Grecia inicia la evacuación del campo de refugiados de Idomeni
Cerca de 8.500 personas serán trasladadas en los próximos días a centros de acogida del país
Dos días después de superar la última prueba del Parlamento, que validó el enésimo paquete de ajustes para lograr el plácet del Eurogrupo a la revisión del tercer rescate, el Gobierno griego ha iniciado el desalojo del campamento informal de refugiados de Idomeni, en la frontera griega con la Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM, en sus siglas inglesas) y convertido desde finales de febrero en un aparcamiento de seres tras el cierre de la ruta balcánica.
Nueve unidades de los MAT, fuerzas antidisturbios de la policía, se han trasladado desde su base, en las afueras de Atenas, hasta Kilkís, la mayor localidad cercana a Idomeni, para proceder a desalojar a de los 8.500 migrantes concentrados en el campo, y trasladarlos a otros campamentos oficiales, habilitados en las últimas semanas por el Ejército y gestionados por ONG, la mayor parte en el norte de Grecia. De los más de 54.000 refugiados e inmigrantes económicos que hay actualmente en Grecia, en torno a 30.000 se concentran en las provincias del norte.
Después de prohibir el acceso a la zona del campamento a los periodistas, cerca de 1.400 agentes de la Policía se han desplegado para llevar a cabo la evacuación. Las evacuaciones se han iniciado en los puntos más cercanos a la carretera y continuarán en dirección a la frontera.
El desalojo, que el Gobierno había intentado culminar, en paralelo al de otro campamento informal, el del Pireo, antes del 1 de mayo pasado, fue confirmado por Yorgos Kyritsis, coordinador del Gobierno para la crisis migratoria. “Estará completado en una semana, como máximo diez días”, anunció el portavoz; "en este momento tenemos disponibles 6.000 plazas en centros de acogida y habrá 8.000 en unos días". El papel de la policía, cuyo despliegue ha sido duramente criticado por organizaciones humanitarias y de activistas, “será evitar que haya enfrentamientos y contribuir al traslado de los refugiados a los centros de acogida”, seis antiguas fábricas rehabilitadas como albergues, informaron fuentes policiales; según el diario To Vima, los agentes han recibido instrucciones expresas de no usar la fuerza. Los primeros desalojados serán los 2.000 que bloquean las vías del tren de mercancías, en el cruce mismo de la frontera. En sus días de apogeo, Idomeni llegó a tener una población flotante de alrededor de 15.000 migrantes.
Aunque en los últimos 15 días han sido desalojados unos 2.000 a centros recién abiertos en el norte del país, los migrantes se han resistido a ser evacuados desde que empezaron los primeros intentos de limpiar la zona, a finales de marzo, víctimas de la desinformación y los rumores sobre una pronta reapertura de la frontera o simplemente renuentes a alejarse de esta. No sólo han sobrevivido prácticamente a la intemperie, en escuálidas tiendas de campaña azotadas por la lluvia y el viento y en medio de un mar de barro, también han soportado las frecuentes cargas con gases lacrimógenos de la policía macedonia para impedir cualquier intento de cruzar por la fuerza la valla que separa ambos países, el último de ellos hace apenas unos días. ONG como Médicos Sin Fronteras han denunciado reiteradamente el recurso a la violencia policial sobre civiles vulnerables, la mayoría de ellos niños (38%) y mujeres (21%). De hecho, la ONG se ha retirado temporalmente en tres ocasiones, por la falta de seguridad para prestar sus servicios.
“Algo como Idomeni no puede mantenerse. Sólo sirve a los intereses de los traficantes de personas”, subrayó Kyritsis sobre el desalojo, una opción que no sólo estaba en los planes del Gobierno griego, sino que fue objeto de recomendación expresa por un grupo de europarlamentarios que visitaron el campo la semana pasada; también la Comisión Europea respaldó este lunes la decisión de Atenas. “Sacar a todos los refugiados de la desgracia que supone Idomeni va en su propio beneficio, lo principal es que vivan en condiciones humanas”, recalcó Kyritsis.
“En Idomeni han nacido niños, se ha celebrado un matrimonio [de una pareja de refugiados sirios], ha habido un brote de hepatitis A en un menor que felizmente no pasó a mayores, al ser evacuado a un hospital… Aquí han corrido muchas lágrimas y, lo que es peor, se han secado todas las esperanzas de proseguir viaje de los refugiados, ya que FYROM mantendrá su frontera cerrada a cal y canto hasta finales de año”, explica por teléfono el psicólogo Yorgos Kalieryis, voluntario de Salónica presente en el campo desde octubre y que se ocupa de los menores. “No estoy de acuerdo con muchas de las medidas del Gobierno, sobre todo los últimos ajustes, pero coincido en que Idomeni debe desmantelarse por el bien de todos… Si no ha pasado nada ha sido porque Dios no ha querido, porque las condiciones infrahumanas propiciaban desgracias mayores. De hecho, no entiendo la oposición de algunos activistas: los que viven allí, bajo el sol o la lluvia, a diario, son los refugiados, no ellos. Y esta no es vida que merezca llamarse humana”.
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