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“Vamos a recuperar la jornada nocturna y a acabar con los contratos que precarizan la vida del trabajador”

La ministra del Trabajo de Colombia, Gloria Inés Ramírez, habla con EL PAÍS un mes después de posesionada. Asegura que para reducir la informalidad laboral en el campo hay que redistribuir la tierra

Gloria Inés Ramírez, ministra del Trabajo de Colombia, el 9 de septiembre.
Gloria Inés Ramírez, ministra del Trabajo de Colombia, el 9 de septiembre.Diego Cuevas
Juan Miguel Hernández Bonilla

Para entrar al despacho de Gloria Inés Ramírez, la primera ministra comunista de Colombia, hay que dejar los celulares afuera. Su esquema de seguridad ha extremado las medidas de precaución y revisa todo minuciosamente. En su escritorio no puede haber objetos extraños. Solo tiene unos pocos libros y una muñeca de Maribel, la protagonista de la película Encanto, que hace poco le regaló una asociación de trabajadores de la tercera edad. A lo largo de su vida, la ministra de Trabajo ha sufrido tres intentos de asesinato; vivió exiliada en España y muchos de sus compañeros de partidos de izquierda y del movimiento sindical han muerto asesinados. “No contesto llamadas ni mensajes de números de teléfono desconocidos. Estoy cansada de recibir amenazas y de escuchar marchas fúnebres al otro lado de la línea”, dice la ministra a EL PAÍS al cumplir un mes al frente de la cartera.

La ministra Ramírez (Filadelfia, Caldas, 66 años) se define a sí misma como una profesora de escuela, una líder sindical, una mujer de izquierda y una feminista. Es licenciada en física y matemáticas, tiene una especialización en derechos laborales y una maestría en desarrollo social y educativo. Fue presidenta de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) y directiva de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT), la central obrera más grande del país. Entre 2006 y 2014 fue senadora. “Mi sueño es hacer una reforma laboral que mejore las condiciones de los trabajadores”, reconoce, “vamos a recuperar la jornada nocturna y a acabar con las formas de contratación que precarizan la vida del trabajador”.

Al comenzar la entrevista deja a un lado los papeles con datos y cifras que le preparó su asesor de comunicaciones. Se sale del libreto, se extiende, bromea, recuerda historias de su infancia y lo explica todo con detalle. “Colombia tiene una población económicamente activa de más de 24 millones de trabajadores y trabajadoras, una tasa de ocupación de 22 millones y solo un millón y medio está sindicalizado”, cuenta. Y añade: “La informalidad es el 58% y el desempleo del 11%”. Estos son sus principales desafíos. Al final de su labor, quiere haber reducido la tasa de desempleo a un dígito y haber creado miles de trabajos formales en la ruralidad.

Pregunta. ¿Cómo se siente ahora haciendo parte del gobierno después de estar toda la vida en la oposición, en la lucha sindical?

Respuesta. Es un poco extraño, pero siento que participo en un Gobierno que ayudé a construir, un gobierno del cambio en el que los movimientos sociales y populares serán protagonistas. En el Ministerio vamos a trabajar para cumplir los tres pilares que proponen el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez: justicia social, justicia ambiental y paz total. Para eso necesitamos cambiar la manera como nos relacionamos en el mundo laboral. En Colombia el trabajo está precarizado. Tenemos muchas deudas históricas con los trabajadores que vamos a intentar saldar.

P. ¿Cuáles serán los objetivos principales de su Ministerio?.

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R. Colombia es el segundo país más desigual de América Latina, el primero más desigual de la OCDE. Eso tiene que cambiar. Tenemos dos objetivos mínimos. El primero, cambiar las relaciones laborales entre los empresarios y los empleados. Colombia no puede seguir creciendo, avanzando, generando riqueza, sobre la base de recortar los derechos a los trabajadores. El segundo, generar nuevos puestos de trabajo y, sobre todo, reducir la informalidad.

