Los héroes que han reducido una enfermedad mundial a solo 27 casos
Voluntarios se juegan la vida en Pakistán para llegar a los últimos niños sin vacunar contra la polio
“¿Es así como quieren que vivan sus hijos? ¿Como yo?”. El irlandés Jim Costello se dirige a los padres que rechazan vacunar a sus hijos y a los terroristas que atacan a equipos de vacunación en países como Pakistán y Nigeria. Costello tenía 15 años cuando, en 1958, fue a ver un partido de rugby y se infectó con el virus de la polio. El microorganismo, procedente de agua o alimentos contaminados con materia fecal, penetró en su sangre, se propagó por sus nervios y paralizó la parte superior de su cuerpo, incluidos los músculos que mueven sus pulmones.
“¿Quieren que sus hijos vivan como yo?”, insiste. Más de medio siglo después de la infección, Costello, de 73 años, se desplaza en silla de ruedas porque apenas puede dar unos pasos. Sus brazos, además, están totalmente paralizados. Y ha pasado años enteros de su vida ingresado en un hospital de Dublín y encerrado permanentemente en “un pulmón de acero”, un aparatoso tanque cilíndrico para respirar de manera mecánica. Depende por completo de su pareja, Delia.
Costello es uno de los 700.000 supervivientes de la polio que viven en Europa. Ha dedicado su vida a pelear por los afectados y a concienciar a las autoridades para erradicar la enfermedad, muy contagiosa. El 24 de octubre, Día Mundial de la Lucha contra la Poliomielitis, el irlandés recibió un homenaje como “héroe de la polio”, en un acto en el Instituto Pasteur de París. El día siguiente, a las afueras de Peshawar, en Pakistán, una bomba mató a un policía que escoltaba a un equipo de vacunación antipolio.
“Hay mucha pobreza, la gente es analfabeta y eso explica en parte la resistencia a la vacunación”, lamenta Latif, un maestro pakistaní de 40 años que se juega la vida como voluntario para luchar contra la enfermedad. En 2012, a él mismo le pegaron un tiro en la pierna. En algunas zonas aisladas de su país ha triunfado la idea de que la vacuna contra la polio es un plan maléfico de Occidente para esterilizar a los musulmanes.
En abril, otros tres policías escoltas de equipos médicos fueron ametrallados en Karachi. En enero, un terrorista suicida detonó una bomba frente a un centro de vacunación contra la polio de la ciudad de Quetta, matando a otras 15 personas. Desde 2012, han sido asesinadas un centenar de personas en ataques contra la campaña de vacunación.
Azra, otra vacunadora pakistaní, reconoce en un vídeo proyectado en París que recita el Corán y pide protección a Alá antes de salir con su nevera portátil a distribuir la vacuna por el sur de la provincia de Punyab. “Algunas personas creyentes piensan que las vacunas provocan pensamientos inmorales”, apunta.
Latif, que como Azra no airea su apellido por seguridad, dice vivir sin miedo. Lleva más de dos décadas como miembro de Rotary International, una organización sin ánimo de lucro cuyo millón largo de voluntarios ha ayudado a arrinconar al virus. En 1988, cuando los gobiernos lanzaron la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Poliomielitis, la enfermedad paralizaba o mataba a 350.000 personas al año en 125 países. En lo que va de año, solo se han registrado 27 casos, en Pakistán, Afganistán y en Nigeria. Puede ser la segunda enfermedad humana erradicada de la faz de la Tierra, tras la viruela.
Algunos extremistas musulmanes creen que la vacuna provoca "pensamientos inmorales", explica una vacunadora pakistaní
El lunes, Azra y Latif también fueron homenajeados en París como “héroes de la polio”, en un acto organizado por Rotary International y la farmacéutica Sanofi Pasteur, que ha pagado el viaje de EL PAÍS a la capital francesa. La empresa, el gigante mundial del sector, es el principal fabricante de las dos vacunas de referencia contra la enfermedad: la oral y la inyectable con virus inactivado.
La oral ha sido clave para reducir los casos un 99,9%, ya que es muy fácil de administrar, genera inmunidad en el intestino e interrumpe rápidamente la transmisión del virus al medio ambiente. Es la que reparten, casa por casa y niño por niño, Latif y Azra. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado adoptar gradualmente la inyectable, porque elimina el riesgo, mínimo, de que surja una poliomielitis paralítica asociada a la vacuna oral, que contiene virus debilitado. Las dos vacunas están libres de patentes desde su descubrimiento en la década de 1950.
“Gracias a la campaña mundial de vacunación se han evitado 15 millones de casos de poliomielitis paralizante. 15 millones de niños que no habrían podido caminar pueden hacerlo. El beneficio humano es enorme”, aplaude André Doren, estratega jefe de la iniciativa de erradicación en la OMS. “No podemos parar hasta que todo el mundo esté inmunizado”, añade Doren, cuya organización tiene que pactar treguas para permitir la vacunación en polvorines como los pueblos nigerianos controlados por el grupo terrorista Boko Haram.
La Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Poliomielitis es el mayor esfuerzo internacional en la historia de la salud pública. Está encabezado por la OMS y UNICEF junto a otros organismos, con la indispensable ayuda de 20 millones de voluntarios como Latif y Azra, que han inmunizado a más de 3.000 millones de niños en las últimas dos décadas. El objetivo es que el planeta esté libre de polio en 2018.
“La erradicación de la polio ha llegado a las personas más marginadas de las zonas más aisladas del planeta, en Irak, Siria, Somalia, Afganistán… Pero hasta que no se erradique, el virus peleará por su supervivencia y puede resurgir”, advierte el médico pakistaní Mufti Zubair Wadood, coordinador de las campañas contra la polio de la OMS en Pakistán y Afganistán.
La estadounidense Kimberly Thompson, catedrática de Medicina Preventiva de la Universidad de Florida Central, hace un llamamiento a no confiarse: “Mientras haya polio en el mundo, el riesgo existirá para todos, estemos donde estemos. El riesgo de que te infectes seguirá ahí, todo el mundo debe tenerlo claro. La polio no conoce fronteras”.
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