Delpozo, puntadas de ambición
La casa, con Josep Font al frente, es un milagro en la moda española, donde muchos diseñadores han sucumbido por la crisis
Pedro Trolez (Madrid, 1961) lleva un impoluto traje gris, castellanos y una revista femenina debajo del brazo. Se trata de InStyle, una de las cabeceras más vendidas en Estados Unidos. En su reportaje central, la actriz Sarah Jessica Parker –icono de estilo global– luce vestidos de Chanel, Valentino, Prada y de una marca fundada en Madrid en 1974: la que él preside, Delpozo. “¿Que si estamos felices? No especialmente. Trabajamos para posicionarnos entre estas firmas de lujo. El problema sería no estarlo”, argumenta sin inmutarse. Aunque se empeñe en restarle importancia, el hecho de que una firma española haya logrado conquistar a medios y crítica internacionales resulta extraordinario. Un adjetivo que también describe la naturaleza del proyecto capitaneado por el creador Josep Font y avalado por la compañía Perfumes y Diseño. Porque Delpozo constituye un ejemplo perfecto de matrimonio entre industria y diseño, una sinergia asentada en Francia o Italia y tan inusual como necesaria dentro de la moda española.
La crisis ha agudizado la bipolaridad de este sector, que facturó casi 15.000 millones de euros y obtuvo unos beneficios de 240 millones en 2011, el último ejercicio analizado por la Encuesta Industrial de Empresa del Instituto Nacional de Estadística. Mientras gigantes de la distribución como Inditex, Mango o Pronovias crecen imparables, la mayor parte de los diseñadores, asfixiados por la recesión, han dejado hace ya tiempo de producir colecciones de prêt-à-porter. Los más exitosos sobreviven gracias a la costura a medida y las licencias: de trajes de comunión a fundas de móviles. Los menos afortunados han sucumbido o se enfrentan a concursos de acreedores. En esa situación se han visto firmas tan conocidas como Sita Murt, Victorio & Lucchino y Devota & Lomba. Solo en los últimos años han empezado a forjarse los primeros vínculos sólidos entre fabricantes y creadores españoles. En 2012, Carmen March, que clausuró su propia marca en 2010, fue nombrada directora creativa de Pedro del Hierro Madrid, propiedad del grupo Cortefiel. Ese mismo año, Juanjo Oliva comenzó a diseñar para una firma perteneciente a El Corte Inglés y con precios asequibles, Elogy. Y Trolez tomó las riendas de Delpozo: “Nuestra intención es demostrar que en España se puede crear una marca de moda de lujo”. Y lo cierto es que están más cerca de conseguirlo de lo que nadie ha estado. Al menos desde que el grupo francés Louis Vuitton Moët Hennessy comprase, hace 18 años, Loewe, la mítica firma marroquinera establecida en Madrid en 1846.
Pero no todo han sido luces. El nuevo capítulo de Delpozo partió de un punto de inflexión dramático. En agosto de 2011 fallecía Jesús del Pozo (Madrid, 1946), fundador de la casa que lleva su nombre y una de las figuras más notorias de la moda contemporánea española. Inmediatamente después, la compañía Perfumes y Diseño –que produce su línea de fragancias desde 1992– adquirió la marca, cambió su nombre por Delpozo y fichó como director creativo a Josep Font (Barcelona, 1964). Trolez asegura que tardó “cinco segundos” en decidirse a comprar. “No teníamos ni idea de moda, pero cogimos como referencia el mejor sistema, el francés, y lo copiamos: seguimos los pasos que dio Bernard Arnault [propietario del conglomerado Louis Vuitton Moët Hennessy] cuando se hizo con Dior. Nuestra motivación no era proteger la división de perfumes. No compramos para defendernos, porque defenderse es de cobardes. Compramos para construir algo nuevo”.
Nuestra intención es demostrar que en España se puede crear una marca de moda de lujo”, dice el presidente
Con solo cuatro colecciones a sus espaldas, el nuevo Delpozo ha logrado situarse en los puntos de venta más relevantes del mundo (Open Ceremony, Net-a-Porter, Harvey Nichols…), abrir su propia tienda en Miami, vestir a la actriz Cate Blanchett en la alfombra roja de Cannes y llevar sus creaciones hasta los armarios de prescriptoras de estilo como Olivia Palermo o Indre Rockefeller. Esta última quedó “tan fascinada” por el trabajo de Josep Font que el pasado marzo decidió abandonar su puesto como responsable de la plataforma de lujo Moda Operandi para convertirse en presidenta de la firma española en Estados Unidos. “El producto es bello; la calidad, excepcional, y su personalidad, única. Tiene un gran potencial a nivel global. El reto será que Delpozo pase de ser la marca que tienes que conocer a la marca que tienes que tener”, explica la que fuera asistente de la directora de la edición estadounidense de Vogue, Anna Wintour.
