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Manuel Serrano I Biólogo Molecular

“A los charlatanes que hablan de envejecimiento se les hace mucho caso”

El investigador madrileño busca un fármaco que permita que los órganos se curen a sí mismos tras sufrir daño por enfermedades

Nuño Domínguez
Manuel Serrano, durante la entrevista.
Manuel Serrano, durante la entrevista.Albert Garcia (EL PAÍS)

Manuel Serrano (Madrid, 1964) llevaba muchos años investigando el cáncer y el papel de los llamados genes supresores tumorales, que frenan esta enfermedad. Cuando aún era un estudiante postdoctoral en el Laboratorio Cold Spring Harbor de EE UU, participó en el descubrimiento de P16, uno de los genes de este tipo más importantes. Con el tiempo se fue aceptando que su nombre no les hacía justicia, pues no solo suprimen el cáncer, sino también todo tipo de daño en nuestras células que son el origen de muchas otras dolencias. Un descubrimiento clave de Serrano, publicado el año pasado, fue mostrar que daño y regeneración van unidos. Cuando se hiere un tejido, los genes mencionados inician el proceso para eliminar las células afectadas, pero también envían señales a otras sanas para que se reprogramen y regeneren el órgano dañado. “Es una idea nueva e importante, la consecuencia es evitar enfermedades y favorecer la reparación de tejidos”, explica Serrano.

El investigador ha realizado sus trabajos más importantes sobre envejecimiento y cáncer en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Allí contribuyó a crear ratones que viven un 40% más sin enfermedades. También reprogramó las células de ratones para que volvieran a ser células madre, capaces de regenerar cualquier tipo de tejido. Este y otros trabajos trabajos están muy lejos de poder reproducirse en personas aún, pero auguran una nueva estrategia para tratar muchas enfermedades combatiendo su característica compartida, el envejecimiento.

El investigador ha decidido abandonar su puesto de jefe del Grupo de Supresión Tumoral en el CNIO, donde ha trabajado los últimos 13 años, y lanzarse a una investigación más amplia. Desde principios de mayo su grupo casi al completo se ha trasladado al Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona. En esta entrevista explica cómo piensa aplicar sus descubrimientos más recientes a la búsqueda de nuevos fármacos contra la diabetes y la fibrosis pulmonar, aunque el principio subyacente podría ser válido también para muchas otras dolencias.

Pregunta. Últimamente hay conferenciantes que pregonan que en pocas décadas la muerte será opcional y empresas que congelan muertos con la esperanza de poder resucitarlos en un futuro ¿Hay muchos charlatanes en el campo del envejecimiento?

Habrá terapias antienvejecimiento en unos 20 años. Dudo que eso nos haga inmortales, pero vamos en esa dirección

Respuesta. No creo que haya más en este campo que en otros, lo que pasa es que se les hace más caso. Es sorprendente. La inmensa mayoría de la gente que trabaja en esto es bastante seria y no va vendiendo ni promoviendo este tipo de ideas tan llamativas. Hoy [por el martes] daba una conferencia Aubrey de Grey en Barcelona. Sus ideas no son realistas a día de hoy. A lo mejor dentro de 200 o 300 años lo son. Pero yo veo imposible predecir lo que va a pasar más allá de 20 o 30 años. El cambio más importante que ha habido en este campo es empezar a considerar el envejecimiento como una enfermedad, como algo que se puede manipular. En ratones se ha revertido, se ha conseguido que vivan más, incluso hacer que un ratón viejo vuelva a ser joven. Esto hace 10 años era ciencia ficción. Me imagino que si se puede hacer en un ratón se podrá hacer en humanos. Será más difícil, pero creo que habrá terapias antienvejecimiento en un futuro relativamente próximo, en 10, 20 o 30 años. Dudo que eso nos haga inmortales, pero vamos en esa dirección. A nadie le gusta envejecer. El que tenga padres o abuelos ancianos lo sabe. Hay una parte del envejecimiento que no tiene nada de noble.

P. ¿Hasta dónde se ha llegado en aplicar esas técnicas en humanos?

R. Ninguna se ha probado en humanos. El único fármaco que se sospecha que es antienvejecimiento es la metformina. Es una observación puramente empírica. Hay millones de personas en todo el mundo tomando metformina todos los días, porque es el fármaco número uno para la diabetes. Hace tiempo se hizo la observación curiosa de que los diabéticos no vivían más, porque son diabéticos, pero tenían mucha menos incidencia de cáncer, párkinson, alzhéimer y otras enfermedades degenerativas. Si te olvidas de la diabetes, los que la tomaban estaban mejor que los que no la tomaban. En 2016, por primera vez, la FDA [agencia del medicamento de EE UU] aprobó el primer ensayo anti envejecimiento en humanos, con personas de 70 y 80 años, para testar rigurosamente si tomar metformina rejuvenece o no. Hay mucha gente en EE UU que la toma clandestinamente porque no tiene ningún efecto secundario negativo.

