidenta. “Y que nos ayude a que se reconozca a nivel nacional el día de las platoneras”.

No lejos de ella está otra mujer vendiendo cocadas: vino a la mesa que discute la política de víctimas, cuenta, pero también le pareció un buen momento para repartir pequeñas muestras de degustación entre los presentes. “Yo creo que más del 90 por ciento de Buenaventura somos víctimas de la guerra”, dice un conocido de la misma mesa. La mujer vende todas las cocadas que llevó ese día.

Francia Márquez sale de la reunión privada y vuelve a la tarima hacia las 3 de la tarde. Los voceros de cada mesa temática le exponen, en cuatro minutos cada uno, sus propuestas para mejorar a Buenaventura, al Pacífico y a Colombia. La vicepresidenta anota en una libreta algunas propuestas, sonríe, abraza a algunos cuando terminan de hablar. Les quiere dar buenas noticias. Ella fue encargada en septiembre, por decreto del presidente, para implementar esos acuerdos que los manifestantes del puerto lograron en 2017 con el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos. Los acuerdos nunca se cumplieron, dice Márquez.

“Al llegar al gobierno yo pregunté, de los 156 acuerdos, ¿cuáles se han cumplido? ¿Cuáles ya tenían estudio? Y me dijeron: ninguno”, añade. Ella está en Buenaventura porque quiere dar buenas noticias. La primera es que el gobierno ya asignó, en el presupuesto del próximo año, 600 mil millones de pesos para que se cumplan esos acuerdos. La segunda es que, si se aprueba la reforma tributaria, Buenaventura contará con un billón de pesos anuales para cumplir sus metas. La tercera, que ya se firmó un nuevo Plan Integral Especial para que los compromisos se cumplan en 10 años, prorrogables por 10 años más.

“Este plan no surge de la institucionalidad, surge de un mandato del pueblo”, dice Márquez a un público que la esperó con marimbas y no logra quedarse sentado en las sillas blancas rimax cuando escucha el carismático discurso de Márquez. “Este es un proceso que empezó luchando por la libertad, quitándonos las cadenas, rompiendo los grilletes, no solo las cadenas físicas sino las cadenas mentales. Siempre nos dijeron que no se podía y estamos demostrando que sí se puede, y que cuando el pueblo trabaja unido, el pueblo logra los cambios que se merece”, dice enfática.

Los presentes aplauden, le gritan que sí, que no se rinden, que se puede “vivir sabroso, carajo”. Le responden que Buenaventura no confió en los demás pero que confían en ella. “La vicepresidencia no es el fin. La presidencia tampoco es el fin. Eso es un medio. El fin es lograr parir la dignidad, el fin es lograr parir la justicia social”, les dice Márquez al cerrar el diálogo vinculante hacia las cuatro y media de la tarde. La decena de guardaespaldas que la acompañan se prepara entonces para enfrentar a la multitud de nuevo y lograr dirigir a la vicepresidenta hacia el carro blindado que la devolverá a un avión de la Fuerza Aérea. Márquez se ve abrumada, cansada. Al final del día se lleva en su cuaderno los sueños que Buenaventura aún tiene para un futuro más digno.

La vicepresidenta Francia Márquez durante los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.
La vicepresidenta Francia Márquez durante los Diálogos Regionales en Buenaventura, el 21 de octubre de 2022.Darwin Torres (Vicepresidencia de Colombia)

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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