P. ¿Cómo piensa bajar la informalidad?

R. La tasa de informalidad en Colombia es altísima; está en el 58%. Pero el mayor problema es la informalidad en el campo. Tenemos que crear una política pública específica para la ruralidad. En la última conferencia de la ONU se dictó una resolución que reconoce plenamente a los campesinos como sujetos de derechos. Tenemos que ponerla en marcha. Hay que desarrollar la agroindustria y garantizar la seguridad alimentaria. Si el campo produce más, se generan más empleos dignos. Para reducir la informalidad laboral en el campo hay que redistribuir la tierra. Ampliar la frontera agrícola para que los campesinos tengan donde cultivar y haya más producción de alimentos. Hay que hacer una reforma agraria integral. Eso, simplemente, es cumplir el primer punto del Acuerdos con las FARC. Además de la tierra, tenemos que garantizar programas de crédito y de asesoría técnica, y ayudarles a los campesinos a crear asociaciones, emprendimientos solidarios, cooperativas.

Gloria Inés Ramírez, Ministra de trabajo del gobierno de Gustavo Petro, durante entrevista en su oficina en Bogotá, Colombia, el 9 de septiembre del 2022. Foto: Diego Cuevas / El País
La ministra del Trabajo durante la entrevista con EL PAÍS.Diego Cuevas

P. ¿Cree que las cooperativas de campesinos son un camino para reducir la informalidad?

R. Sí. La economía solidaria es un modelo que no se ha aprovechado al máximo en Colombia y que puede ayudar a transformar el trabajo en el campo. Hay emprendimientos colectivos que pueden ser sostenibles y reducir la informalidad en pocos años. Por eso, la primera semana de octubre tendremos un foro con distintos países invitados para conocer experiencias exitosas.

P. Más allá de los ejemplos de otros países, ¿qué estrategias tiene para generar empleo?

R. Vamos a mantener y a ampliar programas de fomento al empleo que están funcionando. Por ejemplo, las empresas que generen un empleo nuevo entre jóvenes de 18 a 28 años reciben una ayuda del 25% del salario mínimo. Cuando contratan a una mujer, les damos un incentivo del 15%, y cuando abren un cupo nuevo para un hombre de 28 a 38 años, reciben el 10%. Con estas políticas se han generado más de 500.000 empleos. Nuestro eslogan es: para que Colombia avance necesitamos empresas sólidas, consolidadas, pero sin precarización laboral. Tenemos que acabar las formas de contratación que precarizan la vida de los trabajadores.

P. ¿Cómo evitar la precarización laboral?

R. Primero vamos a derogar la ley 789, de 2002, en la que el Gobierno de Álvaro Uribe dijo que para aumentar el empleo había que abaratar los costos laborales. Esta ley extendió la jornada diurna, que iba de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde, hasta las 10 de la noche. Estaba pensada para que generara 600.000 empleos en cuatro años, y era de carácter transitorio, pero no cumplió las metas. Quedó permanente hasta el día de hoy y a los trabajadores se les recortaron sus derechos.

P. ¿Qué plantea el nuevo gobierno?

R. Una cosa sencilla: que la jornada del día vuelva al día y la jornada de la noche vuelva a la noche. El ciclo biológico y vital, que se rompe cuando un trabajador tiene turnos de noche, tiene que ser reconocido económicamente y por eso el trabajo nocturno tiene un recargo en todos los países del mundo. Recuperar la jornada nocturna de seis de la tarde a seis de la mañana es sentido común. Lo que tú no duermas de noche, no lo recuperas nunca. Hay un esfuerzo, un riesgo.

P. Hay muchos empresarios que no estarán de acuerdo con esa medida...

R. Los empresarios no pueden decir que recuperar la jornada nocturna los va a quebrar. No vamos a cobrar el retroactivo, que sería lo justo. No les digo que devuelvan lo que ganaron en estos 18 años a costa de los trabajadores. Lo único que queremos es que a partir de ahora se reconozca la jornada diurna como diurna y la nocturna como nocturna. Es justicia laboral.

P. ¿Qué hará con empresas como Rappi, Uber, u otras plataformas digitales?

R. Las plataformas digitales son una nueva forma de trabajo. Nosotros tenemos que regularizarlas, reglamentarlas para que no vulneren los derechos de los trabajadores.

P. Su nombramiento generó revuelo en un sector de la sociedad que cree que una comunista no puede estar al frente del ministerio. ¿Qué mensaje les manda?

R. Yo he sido y soy una mujer de izquierda. Estar en este cargo no me hará cambiar mi forma de pensar. Al contrario, estoy aquí para trabajar por reducir las injusticias sociales. Estamos viviendo una transformación del modelo económico. La etapa del consenso de Washington ya pasó, ahora viene la de la integración latinoamericana.

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Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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