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La fórmula de la almohada perfecta

Cómo calcular qué material, grosor y firmeza necesita si duerme boca arriba, de lado, si ronca...

Es posible que si tiene dolor de espalda o tensión en el cuello durante la noche o al levantarse su almohada no esté siendo una buena aliada de su descanso.

"La complexión física o la postura preferida para dormir determinan qué tipo de almohada es la más adecuada para cada persona", introduce José Ignacio Normand, jefe de servicio de Traumatología del Hospital Sonsoles (Ávila). Se trata de que, al acostarnos, la columna vertebral quede recta, como cuando permanecemos de pie. Es decir, que desde el comienzo de las cervicales al final de la espalda, esté alineada.

¿Las reglas de oro para elegir la que más nos conviene? La primera norma es que es recomendable dormir siempre con almohada: sujeta la cabeza y favorece que adoptemos una posición natural en la que nuestra musculatura se encuentre relajada; "dormir sin almohada", advierte Francisco J. Márquez Dorsch, jefe de servicio de Otorrinolaringología del Hospital Sanitas La Moraleja (Madrid), "haría que el cuello estuviera inclinado forzando una postura antinatural durante muchas horas".

Nuestra almohada afecta directamente a las cervicales y, en consecuencia, a toda la espalda. "En la zona del cuello", argumenta Márquez, "hay múltiples articulaciones, ligamentos y músculos en los que se acumulan tensiones durante el día; para que estas estructuras se relajen durante las ocho horas de sueño, deben permanecer en una posición cómoda". Los dos factores que hay que tener en cuenta en el momento de elegir una almohada son la altura y la firmeza.

Tres materiales

  • De fibra. Son muy cómodas y tienen una gran capacidad de recuperación; resultan transpirables y frescas, ya que permiten la circulación del aire por el interior, favoreciendo la absorción de la humedad, además, "como son totalmente lavables", informa Alejandro Peña, jefe de marca de Pikolin, "favorecen una mayor higiene en el descanso".
  • Viscoelásticas. Tienen excelentes propiedades de "adaptación y termosensibilidad, ya que se adaptan perfectamente a la forma de la cabeza, proporcionando un mayor soporte y favoreciendo un completo descanso cervical".
  • De látex. De textura suave y agradable, "tienen una estructura interna de células abiertas que permite una mayor ventilación e higiene".

Elijamos la que elijamos, hay que recordar que la duración de una almohada suele ser de unos dos o tres años, dependiendo del uso y del número de lavados efectuados; a partir de ese momento, empiezan a perder sus características iniciales.

Todo lo dicho es apto para mayores pero, ¿qué hacemos con los niños? ¿Desde cuándo pueden usar almohada? "Los bebés tienen la cabeza más grande en proporción al cuerpo que los adultos", aclara Márquez; por eso, al dormir, su cabeza queda alineada con el cuerpo y no necesitan usar almohada. "Podría ser recomendable que la utilizaran a partir del año de vida y debería ser pequeña, mullida y de material hipoalergénico".

Y un último consejo para parejas... Cuando se duerme en compañía, cada uno debería usar una almohada personalizada; en especial, si existe una diferencia importante de estatura o peso.

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