_
_
_
_

Nueva tragedia al naufragar una barcaza que se dirigía a Lampedusa

Al menos 34 personas fallecen en el Canal de Sicilia, entre ellos varios niños

Supervivientes del naufragio son subidos este viernes a una lancha neumática.
Supervivientes del naufragio son subidos este viernes a una lancha neumática.EJÉRCITO DE MALTA (EFE)

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, declaró el miércoles que nunca olvidará los 280 ataúdes, algunos de ellos blancos, alineados en un hangar del aeropuerto de Lampedusa. De haber llegado este viernes, hubiese visto 339. Y el sábado, 389 o tal vez más. Cuando aún continúan rescatándose cadáveres del barco hundido la pasada semana, otra barcaza con unos 250 inmigrantes a bordo volcó ayer por la tarde en el canal de Sicilia, a unas 70 millas náuticas (130 kilómetros) al sur de Lampedusa.

La Marina de Malta explicó que el naufragio se produjo a las 17.15. Un avión militar en vuelo de reconocimiento sobre el canal de Sicilia avistó una barcaza repleta de inmigrantes, quienes, para hacerse notar, empezaron a moverse haciendo señales desesperadamente. Según las primeras hipótesis, la agitación desestabilizó la precaria embarcación hasta hacerla naufragar. Una vez activada la alarma, dos buques de la Armada italiana —Lybra y Espero— y una patrullera de Malta se acercaron a la zona. De los 250 inmigrantes que, según las primeras informaciones, viajaban en la barcaza, 56 fueron rescatados por los barcos de la Marina italiana y 147 por la patrullera maltesa. Al menos 34 personas, entre ellos 10 menores, murieron.

Las Fuerzas Armadas de Malta aseguraron que la barca ya estaba bajo vigilancia por parte de su centro de coordinación y salvamento después de que, a través de un teléfono satelital, tal vez desde un barco que transitaba por la zona, se efectuara la primera llamada de alarma a las autoridades marítimas italianas.

Fue desde Italia desde donde se alertó a la Marina de Malta: “Parecía dirigirse a Lampedusa, daba la impresión de inestabilidad”. Al parecer, algunos inmigrantes llevaban puestos chalecos salvavidas y otros no. Helicópteros italianos, que nada más llegar a la zona lanzaron salvavidas, lograron izar a un buen número de náufragos, entre ellos varios heridos y unos 10 niños, que fueron llevados hacia la isla de Lampedusa. Durante el rescate, un portavoz de la Marina italiana informaba alarmado: “Hay al menos 200 personas en el mar. Los helicópteros intentan recogerlas”.

La nueva tragedia se produce solo una semana y un día después de que un barco con más de 500 inmigrantes a bordo se incendiara y naufragara frente a Lampedusa. Solo 155 lograron salvarse y ya son 339 los cadáveres recuperados. Ayer mismo, se localizaron 28 de entre los restos del barco hundido.

Como, desgraciadamente, se pudo comprobar anoche, el gran naufragio del 3 de octubre no fue el último, pero tal vez sí el que marque un punto de inflexión. Europa ya no puede alegar que no sabía. La terrible fotografía de centenares de ataúdes marcados solo por un número, más visible sobre el blanco de los ataúdes infantiles, no puede ser enviada al mismo saco del olvido en el que han ido cayendo, año tras año, las llamadas de socorro que, hacia Italia y hacia Europa, han lanzado la alcaldesa de Lampedusa y hasta el Papa de Roma. El llamado “fenómeno de la inmigración”, que en Italia y en otras partes de Europa despierta los peores fantasmas del racismo y la xenofobia, tiene en el canal de Sicilia, en las playas de Lampedusa, su perfil más dramático. En su visita del pasado miércoles —casi una semana después de la tragedia—, José Manuel Durão Barroso y el primer ministro italiano, Enrico Letta, no solo pudieron observar en directo el drama de los muertos, sino también el de los vivos. El mal llamado centro de acogida —es un centro de internamiento con peores condiciones que la peor de las cárceles— es “una vergüenza”, y así no tuvieron más remedio que reconocerlo los dos mandatarios, para Italia y para Europa.

Pero, a pesar de la magnitud de las tragedias del día 3 o de este viernes, de la conmoción provocada por tantas víctimas agrupadas en tan poco espacio de tiempo, se trata de una pequeña parte de los miles que han perdido la vida en los últimos años.

Desde 1990, el drama de la inmigración ha arrojado a la isla siciliana más de 8.000 cadáveres —de ellos, 2.700 durante 2011, coincidiendo con el conflicto de Libia—. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, desde el inicio de 2013, Malta y Lampedusa han acogido a 32.000 personas, de las cuales dos tercios han solicitado después el asilo.

Pero no ha sido hasta la pasada semana cuando Europa parece haberse dado cuenta de la crueldad de la tragedia. El grito de la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, al primer ministro Enrico Letta —“el mar está lleno de muertos. Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo”— tardó casi una semana en ser respondido.

Aquella barcaza, como muchas de las que cruzan el canal de Sicilia, había partido del puerto libio de Misrata tres días antes. Era solo uno más de los muchos que prueban suerte con el sueño europeo durante los meses del buen tiempo. Los últimos días del verano, las mafias intensifican el envío de barcos para agrandar su negocio.

Éxodo hacia el último confín de la UE

El estrecho o canal de Sicilia, que separa la isla italiana de la costa africana de Túnez, es el último obstáculo geográfico que miles de inmigrantes intentan salvar cada año para entrar en Europa. Esta franja de agua de unos 140 kilómetros de ancho se ha tragado la vida de 8.000 de ellos desde 1990, 2.700 solo en 2011, coincidiendo con el estallido de las primaveras árabes.

El tráfico de barcazas aumenta durante los últimos días del verano, coincidiendo con el final del buen tiempo. Hace nueve días un barco con medio millar de personas procedente del puerto libio de Misrata se incendió frente a la isla de Lampedusa, a 205 kilómetros de Sicilia y a 113 de la costa africana. Con la localización ayer de nuevos cadáveres, las autoridades italianas elevaron los muertos a 339. Los supervivientes aseguran que barcos de pesca ignoraron sus gritos de auxilio. Aquel día, apenas unas horas antes del naufragio, otros 463 refugiados sirios habían arribado a Lampedusa. El 30 de septiembre 13 inmigrantes de Eritrea se ahogaron a unos 50 metros de la playa siciliana de Sampieri.

Solo unas horas antes del naufragio del día 3, otro barco había arribado a Lampedusa con 463 inmigrantes a bordo y, el lunes 30 de septiembre, 13 jóvenes de nacionalidad eritrea se ahogaron a solo unos metros de la playa siciliana de Sampieri. Más y más muertos sin nombre llamando a la puerta de nuestra indiferencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_