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Entrevista a Anne-Sophie Mutter

“Ver al Bayern jugar es como ir a un concierto de cámara”

Entre vestir de largo para extraer los sonidos de su violín y sentarse frente a la tele a jalear al Bayern de Múnich caben muchas mujeres posibles. Todas dentro de Anne-Sophie Mutter.

Jesús Ruiz Mantilla
La violinista alemana Anne-Sopphie Mutter.
La violinista alemana Anne-Sopphie Mutter.Dirk von Nayhaub

Hace unos años, sin darse cuenta y como en una medida o desmedida traición de esas que nos planta el tiempo encima, Anne-Sophie Mutter (Rheinfelden, 1963) percibió el peso de su madurez. De ser la niña prodigio que con 13 años debutaba con Herbert von Karajan, empezaba a llevar de la mano a los músicos jóvenes. No le gusta eso especialmente, porque ella prefiere aprender de sus mayores o de aquellos de los que puede sacar experiencias. Pero más que dominar su Stradivarius como violinista de élite, a esta intérprete que ha personificado el glamour discreto pero colorido en los escenarios, lo que le resulta más difícil en esta vida es ser madre. Compagina como puede sus deberes en casa con sus conciertos, grabaciones, giras, dedicación a actividades solidarias, y se escapa cuando le dejan para perderse por las montañas o para cantar los goles de un Bayern de Múnich que ahora viste fútbol de etiqueta con su admirado Pep Guardiola.

¿Es la música el lenguaje del consuelo en estos tiempos? La conexión de las artes más; también la pintura, la danza, la literatura, aunque la música tiene algo específico y es que se ahorra la digestión cerebral primero y va directa a la emoción, al corazón; una emoción en lucha perpetua en nuestro interior, pero que consigue, entre las miserias y las decepciones, hacernos ver que la vida es un regalo divino, incluso cuando nos invaden los momentos más negros, cuando debemos saber que habrá luz al final del túnel.

Y en España, usted que viene muy a menudo, ¿cómo detecta el estado de ánimo del público? ¿Preocupante? ¿Traslucimos baja moral? Se nota que están ustedes pasando un momento crítico y que el país lucha por salir adelante. Lo más preocupante para mí es el futuro de los jóvenes, saber que la tasa de desempleo entre ellos es tan alta y que les cuesta encontrar trabajo. En Alemania también sufrimos nuestras dificultades, las orquestas lo pasan mal. A mí me encanta venir a España, el público es muy cálido; pese a todo y por mi parte, mi deber es seguir ofreciendo una válvula de escape, no solo aquí, sino en gran parte de Europa.

¿Pero nos ve peor que a otros? ¿Más tristes, más desmoralizados? Cada país son sus individuos, me cuesta analizar al público en ese aspecto. Además, en los conciertos es difícil darse cuenta de qué le pasa al público por la mente. Tú has preparado lo mejor que sabes ese momento en el que se impone la música; quien está allí ha decidido vivirlo de manera única, nos desnudamos en cierto sentido juntos y nos une el lazo del arte, lo compartimos y ahí se acaba. En eso yo no noto mucha diferencia con épocas anteriores, el público sigue siendo tan cálido, atento y receptivo como en el pasado.

Tranquiliza oír eso. Hombre, si viviera aquí, tendría las cosas más claras con respecto a su estado de ánimo.

Algunos jóvenes directores mueven sus manos como langostas"

Es que al país le invade cierto derrotismo. Pero quizá nuestros visitantes asiduos nos vean mejor. Al detalle no puedo entrar. Menos, como digo, cuando vienes a hacer algo como lo que yo hago, que se desarrolla en un ambiente positivo. El arte en Europa es algo que nos ha ayudado profundamente a sobreponernos en momentos terribles, como en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial o en la posguerra, cuando los artistas acudían a aquellos lugares donde se pasaba hambre y frío a tratar de animar a la población. En momentos de necesidad, la música es una fuente de energía positiva y de esperanza.

Acaba de grabar el último gran concierto de violín que le quedaba, el de Dvořák. ¿Qué ocurre? ¿Los colecciona? Más que compositores, colecciono orquestas y directores que los interpretan conmigo.

¿Cuántos? No busco el número, la cantidad, sino la calidad.

¿En serio? ¿No es usted de esos artistas que reúnen récords y se los escupen en la cara al primer periodista que pasa por ahí? La vida no debe guardarse en cajas con números. ¿Que por qué he tocado con no sé cuántos músicos mayores que yo? ¡Pues porque comencé muy joven! ¡Con 13 años! ¡Todos eran mayores que yo! Ahora empieza a ser distinto.

