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La nueva carta de Gilinski para deshacer el enroque del GEA

Las autoridades investigan la necesidad de declarar grupo económico al conglomerado de Medellín para evitar las inversiones cruzadas

Juan Diego Quesada
Jaime Gilinski, financiero colombiano
Jaime Gilinski (a la derecha), en una imagen de archivo.Fredy Builes (Reuters)

El pulso entre el banquero Jaime Gilinski y los empresarios de la región de Antioquia por el control del Grupo GEA, el conglomerado de empresas más importante de Colombia, ha entrado en un compás de espera que solo las autoridades pueden destrabar. Gilinsiki ha invertido, con financiación de la familia real de Abu Dabi, más de 3.500 millones de dólares en siete opas durante los últimos nueve meses. Aunque ha aumentado su perímetro accionarial en GEA, no ha logrado todavía el control final de las compañías, y en última instancia de Bancolombia, la principal entidad financiera del país. El banquero, que pretende “reenfocar y dar mayor rendimiento” al grupo, permanece ahora a la espera de que la Superintendencia, el organismo encargado de la vigilancia de las sociedades mercantiles, concluya si el GEA es un grupo económico único o distintas empresas que actúan por separado.

El sistema de enroques que han practicado los gerentes locales, con una red de inversiones cruzadas entre las distintas empresas, ha funcionado hasta ahora como un blindaje y evitado que el banquero, pese a comprar todas las acciones disponibles en bolsa a un precio por encima de mercado, haya logrado su objetivo. Controlar el GEA supone manejar 125 empresas que representan el 8% del PIB colombiano. Entre ellas, la cementera Argos, la compañía de alimentación Nutresa y el holding financiero Grupo Sura.

A este último pertenece Bancolombia, objetivo de Gilinski. Según el entorno del banquero, necesitaría obtener un 12% más de Sura para estar al mando de esta amalgama de empresas que nacieron en la ciudad de Medellín y que desde hace décadas han estado en manos locales. Esos mismos gestores, de momento, no están dispuestos a permitir que el banquero complete su plan. Eso hace pensar a Gilinski, de 64 años, que los directivos actúan como un grupo. La superintendencia ha abierto una investigación de oficio en la que debe dirimir si el funcionamiento de las empresas tienen algún tipo de control “individual o conjunto”, según una resolución firmada en junio.

En caso de que prosperase esa iniciativa daría comienzo un desenroque obligado por ley. “Para mí, sí son un grupo económico”, dice Andrés Moreno Jaramillo, asesor financiero y experto en este caso, que supone el mayor movimiento bursátil de América Latina este año. “El presidente de Sura estaba en la junta directiva de Nutresa. El de Nutresa, en la de Sura. Y los dos estaban en el de Argos, que a su vez estaba en las otras dos. Eso se rompió con Gilinski en parte, pero era claro que caían en conflicto de interés”, añade.

“Queremos desenrocar las empresas y enfocarlas”, comenta gente cercana a los Gilinski. Su teoría es que han bajado su cotización en bolsa en la última década y no ofrecen suficiente rendimiento a los accionistas porque están controladas de una forma antigua, que solo ofrece rendimiento a los administradores. “Se les volvió un negocio porque acaban siendo proveedores. Les da igual el dividendo”, opinan las mismas fuentes. Su intención es desenmarañar ese cruce accionarial y poner las empresas “al máximo rendimiento”.

Aunque el precio de las empresas haya caído en bolsa, sus cuentas han crecido año tras año. El analista financiero Sebastián Toro sostiene que no se puede valorar a una empresa colombiana por el precio de sus acciones, ya que todo el mercado ha sufrido un declive. “Decir que están mal administradas porque no se han comportado bien es errado. Si uno mira las finanzas ve que han sido bien gestionadas. Son tan interesantes que ahí está la oferta. Si fueran malas empresas, nadie las compraría, y menos Gilinski”, continúa Toro. Eso sí, este analista considera positivo que el banquero se siente en el consejo y rompa un enroque que, a estas alturas, ha perdido el sentido. “Al tener un portafolio sobre un portafolio sobre otro portafolio, no se puede visualizar su valor real. Eso ya no tiene caso”.

