“Hemos perdido gran parte de nuestra capacidad para sobrevivir”
Lewis Darnell acaba de publicar 'Abrir en caso de apocalipsis', una guía para reconstruir la civilización paso a paso después de una gran catástrofe global
A las seis de la tarde, en la estación de Waterloo, en Londres, parece difícil imaginar la posibilidad de que la civilización moderna pueda derrumbarse. Bajo enormes estructuras de acero, individuos procedentes de medio mundo comen y beben productos que parecen inagotables. Un flujo de electricidad casi infalible facilita un trasiego frenético aún cuando ya ha caído la noche, y los trenes devuelven a sus casas a los trabajadores que regresan tras una jornada más manteniendo en marcha su pequeña pieza del engranaje capitalista.
Allí, muy cerca de las instituciones donde científicos como Michael Faraday o Charles Darwin ayudaron a crear el mundo moderno, llega también el tren de Lewis Dartnell (Reino Unido, 1980). Astrobiólogo de profesión, acaba de publicar en España Abrir en caso de apocalispsis (Debate), un libro en el que se plantea los pasos necesarios para reanimar la sociedad moderna tras una hecatombe nuclear, una epidemia letal o cualquier otra gran catástrofe planetaria.
Si perdemos un tercio de la población hoy, no podríamos continuar como si nada
En poco más de 300 páginas, Dartnell muestra que ni la comida aparentemente inagotable ni el flujo eléctrico supuestamente infalible son frutos de un fenómeno mágico, sino de un sofisticado sistema construido por siglos de ingenio humano que podría evaporarse de repente. El libro explica paso a paso cómo recuperar las tecnologías básicas sobre las que se sustenta el mundo actual y por el camino hace una radiografía que permite ver las tripas al mecanismo del que depende nuestro estilo de vida y sobre el que la mayoría conoce muy poco.
Pregunta. Los humanos de la prehistoria o los agricultores de la Edad Media conocían casi todo sobre el funcionamiento de su mundo. Los humanos actuales lo desconocen casi todo sobre el suyo.
Respuesta. Como sociedad somos más competentes, tenemos capacidades increíbles, pero como individuos hemos perdido gran parte de nuestra capacidad para sobrevivir. Esa es la forma en que la civilización progresa. No es posible que todo el mundo sepa cómo funciona todo. Para que la sociedad sea más compleja, cada persona tiene que tener un conocimiento específico y concentrado.
P. ¿Esto nos hace más vulnerables?
Los europeos no eran más listos que el resto, solo estuvieron en el lugar y el momento adecuado
R. Si la civilización se desmorona nos costará más llegar hasta el punto en el que estamos ahora. Además, esa complejidad hace que todo esté interconectado. Si quieres producir comida, necesitas electricidad para hacer fertilizantes, y necesitas petróleo y combustibles fósiles para transportarlo todo. Si hay un desastre, con que retires uno de esos ladrillos el muro se derrumba. En la década de 1340, cuando la peste negra azotó Europa, un tercio de la población europea murió y básicamente nada cambió. Si perdemos un tercio de la población hoy, no podríamos continuar como si nada.
P. ¿Hay planes gubernamentales para reiniciar la civilización en caso de una catástrofe global?
R. No lo sé, pero sospecho que no, porque los Gobiernos, que son elegidos cada cuatro años, no van a dedicar recursos a reconstruir una civilización cuando ya no existan. Si la civilización cae, por definición, el Gobierno ya no existirá.
P. ¿Haría falta enseñar los mecanismos básicos de nuestra tecnología y nuestra civilización en las escuelas?
Algunos prisioneros durante la II Guerra Mundial hicieron equipos de radio, utilizando alambre de espino
R. Por una parte, no creo que tengamos que enseñar eso en la escuela. Lo que las escuelas tienen que hacer es enseñar a la gente las habilidades que necesita durante la época que le ha tocado vivir. Hace 200 años necesitábamos muchos granjeros para producir comida, pero eso ya no tiene sentido. No obstante, aunque no lo necesites, y esa es la filosofía detrás del libro, entender los principios y los fundamentos básicos detrás de todos esos procesos, y valorarlos, es importante. Vamos a un supermercado y la comida aparece como por arte de magia o vamos a una tienda y compramos ropa que no tenemos ni idea de cómo se hizo. Yo me siento un poco insatisfecho con esa sensación de desconexión y creo que el conocimiento nos hará sentir mejor.
P. En el libro habla de gente capaz de reaccionar ante pequeños “apocalipsis”.
R. Un ejemplo que me gusta mucho es el de algunos prisioneros durante la II Guerra Mundial que hicieron sus propios equipos de radio, utilizando alambre de espino, trozos de latas o papel de los cigarrillos.
P. Usted menciona muchas invenciones importantes para la civilización, pero se refiere al método científico como la mayor de todas. ¿Por qué surgió en Europa y hace tan solo medio siglo?
R. En el libro me centro en la ciencia y la tecnología necesarias para reconstruir la civilización desde cero. Pero si tienes que reconstruir la sociedad no solo necesitas ciencia. Hay muchas cuestiones sociológicas. Una de ellas es por qué el método científico se inventó en Europa a finales del siglo XV y principios del XVI. ¿Qué sucedió de especial entonces? ¿Qué tenía de especial la Gran Bretaña de finales del siglo XVIII, cuando sucedió la revolución industrial? ¿Por qué fue en ese país y en ese momento y no China en el siglo XII, cuando allí ya fundían metal y utilizaban altos hornos y carbón, y todos los elementos que marcaron la revolución industrial, pero muchos siglos antes? ¿Por qué China no tuvo su propia revolución industrial? No solo se necesita conocimiento, también deben existir las condiciones sociales y económicas adecuadas. Los europeos no eran más listos que el resto ni tenían mejores recursos, solo estuvieron en el lugar y el momento adecuado para explotar estas ideas.
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