Polanski comparece en el juicio por su extradición
El tribunal todavía no decidirá sobre la entrega del director a las autoridades de EE UU El proceso se demorará porque es necesaria la traducción de documentación
Un nuevo juicio, una nueva comparecencia, el mismo crimen. Roman Polanski, el director de Chinatown y El pianista, el enfant terrible de Hollywood que ya ha cumplido los 81 años, sigue cargando con su culpa: La violación y sodomía de una menor de 13 años en una noche de alcohol y drogas en la California de 1977. La nueva vista tiene lugar en Cracovia (Polonia), ciudad en la que pasó su infancia y donde prepara un nuevo rodaje. El director de cine compareció para responder a la última petición de extradición presentada por las autoridades estadounidenses que buscan a Polanski por los crímenes cometidos en 1977 y de los que está prófugo de la justicia. Si los jueces deciden aceptar la petición de extradición, el caso todavía pasará al ministro de Justicia polaco, Czesary Grabarczyk, quien tendrá la última palabra. Si deciden en contra, ese será el último capítulo que cierre la saga legal. Al menos en Polonia. Pero con Polanski, este nunca parece ser el caso.
Como declaró el director a este periódico con motivo del estreno de Carnage, él nunca deseó las cosas que pasaron en el pasado. “Eso es mi equipaje”, añadió Polanski a El País. Un equipaje que siempre vuelve a su lado desde el día que mantuvo relaciones sexuales con Samantha Geimer. Ella tenía 13 años y sueños de Hollywood. Eso la llevó a posar en una sesión de fotos a solas en la casa de Jack Nicholson con el realizador de 44 años y largo bagaje personal y profesional. Polanski se declaró culpable de los cargos de sexo ilícito con una menor como había pactado a cambio de una condena menor que incluía la observación psiquiátrica de un genio del cine que en su infancia sobrevivió los campos de exterminio nazi donde perdió a su familia y que años más tarde perdería también a su esposa, Sharon Tate, y a su hijo no nacido a manos de la secta de Charles Manson. Pero en 1978 se dio a la fuga al conocer que la fiscalía había cambiado de opinión y quería imponerle una sentencia más dura de la pactada.
Afincado en Francia, país en el que disfruta de una segunda nacionalidad y que no posee un acuerdo de extradición con EE UU, la saga de Polanski ha vuelto una y otra vez a la prensa, a los juzgados o a las marquesinas de los cines. El Oscar como mejor director que recibió en ausencia gracias a El pianista (2002) y la ovación de los asistentes puestos en pie demostró que Hollywood le había perdonado. Lo mismo dio a entender Geimer cuando culpó a los medios de comunicación y al juez que llevó el caso de haberle causado más daño a ella y a su familia “que cualquier cosa que Roman Polanski hizo”. El documental Roman Polanski: Wanted and Desired (2008) también sacó a la luz una visión de este caso donde más allá de la justicia los encargados de impartirla parecían estar buscando la fama.
Pero pese a que su carrera cinematográfica no cuenta con secuela alguna, la vida de Polanski en los juzgados es una saga que no encuentra final. En 2009 fue detenido en el aeropuerto de Zurich (Suiza) a donde viajaba a recoger un premio. El realizador estuvo en arresto domiciliario cerca de un año hasta que las autoridades suizas decidieron no extraditarle. El pasado diciembre fue el propio Polanski el que puso de nuevo en marcha el sistema judicial buscando una resolución de su caso pero el tribunal de Los Ángeles rechazó su petición para eliminar de una vez los cargos por violación. “Sólo el tiempo trae el consuelo”, dijo el director en una ocasión. No es su caso. El tiempo ha vuelto a traer esta petición de extradición que ahora se está estudiando en Polonia y con la que director está colaborando plenamente. Tanto que la respuesta de esta nueva saga se puede retrasar hasta el próximo abril dada la cantidad de documentación presentada por el equipo legal de Polanski en su defensa.
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