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Generación sin prejuicios

Anaïs Vauxcelles, creadora de 404 Studio, y su prima y modelo Andrea Chumillas.
Anaïs Vauxcelles, creadora de 404 Studio, y su prima y modelo Andrea Chumillas. Ximena y Sergio

Crean comunidades virtuales, actualizan técnicas tradicionales y apuestan por la sostenibilidad y el fin de los estereotipos. Así escriben su futuro cinco jóvenes diseñadores españoles con proyección global.

LOS JÓVENES diseñadores emergentes —libres de prejuicios y cargados de propuestas originales— inician su carrera en una época convulsa e incierta. El cambio de paradigma que la industria de la moda afronta desde hace años se ha visto acelerado por la irrupción de la covid y sus secuelas económicas y sociológicas. En mitad del huracán, tratan de hacerse un hueco planteando nuevas formas de competir y de concebir las prendas. Redefinen el vestuario y, con él, el concepto de género, se sirven de la tecnología y el arte, crean comunidades virtuales, exploran viejas técnicas y las renuevan, lanzan poderosos y necesarios mensajes con la sostenibilidad, la artesanía y la diversidad por bandera.

Carlota Barrera, Pepa Salazar, Anaïs Vauxcelles, Quique Vidal y Paloma Wool muestran su particular visión y posan junto a sus respectivas musas. Reclaman plataformas de visibilidad, apoyo económico e institucional, pero, al mismo tiempo, gracias a la concepción global de sus proyectos, se han labrado un hueco en el sector y la admiración internacional. Apunten sus nombres. Son las grandes apuestas y escriben el futuro de la moda dentro y fuera de España. 

Carlota Barrera, sastrería libre de complejos

Obsesionada desde adolescente con la cultura inglesa, Carlota Barrera decidió estudiar sastrería en el prestigioso London College of Fashion. Allí, con su colección de fin de máster, la asturiana consiguió llamar la atención de la prensa. “Entonces solo pensaba en cerrar esa etapa y empezar a trabajar”, recuerda. Hoy, menos de tres años después de que aquella presentación viese la luz, se postula como una de las grandes promesas del diseño de moda español.

A sus 28 años, Barrera se ha fogueado en marcas como Richard Queen, Pedro del Hierro y Carmen March. “No tenía ninguna idea preconcebida de cómo quería que fuera mi firma porque me parecía un sueño irrealizable”, asegura. Hacerse con el galardón Who’s on Next 2019, de Vogue, dotado con 100.000 euros, supuso el reconocimiento a su trabajo y el impulso que necesitaba para decidirse a dedicar todos sus esfuerzos a su marca homónima.

Su reconocible estampado a cuadros, el uso de tejidos como el terciopelo o el satén y los cortes y patrones atípicos destacan en el sobrio y hermético mundo de la sastrería masculina. Diseña para gente que se siente cómoda con su cuerpo y es capaz de lucir cualquier prenda sin sentirse encasillado. "Mis diseños están pensados para un cliente con conciencia de género. Me interesan las nuevas masculinidades", confirma. A los chicos (y a un buen número de chicas) de Carlota Barrera les gusta la moda, se divierten con ella, compran online y son fieles a su firma.

“En Inglaterra noto que hay menos prejuicios en el vestir; es la cuna del punk y eso me da la energía, los estímulos visuales y la libertad que necesito para crear”, explica. Sin embargo, en muchas ocasiones también recurre a sus raíces españolas para inspirarse. Su primera colección, The Matador and the Fisherman, presentada en 2018, fue directamente “una oda a España”, como ella misma reconoce. Desde entonces, este referente se refleja más sutilmente en colores, formas, bordados y en la estructura de las prendas, que a menudo beben del traje de luces.

La marca Carlota Barrera parte de la idea de embellecer el cuerpo y no esconderlo tras la ropa. “Para mí no hay nada más horrible que tener una prenda maravillosa que se queda en el armario porque es incómoda”, afirma. Sin miedo a romper convencionalismos, apostando por diseños atemporales y el trabajo artesanal, el proyecto creado por Barrera ha generado tantas expectativas dentro como fuera de España.