“Pensábamos ir creciendo así. Pero vamos catapultados”, Josep Font abate su mano desde los 45 grados hasta la vertical. Mientras habla, pasea la mirada por los enormes ventanales de la planta 37ª de un rascacielos de Nueva York. Un espacio que, al día siguiente, acogerá su tercer y último desfile hasta la fecha en esta ciudad. De fondo, el río Hudson. En primer plano, un alarde de ingeniería del patronaje: la colección para el próximo otoño/invierno de Delpozo. La web Style.com –líder de visitas en el sector– retransmitirá en streaming la presentación, un honor que la marca comparte con Céline, Valentino o Lanvin. En su abarrotada primera fila tomarán nota las editoras de los principales medios estadounidenses: de Women’s Wear Daily a The New York Times. “Si gustas en Manhattan, a los dos minutos el mundo entero te está mirando”, reflexiona el diseñador.
El espíritu internacional que define la nueva era de Delpozo responde, según su presidente, a una realidad empresarial. “Hicimos el primer desfile de esta etapa en Madrid por respeto, pero también como un adiós. El principal problema de la moda española es la palabra ‘española’. Abres cinco tiendas en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia… y luego, ¿qué? ¿Se ha terminado el negocio? La moda es global. Y punto pelota. Todos los que trabajan con la mirada cortoplacista de la Marca España están errados: ese concepto es una entelequia. Yo busco crear una firma sólida, y si además tiene un origen español, estupendo”, sentencia el responsable de Perfumes y Diseño, que también fabrica y distribuye las fragancias de Tous y Roberto Verino.
Han vestido a Cate Blanchett en Cannes y atraído a prescriptoras de estilo como Indre Rockefeller
Los datos respaldan parte de su discurso. El año pasado, el 45% de la facturación de las firmas españolas correspondió a la exportación, según un informe del portal especializado Modaes. En el caso de Mango, el mercado local solo representa el 16% de sus ventas. En el de Inditex, el 20%; el mismo porcentaje que supone para la compañía de Trolez.
Que el presidente no conoce la palabra miedo es algo que puede constatar Ainhoa García (Elgoibar, Euskadi, 1970), directora de la firma madrileña desde hace una década. “Nuestro espíritu se corresponde más con el de una start-up que con el de una compañía con 40 años de historia”, bromea. La vertiginosa metamorfosis que ha protagonizado Delpozo certifica sus palabras. Cuando Perfumes y Diseño tomó el control de la casa en febrero de 2012, lo primero que hizo fue poner en marcha un proceso de selección para suceder al malogrado Jesús del Pozo. Un mes después, Josep Font era elegido, según cuenta el presidente, “entre más de 14 primeras espadas internacionales [solo dos de los candidatos eran españoles]”. El diseñador catalán venía avalado por 18 años de experiencia al frente de su propia marca, cuatro en la alta costura de París, y una original sensibilidad que lo ha situado entre los creadores más reputados de su generación.
La veintena de empleados que componían entonces la casa contaron con menos de seis meses para adaptarse a sus códigos, antes de presentar su primera colección conjunta. “Conseguimos superar este reto porque, aunque la recesión nos afectó profundamente durante la última etapa de Jesús [del Pozo], hicimos una cosa muy bien: mantener el atelier, nuestro saber hacer artesanal, la base sin la que el nuevo proyecto no hubiese triunfado”, defiende la directora. Resistir fue complicado. España perdió casi la mitad de las empresas dedicadas a la elaboración textil entre 2002 y 2012, según recoge el informe Strategic research center, elaborado por la EAE Business School. En ese mismo periodo, la producción en China creció un 46%.
Pese a lo extenuantes que resultaron estos años de crisis, Trolez no se planteó entrar como socio capitalista de la firma. “Habría sido pretencioso. ¿Cómo voy a enseñarle yo a un genio a llevar su proyecto? Además, jamás se me hubiese ocurrido meterme en negocios con un amigo: pierdes el negocio y lo pierdes a él”.
