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El inquebrantable Navalni

El opositor político difunde una investigación centrada en el jefe de Gobierno, Dmitri Medvédev

Pilar Bonet

Autoproclamado candidato a la presidencia de Rusia, pese a estar en libertad condicional por una condena de cinco años por estafa, Alexéi Navalni no se rinde. El político ruso, de 40 años, conocido por sus investigaciones sobre la corrupción de la élite rusa ha vuelto a la carga. El informe sobre la corrupción en su país que ha difundido en YouTube acumula ya más de 8,8 millones de visitas.en YouTube. Todo un récord alcanzado en menos de dos semanas desde que el abogado y político de oposición publicó el resultado de una investigación centrada esta vez en el jefe de Gobierno, Dmitri Medvédev, hombre de confianza del presidente Vladímir Putin. Medvédev, que de 2008 a 2012 sustituyó a Putin al frente del Estado, es actualmente el líder del partido Rusia Unida, con mayoría absoluta en la Duma Estatal (cámara baja del parlamento ruso).

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Navalni, que aspira a competir por la presidencia de Rusia en las elecciones de 2018, ha acusado al primer ministro de ser el beneficiario de un imperio formado por lujosas y gigantescas mansiones en diversas zonas de Rusia (las afueras de Moscú, las regiones de Kursk e Ivánovo, las montañas del Cáucaso y en las costas del Mar Negro). A estas mansiones se sumarían más de 100 hectáreas de terreno en conjunto, una explotación agropecuaria y viñedos, así como propiedades inmobiliarias en Italia (una hacienda, viñas y una empresa de producción de vinos en la Toscana) y dos lujosos yates. Según Navalni, ese imperio se sustenta mediante una red de fundaciones controladas por un reducido círculo de allegados de Medvédev. A estas entidades teóricamente benéficas se ha transferido un mínimo de 70.000 millones de rublos (cerca de 1.130 millones de euros) en dinero y propiedad.

Implicados en operaciones opacas están, según Navalni, varios oligarcas (que efectuaron sospechosas donaciones), la administración presidencial (supuestamente por vender terreno a precio 200 veces inferior a su valor de mercado), bancos estatales (por financiar operaciones poco claras) y el ministro de Agricultura, Alexandr Tkachov, antiguo gobernador de la región de Krasnodar, donde están varios de los bienes inmuebles y propiedades mencionadas en el informe.

El Fondo de la Lucha contra la Corrupción (FLC), la entidad dirigida por Navalni, había denunciado en el pasado la supuesta corrupción y ostentación de diversos funcionarios, entre ellos el jefe de los ferrocarriles rusos, Vladímir Yakunin, posteriormente cesado, y también los negocios de los hijos del fiscal general, Yuri Chaika, a quien Navalni acusa de enriquecerse gracias a la complicidad de los subordinados de su padre. Al informe sobre la familia Chaika divulgado en las redes sociales accedieron cinco millones de personas, afirma el político de oposición.

El furor provocado por la investigación sobre Medvédev en YouTube contrasta con la indiferencia de los medios oficiales rusos, que han ignorado las acusaciones contra el primer ministro. Natalia Timakova, la jefa de prensa de Medvédev, ha dicho que el informe de Navalni tiene “un claro carácter preelectoral” y que “no tiene sentido” comentar “el ataque propagandístico de un personaje de oposición condenado, quien ha declarado que ya está realizando una campaña electoral y que lucha con las autoridades”.

Como estrategia, Navalni se ha autoproclamado ya candidato a la presidencia de Rusia. Sin embargo, la campaña no ha comenzado aún y no está claro si el político podrá competir en los comicios, al estar en libertad provisional, cumpliendo una condena de cinco años (por estafa en negocios forestales en la provincia de Kírov). A tenor de la ley rusa, una persona condenada y encarcelada por un delito no puede presentarse a elecciones, pero el hecho de que Navalni esté en libertad provisional —y no encerrado— crea ambigüedades que, según medios políticos, permitirán a las autoridades maniobrar a voluntad (dejar o no dejar participar) llegado el momento. Para Putin, cuya participación en los comicios se espera, aunque no ha sido anunciada, es muy importante ganar de nuevo con gran participación, según han hecho saber desde el Kremlin. También es muy importante que las elecciones aparezcan como fiables, y para ello Putin necesitará candidatos a los que pueda vencer sin problema, pero que sean percibidos como un desafío serio a su persona.

Según el politólogo Gleb Pavlovski, además de Navalni, para la presidencia de Rusia hay entre 10 y 20 buenos candidatos, incluidos gobernadores y altos funcionarios, y “la mitad de ellos” podría vencer al actual presidente en unas elecciones honestas. El problema de la cita electoral de 2018 es conseguir que se respeten las reglas, ya que, según la Constitución, un candidato sólo puede competir dos veces seguidas a la presidencia y, por lo tanto, los comicios de 2018 son probablemente los últimos en los que competirá Putin, de 64 años, si se tiene en cuenta que el mandato presidencial dura seis años y que, para concurrir de nuevo, Putin debería esperar como mínimo a 2029, es decir al fin de la legislatura de quien le sustituya en 2023. Esta circunstancia, paradójicamente, según Pavlovski, marca ya el fin de la era Putin y hace que la principal intriga de 2018 sea el juego de coaliciones entre personajes encumbrados gracias al actual presidente y deseosos de mantener sus influencias y su poder cuando Putin se vaya.

Navalni sabe utilizar las redes sociales para establecer contacto con la sociedad rusa, pero, si las encuestas son ciertas, el porcentaje de rusos que no le conoce supera aún a los que sí lo hacen. Según un sondeo del centro Levada de febrero de 2017, un 53% no sabía quién era Navalni y un 47% si lo sabía. En abril de 2011, estas proporciones eran de 93% y 6% respectivamente. Tan solo en septiembre y octubre de 2013, cuando el político de oposición quedó en segundo lugar en los comicios por la alcaldía de Moscú, el porcentaje de quienes le conocían aventajó a quienes ignoraban su existencia. De quienes le conocen, un 10% contempla la posibilidad de votar por él y un 83% no lo votaría.

En cuanto a la corrupción, este fenómeno figura en quinto lugar (con un 28%) en la lista de preocupaciones de los rusos, según otra encuesta de febrero realizada también por el centro Levada. La lista de inquietudes va encabezada por la subida de los precios (69%), seguida del empobrecimiento (50%), el paro (42%) y la crisis económica (34%). La corrupción de los dirigentes no sorprende a los rusos, afirma el sociólogo Denis Vólkov, que, citando un sondeo de febrero de 2016, afirma que una cuarta parte de los rusos están convencidos de que sus dirigentes son corruptos “de la cabeza a los pies”. Esto, afirma el sociólogo, no afecta a la valoración de los ciudadanos sobre el trabajo de los líderes, a quienes los rusos les toleran ser corruptos a condición de que trabajen con eficacia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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