Dio la vuelta el panorama. Claro, la vida… El número es siempre irrelevante para mí. Busco la calidad, y en el caso de Dvořák, aquellos que entienden el carácter checo: una sensualidad muy diferente, muy especial, tiene que ver con los aspectos danzantes de su música, a todos ellos debes otorgarles su cualidad, su tempo, su utilidad, su acento; es muy difícil, más complicado que entender a otros tan sensuales y danzarines como los Strauss, por ejemplo. Dvořák necesita alguien que comprenda eso. ¿Es necesario que sea checo? No… Pero con la música, como con la pintura, no puedes quedarte con la evidente superficie. Para llegar a contemplar ese terreno en su plenitud necesitas adentrarte en el nervio.

Volviendo a la edad, ahora que está en plena madurez, ¿cómo ve a los jóvenes? Me gusta hablar de los más veteranos. Para mí es una suerte que gran parte de los maestros con los que he colaborado sigan en activo. Lo digo por comparar. Ver a los mayores y a los jóvenes de hoy moldear un pasaje, una frase, da que pensar.

Es maravilloso Guardiola. ¡Cómo juegan! ¡Qué elegancia!"

¿Qué concretamente? La música es un lenguaje, te dice cosas, tiene su fuente narrativa. En la nueva generación existen muchos talentos, pero las manos de algunos son como langostas, no esculpen la música, no la dan forma con el gesto. Karajan, con un solo movimiento, hacía recogerse a la orquesta en un pianísimo. Más de cien personas le seguían al detalle. Puede que sea la técnica moderna, que desprecia la narrativa, y lo que más me preocupa es que están cosechando unos resultados toscos y nada melódicos, no infunden bien la música en la orquesta. No es que se tengan que poner como Georg Solti cuando rugía: “¡Suave! ¡Suave!”. Y te preguntabas qué quería decir. Pero si aprenden como si fuesen a soltar cemento, malo, cemento es lo que sacarán. Es entonces cuando aprecias a músicos como André Previn, que mueve una mano y le devuelven una flor. Al fin y al cabo, lo que ves en los gestos es lo que acabarás oyendo. Así lo creo…

Lo que veo es que se lleva bien con su exmarido, Previn. Ah, claro, desde luego. De hecho voy a estrenar su segunda sonata. Siempre nos hemos adorado y hemos sido grandes admiradores el uno del otro. Así es.

¿Qué nos trae la energía de talento que viene de fuera de Occidente? Bueno, es muy interesante. La música va y viene por oleadas; si vas a China, a Taiwán, me impresiona sobre todo el público. La mayoría tiene entre 15 y 35 años. El impulso viene de la sociedad en esos países. En los nuestros, aunque también se produzca ese renacer del público y ese interés de las nuevas generaciones, lo que no debe darse es la falta de interés de los políticos hacia el arte. Están obligados a protegerlo. Cuidarlo y protegerlo. Esmerarse en que se enseñe desde la escuela.

Pues no parece que le escuchen. Sobre todo en España. También en Alemania pasa, lo van abandonando. Quizá con la excepción de Austria, que lo cuidan como algo muy propio.

Aquí no es que lo descuiden, aquí lo atacan subiendo el IVA al 21% en el precio de las entradas. El debate está en todo el continente. Debemos acudir cada vez más a los patrocinios privados, pero debe apoyarse en un sistema adecuado. En Alemania no existe. No hay ayudas más allá del 10%. Olvídalo. El país no te permite ser generoso. Hay que preguntarse por qué nos van a dejar contemplar cómo la cultura desaparece y espectáculos como el fútbol no porque cada vez cuentan con más y más apoyos y facilidades para recaudar dinero. ¡Y eso que yo soy una gran futbolera! Pero existen límites. No se puede aplaudir un fichaje millonario y escandalizarse porque se aumenta el precio de una entrada para un concierto.

Nadie quiere que deje usted su pasión por el fútbol. Es compatible, sobre todo con disfrutar de la vida. ¿Cómo se puede ser seguidora del Madrid y admirar a Guardiola en Múnich? No está mal, ¿no? ¡Es fabuloso! Qué tío. Cómo juegan, con qué inteligencia, con qué velocidad, qué elegancia, gracias a él.

