España recorta un 90% la ayuda a la educación en países pobres
En el mundo hay 263 millones de niños sin escolarizar, pero la ayuda española se ha reducido de 354 millones de euros a 34 millones
España ha desaparecido de la comunidad de donantes en ayuda al desarrollo y, más en concreto, en lo que se refiere a la educación, pues su aportación se ha reducido desde el 2008 en un 90%, pasando de 354 millones de euros a 34 millones en 2015. Si hace nueve años suponía el 5,6% de la ayuda de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, en 2014 es tan solo del 0,6%. Esta es la principal conclusión que se desprende del informe La ayuda en educación, a examen, un documento fruto de la investigación llevada cabo por la Fundación Etea para el Desarrollo y la Cooperación y por Entreculturas y Alboan, dos ONG de la Compañía de Jesús. Su finalidad: analizar la cantidad y la calidad de las aportaciones españolas a la educación de los niños y adultos de países más pobres durante los últimos 15 años.
España ha suspendido en este análisis. "Los ciudadanos españoles hemos visto con escándalo y sorpresa cómo hemos llegado al nivel de ayuda al desarrollo de hace 30 años. El objetivo soñado por muchos, el de algunos que os fuisteis a acampar a La Castellana hace 20 años no ha valido. Hemos suspendido en ayuda al desarrollo y en educación, lo digo con pena", ha lamentado este martes Ramón Almansa, director ejecutivo de Entreculturas, durante la presentación de los resultados en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
En el año 2000 se firmó con mucho optimismo el Pacto de Dakar por la educación, en el que los países del norte se comprometieron a aportar los recursos financieros necesarios para que ningún niño quedara sin escolarizar. Ese mismo año vino la firma de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), cuya meta número 4 contemplaba la universalización de la educación. La ayuda internacional destinada a este sector se multiplicó por 2,3 entre 2002 y 2014, pero no llegó a cubrir ni de lejos la brecha financiera que la Unesco consideraba que se debía cubrir para lograr estas metas. Llegó 2016 y estos ODM fueron renovados por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible sin que sus predecesores se hubieran alcanzado por completo: el número de niños sin escolarizar se ha reducido en un 30%, pero más de 260 millones no van aún al colegio, una bajada estancada desde 2011 sobre todo por los nuevos conflictos armados. Además, en la mayoría de los países menos adelantados la tasa de finalización de la primaria apenas alcanza el 50%.
No son datos nuevos, pero sí preocupantes, y ante este panorama España no responde bien. El sector educativo es el que más fondos ha recibido por parte de la cooperación española en los últimos 15 años, y aun así, su reducción va a la par al duro recorte que ha sufrido la Ayuda Oficial al Desarrollo en general: un 70% entre 2008 y 2014. Hace 15 años, el país aportaba 4.762 millones de euros. Hoy ha disminuido a 1.627 millones, un 0,13% de la Renta Nacional Básica. La media de la Unión Europea es del 0,4%.
La caída de la ayuda bilateral bruta (aquella en la que los gobiernos donantes canalizan sus fondos de cooperación al desarrollo directamente hacia los receptores) a la educación fue aún mayor: pasó del sexto puesto como país donante del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) al vigésimo segundo. "En este 90% de recorte ¿cuánta gente se ha quedado sin escolarizar, cuántas escuelas hemos dejado sin hacer, cuántos maestros no han tenido la formación suficiente?", se ha preguntado Almansa. Esta ayuda bilateral durante el periodo 2000-2014 ascendió a 2.500 millones de euros. Fue a partir de 2005 cuando fue aumentando hasta alcanzar su valor máximo en 2008: más de 354 millones de euros. Pero a partir del año siguiente se desploma en más de 90 millones de euros y ya no deja de bajar: en 2014 tan solo se destinan 40 millones.
Los autores del informe han solicitado que se recupere la inversión en cooperación en la senda del 0,7% priorizando al sector educativo
¿Para qué clase de educación aportamos dinero?
El informe permite saber de manera concreta a qué tipo de educación se ha destinado más y menos dinero. Con 908 millones de euros, un 35% del total, se come la mayor parte el llamado sector no especificado, es decir, actuaciones en las que no se conoce a qué nivel educativo van dirigidas y construcción de escuelas, actividades de apoyo presupuestario sectorial, formación de profesores, etcétera. En segundo lugar, la educación básica con 670 millones de euros (26%), que incluye solo infantil, primaria y capacitación básica de personas jóvenes y adultas. En 2014 la educación básica no llegó a los seis millones de euros, casi 120 millones menos de lo que llegaron a donarse en 2008. El tercer nivel es la secundaria general, que incluye educación secundaria, Formación Profesional y universitaria. A este se han destinado 596 millones de euros (el 23%), casi todo a la universidad. La educación secundaria y la formación profesional recibieron cerca de 420 millones de euros (16%).
La ayuda española en educación ha bajado de 354 millones de euros a 34 millones en 2015
La gran olvidada es la educación infantil, a la que solo se destinaron un 1% de los fondos, pero las alertas de los autores del informe se han dirigido más hacia la etapa de educación básica, pues los fondos destinados se redujeron entre 2008 y 2011 en un 81% y siguió bajando durante los años siguientes hasta tocar los cinco millones en 2015.