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Discrepa el presidente del Grupo Sura, Gonzalo Pérez Rojas. “Hasta ahora este instrumento, valga decir completamente legal, nos ha permitido construir una visión de largo plazo que nos ha llevado objetivamente a consolidar compañías líderes no solo en Colombia, sino en América Latina”, sostiene en un cuestionario por escrito.

El GEA presume de sus fondos de pensiones y de las condiciones laborales de sus trabajadores. El modelo de propiedad enrocada que idearon los empresarios de Medellín en los 70 les protegía de las grandes fortunas de Colombia que tuvieran la tentación de hacerse con empresas que tienen un alto volumen de negocio. “Nos preocupa mucho que la llegada de Gilinski afecte a la inversión social de estas compañías y el trabajo responsable de esta administración de cara a los trabajadores, las organizaciones sindicales y otros grupos de interés”, dice Manuel Fernández Leguía, presidente de SUTIMAC, el sindicato de cementos Argos.

Gabriel Gilinski, hijo del multimillonario Jaime Gilinski, durante una junta de accionistas de Grupo Sura en Medellín, Colombia, el miércoles 20 de abril de 2022. El multimillonario Jaime Gilinski busca comprar una participación adicional de hasta el 6,5% en el holding financiero Grupo Sura, en una oferta que se extiende hasta el 25 de abril.
Gabriel Gilinski, hijo del multimillonario Jaime Gilinski, durante una junta de accionistas de Grupo Sura en Medellín, Colombia, el miércoles 20 de abril de 2022. El multimillonario Jaime Gilinski busca comprar una participación adicional de hasta el 6,5% en el holding financiero Grupo Sura, en una oferta que se extiende hasta el 25 de abril.Edinson Ivan Arroyo Mora (Bloomberg)

Gilinski ha lanzado siete opas con dinero de Abu Dabi. La relación entre Abu Dabi y Colombia se ha intensificado en los últimos años, sin que llegue al nivel de los grandes socios comerciales actuales del país sudamericano. Este año las dos naciones han empezado a negociar de forma exprés un tratado de libre comercio y los dos últimos presidentes colombianos han estado de visita en el emirato. El reino ha comprado una mansión en el corazón financiero de Bogotá que está en remodelación.

El banquero, de 64 años, no forma parte de la élite tradicional del país. Estudió en Estados Unidos con el dinero que su padre, todavía vivo, hizo con la empresa de sillas Rimax, los productos de comida empaquetada Yupi y la empresa de limpieza Bombril. Se hizo de forma audaz con la operación colombiana Bank of Credit and Commerce International, un banco intervenido. Lo reflotó y lo vendió, y así se convirtió en banquero. Más adelante obtuvo Bancolombia y lo vendió a los empresarios antioqueños. Tras la operación, denunció la que estos habían usado dinero del propio banco para la operación. Pleitaron durante años, aunque Gilinski nunca recuperó el banco.

Hasta ahora, el nuevo presidente, Gustavo Petro, a quien Gilinski ofreció ayuda ya en sus años de alcalde de Bogotá, se ha mantenido neutral. Esto dijo en una entrevista con EL PAÍS, la primera a un medio extranjero tras ganar las elecciones:

—¿Qué piensa de la OPA de Gilinski sobre el Grupo Empresarial Antioqueño?

—Es la lógica del gran capital. Pero lo están haciendo bajo las normas colombianas. Y ante este tipo de disputas, la institucionalidad debe mantenerse en neutralidad total.

El asunto parece lejos de resolverse. Gilinski está decidido a llegar hasta el final. Y los socios y los administradores históricos no tienen la más mínima intención de que así sea. Las autoridades tendrán la última palabra.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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