Pepa Salazar, fuerza conjugada con erotismo

El poder de la moda para Pepa Salazar reside en el discurso que es capaz de generar. A la diseñadora de 30 años le atrae la idea de que detrás de cada prenda haya un concepto y no solo un diseño bonito. Bajo su visión, la ropa tiene más de sociología que de industria. Lo que vestimos habla de quiénes somos como sociedad y evoluciona con nosotros. "Los diseñadores somos responsables de trasladar las inquietudes de la gente", afirma.

En concreto, esta valenciana afincada en Madrid juega a redefinir la figura de la mujer a través de sus creaciones y reinterpreta la feminidad. "Intento plasmar a una mujer con personalidad, inquieta culturalmente pero a la vez sexy y segura de su sexualidad; que todas esas cualidades no sean contradictorias", explica. Precisamente es ese equilibrio entre fuerza y erotismo el que ha logrado que Rosalía, Kim Kardashian, Nathy Peluso y la actriz Ester Expósito luzcan sus prendas y den vida a los distintos tipos de mujer que su firma representa. "Para mí es muy satisfactorio cuando personas por las que siento admiración y cuyo trabajo y talento valoro visten mis prendas".

En sus colecciones figuran corsés, piezas de tul con patrones deconstruidos que no son lo que parecen a simple vista y transparencias. Todo en tonos empolvados y luminosos. Pero también nailon, correas, cortes masculinos y ropa deportiva. La dualidad en la que se mueve su trabajo le ha permitido colaborar con otras marcas tan dispares como Tous y Nike sin perder la coherencia. Versionó el icónico oso de la casa joyera como parte de su colección primavera-verano 2019 y desarrolló prendas con la multinacional deportiva que no se destinaron a la venta, pues su objetivo único era reivindicar el papel de la mujer en los deportes.

"Durante la cuarentena he tenido la sensación de que la moda es una industria bastante prescindible. De ahí la importancia de tener un mensaje", opina. Ahora siente que es un buen momento para que las marcas, empezando por la suya, se planteen cambios tanto en la forma de producir y vender como en términos de diversidad —apostando por castings más inclusivos— y sostenibilidad, cuidando los talleres locales. "Hemos vivido un momento barroco en la moda donde prácticamente importaba más el desfile y el espectáculo que la propia ropa", reflexiona. Por el momento, Salazar ha decidido no llevar sus colecciones a las pasarelas. "Cada vez le veo menos sentido", afirma. Y este, prevé, solo ha sido el primer cambio de muchos que vendrán.

404 Studio, técnicas tradicionales al servicio de la modernidad

Si bien es nativa digital y sus diseños son contemporáneos y atrevidos, la firma de Anaïs Vauxcelles recibe el nombre de 404 Studio —como el famoso error de dominio de Internet—, por su contraste con el método tradicional que emplea en la gran mayoría de sus creaciones: el ganchillo. Sujetadores, bolsos e incluso trajes completos de sorprendentes siluetas y colores son producidos artesanalmente por la diseñadora valenciana de 29 años, que se ha convertido en toda una experta en la técnica gracias a las enseñanzas de su madre.

Además de una manera de reinventar las normas establecidas sobre el croché, “404 Studio no es solo una firma de moda, sino un laboratorio de creación donde convergen ideas de distintos artistas independientes”, comenta. Solo en Holy Mountain, su última colección para la temporada de otoño-invierno 2020, contó con la participación de Pardo Hats para los sombreros, New Rock para los zapatos, Belfry para los bolsos, Lavani para las joyas y con el artista plástico Álex Marco. Especialmente en este momento tan complejo para el sector, Vauxcelles tiende la mano al talento local y pretende poner en valor la riqueza de la orfebrería española trabajando con artesanos de Barcelona y Valencia.

La firma es un catalizador de las numerosas inquietudes de su creadora, empezando por la música. Intérpretes como Dua Lipa, Ed Sheeran, Brisa Fenoy, Bad Gyal y Mala Rodríguez son algunos de sus clientes. También el cine ha inspirado desde la primera hasta la última colección. La serie de televisión Twin Peaks; la película Suspiria, de Dario Argento, o personajes icónicos como Cleopatra, encarnada por Elizabeth Taylor, y la Lolita de Kubrick han jugado un papel fundamental en el diseño de las piezas. Era cuestión de tiempo que las prendas de Vauxcelles se mostraran en la pequeña pantalla. Este año ha visto su oportunidad en la serie Veneno, dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi, donde sus protagonistas lucen ropa de la firma.

