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Grecia reclama ayuda a la UE ante la creciente tensión de la crisis migratoria

Un ataque a la oficina de asilo en Lesbos refleja la desesperación de los confinados

Naiara Galarraga Gortázar

Las oficinas en las que los expertos en asilo de la UE entrevistan a los posibles refugiados que llegan aún a diario a Lesbos han sido gravemente dañadas este lunes con cócteles molotov por un grupo de migrantes que protestaban por la lentitud de los trámites. El suceso refleja la creciente desesperación de quienes se han ido quedando atrapados tras el pacto UE-Turquía, que ha frenado pero no eliminado las llegadas. El descontento de los isleños y la preocupación de las autoridades, locales y europeas, también van en aumento. Ante las crecientes dificultades, las autoridades griegas reclaman ayuda a sus socios de la UE.

Bomberos junto a las oficinas de asilo en Lesbos este lunes.
Bomberos junto a las oficinas de asilo en Lesbos este lunes.AP

Grecia se enfrenta, en una gravísima situación económica, al desafío de gestionar la atención de las 60.000 personas, buena parte de ellos refugiados en busca de amparo, que han quedado varadas en su territorio tras el cierre de las fronteras del norte y el acuerdo con Turquía para que impida las salidas (pacto que el Gobierno de Atenas sí apoya). No obstante, el flujo persiste: ahora llegan un centenar de personas diarias, que se van acumulando en las islas. Y van pasando las semanas y los meses. Y llegan muchos más de los expulsados.

El Gobierno griego sostiene que ha asumido su parte, pero implora ayuda al resto de los países de la Unión Europea para afrontar las necesidades más básicas y perentorias y para establecer a medio plazo un marco migratorio de la UE que alivie a los países que están en primera fila. El principal motivo del enfado griego es que el acuerdo que la Comisión Europea ideó e implantó hace un año para repartir por toda la Unión a 160.000 migrantes que asfixiaban a Grecia y a Italia solo ha logrado el traslado de 5.000 personas.

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El ministro de Inmigración griego, Ioannis Mouzalas, un ginecólogo que trabajó en Médicos sin Fronteras, ha criticado a los países del Este y a Austria por haber boicoteado desde el principio la reubicación para ahora decir que no funciona. “Lo que ellos llaman solidaridad flexible es que Grecia e Italia se los quedan (a los migrantes) y les daré unas mantas y unos guardas de fronteras”, ha ironizado porque ni siquiera lograr eso es fácil. “Pero la solidaridad en la UE es un concepto legal”. Según Mouzalas, una parte de la ayuda que ha recibido su país ha sido entregada directamente por países como Alemania, Suecia, Holanda o Portugal.

Los migrantes en las islas suman ya más de 15.000. Allí “tienen techo, comida pero no tienen dinero ni perspectivas. Están frustrados, iracundos, muchos han vendido todas sus propiedades….”, explicaba el ministro de Inmigración Mouzalas a un grupo de periodistas europeos invitados por la delegación de la Comisión Europea en Atenas para un seminario sobre migración. “Por eso queremos trasladar, bajo custodia, al continente a algunos”, ha añadido, “pero algunos creen que eso generará un efecto llamada”.

Lesbos, Chíos, Samos… son el eslabón más débil del sistema de acogida en Grecia. El ataque a los funcionarios de Easo (La Oficina Europeo de Apoyo al Asilo), que ha evacuado a su personal y ha suspendido temporalmente sus tareas allí, ha ocurrido en el centro de detención de Moria (en Lesbos), donde hace unas semanas hubo otro incendio intencionado que obligó a una gran evacuación. Los vecinos de la isla, que fueron de los primeros en destacar por su generosa acogida de los refugiados sirios, temen ahora que el lugar se convierta en un centro de procesamiento de extranjeros, según Mouzalas. “La situación en las islas es desesperada”, ha sentenciado el comisario de Inmigración, el griego Dimitri Avramopoulos.

Una solución sería agilizar la tramitación de las peticiones de asilo pero las autoridades griegas están empeñadas en que el proceso se haga con todas las garantías aunque eso requiera tiempo. Y eso hace que el ritmo de expulsiones (la mayoría de los devueltos a Turquía han sido paquistaníes y bangladeshíes sin derecho al asilo) sea lento. Y además, los otros Estados de la UE responden con tacañería a las peticiones de Easo para que envíen funcionarios expertos en asilo que hagan una primera evaluación de si los migrantes tienen derecho a protección internacional o no. “En el caso más exagerado nos ofrecieron patrullleros de tráfico, según ha relatado su director, José Carreira. Como los que arriban ahora piden sistemáticamente asilo vengan o no de un país en guerra o estén perseguidos (antes lo hacía solo el 2% porque Grecia era tránsito, no destino), las solicitudes se acumulan y las manos para gestionarlo son limitadas. Ahora mismo la oficina de asilo de la UE tiene 127 personas en las islas, la mitad expertos, la mitad intérpretes.

La actitud de los isleños va cambiando porque también ha variado el perfil de los que llegan. Si a comienzos de este año casi dos tercios eran mujeres y niños, ahora son menos, tampoco hay tantos sirios y proliferan otras nacionalidades entre las que proliferan los inmigrantes económicos, entre otros motivos porque el precio de la travesía por el Egeo se ha desplomado: de los mil euros que llegó a costar en el momento álgido de la crisis se ha desplomado a 150 euros, según el responsable en Grecia de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Daniel Esdras.

El jefe de Acnur en Grecia, el francés Philippe Leclerc, ha destacado que las autoridades locales lograron desmantelar en dos semanas de este verano el campamento de migrantes que se formó en Idomeni con el cierre de la frontera con Macedonia, donde se acumularon 10.000 personas, tantas como llegó a haber en de Calais (Francia).

Las autoridades griegas, con ayuda de la Comisión Europea, tuvieron que levantar los primeros campos para refugiados en territorio de la UE. Son unos 50 repartidos por todo el territorio continental griego. Acnur ha logrado localizar 13.000 plazas de alojamiento en apartamentos con cocina y necesita 7.000 más para cuando llegue lo peor del invierno, según Leclerc. El Gobierno está en el proceso de escolarizar a 20.000 niños, y ha puesto en marcha una vasta operación para recibir y tramitar casi 30.000 solicitudes de asilo. Pero esta es una crisis cambiante que requiere respuestas inmediatas. “Necesitamos mantas ahora, no en primavera. Y, si mandas los expertos a las islas dentro de cuatro meses, es tarde”, ha recalcado el ministro Mouzalas.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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