García asegura que el creador se sentiría hoy satisfecho al comprobar que la marca con la que se ganó un hueco en la historia de la moda española “ha conseguido trascender”. Que una compañía sobreviva a su fundador es, de nuevo, algo muy habitual entre otros países, pero no en España, donde solo Delpozo y Pedro del Hierro, con Carmen March a la cabeza, lo han logrado. En Francia o Reino Unido la lista es interminable: Alexander McQueen, Balenciaga, Dior, Saint Laurent, Balmain, Chanel…
Ainhoa García reconoce que el hecho de que el diseñador madrileño y el catalán compartan la misma metodología de trabajo ha facilitado la transición. Font, como Del Pozo, emplea una técnica poco común. “Más lenta, pero más segura”, según el actual director creativo, y que consiste en construir la prenda sobre el maniquí, para después plasmar ese diseño en un dibujo del que finalmente se extraerá el patrón. “Además de su pasión por la volumetría, la estructura y la gestión del color, les une un proceso creativo muy intenso y singular. Aunque es verdad que Josep ha subido el listón”, resume García.
No ha sido el único. La primera directriz de la estrategia impuesta por Trolez fue definir un nuevo target de consumidoras para Delpozo: mujeres que aspiran a lo que en la casa se denomina lujo personal. “Hablamos de un público que, frente a las megamarchas globales y omnipresentes, valoran la calidad, el saber hacer y la diferenciación”, enumera Font. Clientas que no buscan hacer ostentación de su estatus, pero a las que no les tiembla la mano ni la cartera al pagar los 15.000 euros que puede llegar a costar, por ejemplo, uno de sus vestidos de novia.
Con este objetivo en mente, el diseñador ha apostado por una mayor complejidad en las piezas, una calidad en los acabados que – defiende– “no tiene nada que envidiar a la alta costura” y un ambicioso trabajo de desarrollo de bordados. Font quiere convertir el zurcido en la nueva seña de identidad de la casa, lo que ha obligado a formar a todo el equipo en esta disciplina y a reclutar a artesanos especializados. Entre ellos se encuentra la joven Elisa Vieira Novás, discípula de la escuela parisiense de Lesage, que es una de las mejores del mundo en esa especialidad, además de proveedora desde hace décadas de casas como Chanel. Con paciencia de madre y precisión de neurocirujano enhebra diminutos abalorios y lentejuelas. Más de media hora por flor. Veinte flores por vestido.
Hicimos una cosa muy bien: mantener el ‘atelier’, nuestro saber hacer artesanal, la base. sin ella no habríamos triunfado”
En estos dos últimos años, el taller de Delpozo ha aumentado hasta el medio centenar de empleados. Y ante los planes de expansión del presidente, la gestión del crecimiento se ha convertido en el gran reto de la marca. Pedro Trolez confía en que en menos de tres años contarán con una colección de complementos –que viene a reforzar las divisiones de calzado y novias–, además de tiendas propias en Nueva York, Beverly Hills, Dubái, Abu Dabi y Kuwait. “En Madrid tenemos boutique porque debemos tenerla. Si fuéramos franceses, quizá no hubiésemos abierto en España, pero la verdad es que funciona muy bien”, remata el presidente.
La riqueza de las prendas ideadas por Font supone un desafío añadido al salto en la producción. García asegura que han “agotado” todos los talleres españoles –“las pequeñas manos”– capaces de industrializar la escultórica sastrería o los exquisitos apliques que identifican las creaciones de Delpozo. “Trabajamos incluso con los artesanos que hacen los mantos de las vírgenes en Sevilla, porque la consigna de Pedro [Trolez] es que, mientras podamos, fabriquemos todo en España”, revela la directora de la marca. El presidente, no sin resignación, ha capitulado. “Lamentablemente, aquí todo el entramado del lujo se ha perdido y no podemos permitirnos esperar a que resurja. Tendremos que salir fuera en busca de esa capacitación. Eso sí, nunca iremos a China, como otros. No es serio”. De momento, fabrican sus zapatos en Venecia.
Por si todo esto no fuera suficiente, Trolez quiere reformular la división de perfumes de la casa, que se inauguró hace 22 años con Duende. “Vamos a contar con una primera y una segunda marca. Algo muy común en la moda, pero inédito en el mundo de las fragancias”. Su intención es mantener la línea Halloween, presentada en 1997 y que se distribuirá bajo la etiqueta JP. Y lanzar en 2016 “la primera propuesta de la nueva era, diseñada por Josep Font y con el sello Delpozo”.
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