Becomely, diseños con conciencia social

Lo que arrancó como un juego ha terminado marcando la vida profesional de Quique Vidal, que a sus 24 años dirige, desde hace siete, la firma de moda Becomely. Sus profesoras del instituto y su madre fueron las primeras en lucir sus prendas y, sin saber muy bien cómo, comenzaron a llegar más encargos. "Soy autodidacta", asegura. "Empecé a aprender tanto patronaje como diseño por mi cuenta gracias a los vídeos que encontraba en Internet". Cuando vio que la universidad no era como imaginaba, cambió su Valencia natal por Madrid, desde donde continúa trabajando.

Sus delicados vestidos de jacquard con volúmenes y camisas clásicas conforman un universo marcado por lo inocente y lo sexy con el que ha cautivado al mercado asiático. Más allá del componente estético, es el trasfondo social de la firma lo que convierte a las clientas en incondicionales: "La mayoría de nuestras prendas están confeccionadas en APRAMP, una ONG ubicada en Madrid que ofrece ayuda, formación y trabajo a mujeres víctimas de la trata y la explotación sexual".

El uso de la tecnología es el siguiente ingrediente que conforma la marca. “Hace dos años me hice con una impresora 3D para fabricar las joyas de la firma que están hechas de materiales biodegradables de origen vegetal”, detalla. Tanto estas como las prendas se elaboran bajo pedido —de esa forma no acumulan stock y no producen desperdicio— y se hacen en España, desde los botones hasta las florituras, con el fin de mantener la tradición local y apoyar a los oficios y comercios. También favorecen la personalización de cada pieza. Alargan o acortan vestidos e imprimen pendientes a gusto del comprador. “Si, por ejemplo, una clienta ha sufrido un cáncer de mama, modificamos la prenda para que se adapte mejor a su cuerpo. Además de generar una venta, estamos ayudando a una persona. Eso nos llena y nos hace disfrutar de lo que hacemos”.

Paloma Wool, visión artística y colaborativa

Las rebajas, los calendarios y las tendencias efímeras no forman parte de las normas por las que se rige Paloma Wool, que desde sus inicios en abril de 2014 se proyectó como una firma de moda diferente al resto. Incluso antes de su fundación, Paloma Lanna, de 30 años, se dio cuenta de que no creía en el sistema que seguían la mayoría de las marcas. "Por eso empecé mi propia firma, para romper con ello y además desarrollar un lenguaje personal". Para la creadora tiene más sentido que las prendas no estén sujetas a temporadas y así no pierdan valor con el tiempo.

Tras formarse en Administración y Dirección de Empresas y trabajar en Nice Things, la marca de sus padres, lanzó su primera colección compuesta por prendas decoradas con fotografías de sus viajes. Al estilo del diseñador Martin Margiela, “estampamos el número de serie en la espalda y las vendimos junto con la foto impresa”, recuerda la creadora donostiarra. Esa fórmula de pequeñas cápsulas atemporales continúa vigente. “Somos muy flexibles, si vemos que algo gusta, sencillamente, lo repetimos”.

También la colaboración con artistas le dio identidad a su idea. “Intentamos que no se percibiese únicamente como una firma de moda, sino como un proyecto artístico en el que convergen muchas disciplinas”. Paloma Wool es ahora un universo del que han querido formar parte desde ceramistas, interioristas, y bailarines hasta pintores como Irene Royo. Buena parte de su éxito se lo debe también a las redes sociales, donde su equipo cuida cada imagen; y de forma orgánica, ha conseguido formar una gran comunidad (cuenta con más de 40.000 seguidores en Instagram).

La mayoría de sus prendas se producen con tejidos 100% naturales en Barcelona y Alicante, y gracias al e-commerce sus clientas proceden de todo el mundo. La modelo Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford, es una de ellas: "Compró un par de veces sin que nos diéramos cuenta y nos escribió en Instagram diciendo que le gustaba mucho la firma". El gusto por los tejidos, el arte y los colores que adquirió la emprendedora a muy temprana edad son las bases del imaginario femenino y alegre de Wool.

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