¿Bailan? Es maravilloso observar la compenetración del equipo. Porque hay que partir de la base de que un equipo así lo componen una especie de solistas bien entrenados, y yo sé perfectamente, desde mi experiencia musical, qué difícil es conseguir que un buen número de divos se entreguen al grupo. Es como asistir a un gran concierto de música de cámara con estrellas.

Ahí está la personalidad del entrenador: liderazgo y sensibilidad. E innovación. Como puede ver, estamos muy orgullosos de tenerlo.

Siempre he disfrutado trabajando para gente que sabía más que yo"

Tanto como tristes andan por Barcelona. Ya… pero así son las cosas; en fin, él es libre.

Veo que ha aprendido a disfrutar de la vida aunque haya sido una niña que empezara su carrera a los 13 años, como me dijo, y con Karajan. Duro… Yo siempre he disfrutado trabajando para gente que sabía más que yo. Quizá por eso, porque ahora debo trabajar con gente más joven que yo, me inspiran menos. Me da miedo que, con lo poco finos que nos estamos volviendo en algunos aspectos, acabemos maleducando al público y convirtiendo a quien acude a los conciertos en gente con los oídos menos exigentes. No sé si con los años sabrán apreciar y diferenciar las cosas como antes.

Pero ¿no cree que esta es una época de minorías refinadas que saben apreciar detalles y acercarse a experiencias más exquisitas? No necesariamente, quizá existan, pero no estoy segura de que sean exigentes. Hoy tenemos muchas maneras de aprovechar el tiempo, y en el fondo, al final, todo tiene que ver con cómo llenas el día. Puedes elegir salir al campo, ver la televisión, diferentes formas de estimular el cerebro.

¿Cómo lo hace usted? Adoro la naturaleza y relacionarme con gente que no tiene nada que ver con la música. Quien es creativo siempre me ha apasionado. Lo mismo da que trabaje en una granja, algo que encuentro muy interesante, o sea un cocinero, con tal de que se dedique a su oficio con pasión; me interesa, me puede atrapar, todo aquel que esté metido a fondo en asuntos que mejoran la vida de los demás.

Desde su experiencia, ¿siente que ha cumplido el sueño de su niñez? ¿Está satisfecha con lo que ha llegado a ser? ¿Aquellos deseos se corresponden con su realidad de hoy? ¿Se encuentra en paz? ¿O decepcionada? Si tuviera que definirla, lo haría con una palabra: equilibrio. Desde que tengo hijos, mi gran objetivo es ser una buena madre. No cometer errores en eso. Después todos debemos convivir con ese niño interior que llevamos dentro y a quien le cuesta olvidar lo que un día soñaste. Pero lo que encuentro realmente difícil en mi vida es eso, ser una buena madre. Todo eso acarrea un conglomerado de lo que nosotros hemos llegado a ser y a vivir. No todo fue fácil. Y así, siendo consciente de eso, puedes ir mejorando o reaccionando a tus propias frustraciones. Ese espejo, el de los hijos, nos coloca a veces frente al gatillo de lo que no hemos resuelto, y muchas veces me decepciono a mí misma cuando observo o caigo en la cuenta de que no he reaccionado con suficiente madurez en algunas cosas. Como músico, lo que he pretendido es hacerlo lo mejor posible con arreglo a mis cualidades. ¿Suficiente? Quizá no, pero nadie me puede reprochar que cuando me he metido en ciertos repertorios, estos requerían interés, atención, sobre todo, en lo contemporáneo. Me he dedicado a fondo y no me he expuesto a nada públicamente que no sea la música. No he tratado de brillar más que los compositores en los que me he metido. ¿Llegué adonde quería llegar? Es que no sé adónde deseaba llegar.

¿No se planteó nunca una meta? La vida te da más de lo que necesitas o sueñas, y lo que yo he sacado de lo que he logrado o vivido es una gran satisfacción. Que me hubiera gustado a estas alturas visitar más África o América, cierto, pero todavía tengo muchos años por delante para hacerlo, ¿no? Son viajes de aventura lo que más me apetece hacer.

Dos Stradivarius

Nacida en Rheinfelden (1963), comenzó estudiando piano, pero pronto agarró el violín y se quedó con dicho instrumento. Hoy posee dos Stradivarius, además de un inusual récord de piezas que compositores vivos de primera fila han creado para que ella las grabe o las estrene. Desde su debut a los 13 años en Lucerna, su carrera cogió impulso entre los mejores directores de orquesta. Casada con el abogado Detlef Wunderlich en 1985, quedó viuda en 1995 con dos hijos, Arabella y Richard. Después contrajo matrimonio con el músico André Previn, de quien se divorció en 2006, y siguen colaborando juntos. Ha grabado más de 50 discos y preside una fundación de ayuda a jóvenes músicos.