P. ¿Cuál es la idea conductora de su nuevo trabajo en este campo?

R. Nuestro tema ha sido la supresión tumoral. Los mecanismos de defensa que tienen todas las células para protegerse del daño que va a producir cáncer. P53 y P16 son genes supresores de tumores. Siempre nos ha llamado la atención que estos genes no saben si un daño va a dar lugar a cáncer. Nuestros descubrimientos más importantes han sido sobre el papel de estos dos genes en cosas que no son cáncer. Hemos sacado a estos genes de esta casilla, porque no solo evitan tumores, sino muchas enfermedades. Nuestra contribución ha sido hacer que estos genes sean vistos como protectores del daño. Protegen indirectamente del cáncer, pero también de la aterosclerosis, la diabetes, el alzhéimer.

Hace tiempo se hizo la observación de que los diabéticos no vivían más, porque son diabéticos, pero tenían mucha menos incidencia de cáncer, párkinson, alzhéimer y otras enfermedades degenerativas

P. ¿Cómo la va a aplicar a enfermedades?

R. Hemos encontrado una pista. Las células dañadas producen una citoquina que se llama interleucina 6. Cuando hay esta citoquina se favorece la reparación de los tejidos, es una herramienta para favorecer la reparación. También hay un fármaco que regula la actividad de P16, palbociclib. Son dos herramientas para engañar a un tejido y hacerle creer que hay un daño. Ese es el objetivo, iniciar la misma respuesta que produce el daño, pero de mentira.

P. ¿Qué tipo de experimentos está realizando?

R. Una de las cosas que estamos haciendo es generar ratones diabéticos, pero que tienen páncreas. Lo que hacemos es inducir una imitación del daño y darles después interleucina u otros compuestos químicos para ver si alguna de estas células cobra plasticidad y genera células productoras de insulina. Es decir, que el páncreas se regenere a sí mismo. Esta estrategia se podría aplicar a otras enfermedades.

P. ¿Se podría aplicar a personas?

R. Todo lo que hacemos se hace con productos químicos que se inyectan. Usamos ratones normales a los que inyectamos los compuestos por vía intravenosa. Buscamos un fármaco que imite el daño y que mimetice ese entorno reparativo que se genera después.

P. ¿Se podrá llevar las riendas de esa regeneración sin que se desboque?

R. Sí. Cuando lo hacemos de forma genética, con los factores de Yamanaka, se descontrola y generas teratomas, que no es lo deseable. Con estos fármacos el proceso de reprogramación no es tan exagerado. Es una desdiferenciación parcial, las células de páncreas siguen siendo células de páncreas, de esta manera es más controlado

P. ¿También ha creado Senolytic, una empresa para desarrollar un fármaco?

R. El daño inicia la reparación, pero en muchas enfermedades, si no se eliminan las células dañadas, se acumulan y generan la enfermedad. Se crea un círculo vicioso de inflamación donde el tejido nunca termina de recuperarse. De hecho cada vez va a peor. Esta spin-off se dirige a eliminar las células dañadas en la fibrosis pulmonar, donde hay una acumulación de células dañadas. Hemos encontrado compuestos químicos que matan a estas células, pero no a las sanas. Es como eliminar una cicatriz. Una herida que se regenera perfectamente no deja marca, es invisible.

P. A este ritmo de investigación, ¿qué generación empezará a beneficiarse de las investigaciones que se hacen en la actualidad, nuestros hijos o nietos?

Buscamos un fármaco para que el páncreas se regenere a sí mismo

R. Los fármacos que eliminan células dañadas creo que sí serán realidad en cinco años. Si no es en fibrosis pulmonar, puede ser la hepática, que es mucho más común, o la cardiaca. Esa es otra cosa que queremos hacer aquí. Se piensa que esta fibrosis está en el origen de las arritmias que eventualmente pueden desembocar en un fallo cardíaco súbito.

P. Después de 13 años en el CNIO, ¿por qué decidió irse?

R. Estoy dejando un poco el cáncer para estudiar otras enfermedades. El IRB es un entorno más adecuado para estas cosas que el CNIO. También quería cambiar. Es difícil encontrar un sitio donde se pueda trabajar mejor que en el CNIO, pero inevitablemente uno se acomoda y me daba la impresión que estaba repitiéndome a mí mismo. Me apetecía el desafío de cambiar de ciudad, de entorno científico.

P. Su salida coincide con la de otros dos jefes del CNIO. ¿Cómo ve el futuro del centro?

R. El CNIO siempre está en todos los ranking entre los 10 mejores centros de investigación del mundo en cáncer. Antes, durante y después de la crisis, siempre está ahí. No he conocido un sitio donde se trabaje mejor. Se han ido otros dos directores de departamento más, pero son coincidencias. 

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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