El matrimonio homosexual avanza, las leyes anti-gay también
Las bodas entre personas del mismo sexo son legales en 22 países. Mientras, una oleada de Estados prepara normas para reprimir al colectivo LGTBI
El matrimonio igualitario avanza con paso firme en occidente. Desde el primer enlace entre personas del mismo sexo, celebrado en Holanda hace ya 15 años, 22 países han legalizado las bodas gais. Los últimos, Irlanda, México, Estados Unidos y Colombia; los cuatro en 2015, un año histórico para los derechos civiles. Pero mientras una parte del mundo camina hacia la igualdad de derechos, otra oleada de países, como Bulgaria o Kirguistán, prepara leyes que, aludiendo a la moralidad, discriminan, reprimen e invisibilizan a los gais, lesbianas, transexuales, bisexuales, e Intersexuales (LGTBI). El 17 de mayo se celebra el Día internacional contra la Homofobia y la equidad está lejos de ser real: las relaciones homosexuales son todavía delito en 75 países del mundo; en siete de ellos la condena puede ser a muerte.
Hace unos días, la policía nigeriana arrestó a seis personas por mantener relaciones homosexuales en la ciudad de Benin, en una de las 12 provincias del país que lo consideran “delito contra natura”. Los arrestados, la mayoría veinteañeros, se enfrentan ahora a penas de hasta 14 años de cárcel. Y el suyo no es un caso aislado. Nigeria es, junto con Egipto, Gambia, Arabia Saudí, Irak, Rusia, Irán e Indonesia, uno de los Estados que reprimen más activamente a los homosexuales, según el informe anual de la Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA), hecho público este martes.
El estudio, que hace una radiografía de los derechos de las personas LGTBI en todo el mundo, alerta, además, del creciente número de países que apuestan por leyes antigais. Normas que, aludiendo a razones como la moralidad o la protección de los menores, restringen la libertad de expresión y las informaciones relacionadas con minorías sexuales o que hablan de relaciones que sus Gobiernos consideran “no tradicionales”.
En los últimos tres años, Rusia, Argelia, Nigeria y Lituania han aprobado este tipo de normas, que llaman de “propaganda” y que ya existían en una decena de Estados. Además, explica Aengus Carroll, el autor del informe, otros seis países –Ucrania, Bielorrusia, Bulgaria, Letonia, Kazajistán y Kirguistán-- debaten medidas que siguen los pasos de leyes como la rusa, que prohíbe hablar de la homosexualidad, o la nigeriana, que prohíbe el registro de clubes, organizaciones o manifestaciones gais, y que castiga con hasta 10 años de cárcel a quien tome parte en alguna de estas actividades.
Sin olvidar lo que está ocurriendo en los últimos meses en Estados Unidos con leyes antigay como las de Carolina del Norte y Misisipí. Estados en los que se dificulta el acceso a los baños públicos a los transexuales o se puede denegar servicios a parejas gais, si se aluden motivos religiosos.
Una realidad que contrasta radicalmente con la prohibición de las terapias denominadas “de conversión” en algunos países. O con la aprobación en cada vez más Estados de medidas específicas contra los delitos de odio, que agravan las infracciones cometidas por razón de orientación sexual, explican Helen Nolan y Diana Carolina Prado Mosquera, encargadas de programas de la ONU.
Por no hablar de una de las mayores victorias contra la discriminación en varias décadas –también por lo simbólico--: la legalización en todos los Estados de EE UU del matrimonio igualitario, a raíz de una sentencia del Tribunal Supremo. Una decisión que sumada a otras similares en Brasil, Colombia o México ha supuesto el colofón a un lustro de avances en un continente que, por otra parte, es bastante conservador en el terreno de los derechos sexuales y reproductivos –como en el acceso a la contracepción o la penalización del aborto–.
A pesar de estos enormes pasos, el mapa que radiografía los derechos de las personas LGTBI revela una enorme desigualdad. “Las leyes de matrimonio igualitario y de uniones civiles suponen grandes progresos, pero están muy limitados a los países occidentales”, apunta también el autor del informe de ILGA, que se hace público en el Día Internacional contra la Homofobia –señalado el 17 de marzo para conmemorar la eliminación, en 1990, de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud (OMS)–.
De hecho, la primera encuesta a nivel mundial sobre las actitudes hacia las personas LGTBI encargada por ILGA muestra que el 45% de la población está en contra del matrimonio igualitario. En Europa –donde 12 países permiten las uniones civiles entre personas del mismo sexo pero no los matrimonios–, un 34% de los encuestados apoyan abiertamente las bodas gais; en África no llegan al 17%. La encuesta, realizada por la consultora canadiense Riwi Corp a través de entrevistas online a casi 97.000 personas de 65 países, muestra también que muchos ciudadanos creen que la homosexualidad es un fenómeno de los países desarrollados.
Eso es lo que piensan el 47% de los encuestados en África y el 42% de los sondeados en Asia. En Europa y América, quienes piensan que las relaciones entre personas del mismo sexo conciernen sólo al llamado primer mundo no pasan del 24% de los encuestados.
Además, un cuarto de la población mundial, de media, opina que la homosexualidad debe ser un delito. Un porcentaje que también varía mucho por zonas. En África, donde se concentra el mayor número de países represores, el 45% de los encuestados consideran que debe criminalizarse (sobre todo en Ghana, Nigeria y Uganda); en Asia, un 34% están muy de acuerdo con ello. Mientras, en América lo piensan un 15%; en Europa, un 17% y en Oceanía, un 14%.
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