Tres cuartas partes de la ayuda a la educación provienen de la cooperación centralizada, y una cuarta parte de la descentralizada. Esta prioriza la educación básica y secundaria, y una gran parte de las actividades de educación para el desarrollo. En este apartado hay que ver el compromiso de las Comunidades Autónomas, que aportaron 450 millones de euros y van desde el 9% de Andalucía hasta el 19% de Valencia y Madrid, aunque esta última ha reducido su ayuda a cero en los últimos años, igual que Castilla-La Mancha.
En cuanto a regiones, más de la mitad de los fondos se dirigen a América Latina (53%), seguida de África subsahariana (20%) y en los últimos tiempos el norte de África (9%). Los países que más han recibido son Marruecos, Bolivia, Perú, Nicaragua, Honduras y Ecuador.
Tras el análisis, las recomendaciones, que en el informe son 20 pero no se han destacado todas. Para las tres organizaciones es fundamental que España cumpla con los compromisos económicos adquiridos en el Marco de Acción del Foro Mundial de Educación y en el marco de los ODS y, para ello, recupere la inversión en cooperación en la senda del 0,7% priorizando al sector educativo. También se ha reclamado que se incrementen los fondos destinados a la educación básica hasta alcanzar el 8% de la Ayuda Oficial al Desarrollo española, tal y como señaló la propia Comisión de Cooperación del Congreso en 1999 a través de dos Proposiciones No de Ley. El jefe del departamento de cooperación sectorial de la AECID, Javier Gavilanes, ha atribuido el descenso en la cooperación al "contexto muy condicionado de reducción de fondos" y ha avisado de que el año 2017 también estará marcado por la "restricción presupuestaria".
Sin olvidar los logros alcanzados en los últimos 15 años, Almansa ha pedido pensar en los 263 millones de niños que siguen sin escolarizar y ha pedido que se haga autocrítica más allá de la falta de voluntad política. "No hemos querido, la ciudadanía no ha sido capaz de movilizarse y sin duda no ha habido financiación". En su opinión, la educación debe situarse en un lugar prioritario central de las agendas nacionales e internacionales, y no solo por los datos, sino porque la educación es el mejor catalizador para lograr cambios sociales. "Si queremos cambiar este mundo, sin educación será imposible". Para ello, aboga por una educación que afecte a todos los ciclos de la vida de una persona, que ponga énfasis en la calidad del aprendizaje, la equidad y la inclusión, que sea transversal. "Si queremos construir un mundo más justo, equitativo y solidario tenemos que volver a confiar en el poder de la educación. Sin la educación es imposible, no podremos cambiar el mundo".
Sin educación no podremos cambiar el mundo
Ha llegado la hora de que la cooperación española cambie de rumbo, destacando el papel de la educación como herramienta de transformación social, contribuyendo a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El informe La Ayuda a Educación a Examen de Entreculturas destaca que la Ayuda Oficial al Desarrollo en España ha retrocedido a valores de hace casi 30 años. Si no fuese por los fondos comprometidos a la Unión Europea, podríamos decir que la cooperación española ha quedado reducida a cantidades puramente testimoniales. Entre 2008 y 2015 la ayuda neta experimentó un descenso de más del 65%, pasando de 4.762 millones de euros a 1.627 millones de euros. Esta cifra apenas supone el 0,13% de la Renta Nacional Bruta (RNB), lo que sitúa a la cooperación española muy lejos de los principales países donantes y del objetivo del 0,7% suscrito por España en diversos consensos y compromisos internacionales.
Estos recortes han afectado severamente al presupuesto para educación, que se ha reducido en más de un 90% en ese mismo periodo. En 2008 la ayuda española al sector suponía el 5,6% del total de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) y en 2014 equivalía tan solo al 0,6%. La ayuda bilateral también ha caído drásticamente en cuanto al compromiso con la educación básica. Estos fondos se redujeron entre 2008 y 2011 en un 81% y siguieron bajando en los años siguientes. En 2015, no llegaban a los 5 millones de euros, apenas el 0,7% de la ayuda bilateral, frente al 8% comprometido.
Urge asumir estrategias orientadas a una mayor eficiencia y coherencia con los retos globales. Es indispensable recuperar la inversión de la cooperación española, priorizando la ayuda en educación e incrementar los fondos destinados a la educación básica. Asimismo, hay que promover un concepto amplio de calidad educativa ligado a la equidad, la inclusión y la participación de los distintos agentes y un sistema de indicadores adecuado. La cooperación española debe apoyar a las poblaciones más vulnerables y atender a la heterogeneidad de países y realidades, prestando atención tanto a las necesidades educativas de los niños, niñas y jóvenes en situaciones de emergencia y conflicto, como las de poblaciones marginadas de los países de América Latina, en los que la educación puede tener un papel primordial para reducir la desigualdad.
Todo esto hay que hacerlo y hay que hacerlo ya, aprovechando la experiencia acumulada, implicando a todos los agentes, construyendo herramientas de cooperación ágiles y duraderas, asignando recursos y colocando a las personas más vulnerables en el centro de todas nuestras acciones.
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