¿En serio? Pues sí, respirar aire libre.

¿Una mujer de acción? ¿Nada de la imagen del ‘glamour’ para el violín? Naaaaa.

¿Lara Croft? Ella es bastante bestia…

Pero insisto con esa vida que ha llevado cargada de responsabilidades. Niña bonita de Karajan, se quedó viuda muy joven, luego se divorció, los hijos… ¿No ha sentido la necesidad de bordear el lado salvaje? ¿Desmelenarse? Tengo mis recetas para eso…

¿Ah sí? ¿Cuáles? Me encantaría verlo. Eso es estrictamente confidencial, así he podido resguardarme como madre ante mis hijos. No me gusta airear mi vida privada, no me gusta eso; además distorsionaría mi deber con la música.

Pero deme alguna pista que se salga de lo manido. ¿No le ha dado por romper vajillas? No, a ese punto no he llegado. Qué va, me encantan mis platos, mis vasos.

¿Sentarse en el sofá a ponerse morada de chocolate? Eso sí, ocurre. ¿Lo ve? Mi vida es aburrida, normal, como la de cualquiera.

¿Gritar en las montañas? Somos animales, ¿no? Cuando voy por el monte con mis perros, a veces me pongo a gritar como si nos atacara un oso.

La última vez que hablamos la noté enfadada con el papa Ratzinger. ¿A mí?

Sí. Como no católica, hay ciertas cosas que me cuesta aceptar. Pero con este nuevo Papa yo creo que se ha dado un gran paso adelante en cuestión de sensibilidad humana. Todos deberían sentirse bienvenidos en una institución así: desde los divorciados hasta aquellos que aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo o son partidarios del aborto. Esas cuestiones de la vida con las que debes enfrentarte a diario.

¿Las religiones necesitan revolucionarios o cabezas llenas de sentido común? Alguien que respete tu manera privada de creer. Yo vivo la fe como un compromiso por el cual obtengo una guía en ciertos aspectos de mi vida. La determinación de convertirnos en buenas personas no debe darse por ir al paraíso, sino para que progrese la sociedad en su conjunto. Las iglesias deben enfatizar eso más que centrarse en que sus fieles no se acuesten unos con otros antes de casarse. A mí me atrae la iglesia que me ayuda a confiar y acudir a ella por ayuda cuando lo necesite en vez de quererme castigar y enviar al infierno por haber sido mala.

No debe de haber sido fácil compaginar matrimonios con hijos y ser una de las intérpretes más deseadas en los grandes circuitos. En mi vida no es fácil compaginar ciertas cosas. Como ve, no estoy casada, muy difícil. Saber estar en todos los momentos en los que mis hijos me necesitan y responder al desarrollo del talento que me ha dado Dios. Debo equilibrar todo. Y contarle que me resulta poco complicado y que se puede llevar bien sería mentirle, pero tampoco me quejo. Sobre todo cuando pienso que hay mujeres que no tienen la suerte de disfrutar de ninguna de las cosas que la vida me ha dado, que no pueden elegir profesión, ni con quién casarse; así que me siento agradecida y trato de devolver mi suerte con causas sociales, ayudando a mujeres en lugares como Rumanía, ofreciéndoles casas o asistencia social en países que no cuentan con ello, educación, protección. En cada caso así debemos pagar doble de lo que obtenemos.

¿Cree que la sociedad civil alemana debe atender todo lo que su Gobierno desmonta para Europa? Porque Angela Merkel se está convirtiendo en la bestia negra de la Unión. ¿Ah sí? No soy política, no opino, aunque creo que ella sí se está esmerando en salvar la idea de Europa.

¿Como lo hacían los líderes del pasado? No sé; si ha sido reelegida, será por algo. Quizá porque los alemanes confían en ella precisamente para salvar Europa. Los alemanes nos consideramos muy europeístas, solo en esa Unión podemos compartir nuestras reglas e ideales, aquella en la que los grandes deben socorrer a quienes más lo necesitan y luchan por salir adelante. Si ella lo está haciendo bien en ese sentido, ¿quién sabe? ¿Cuál es la receta?

No parece que los resultados les asistan. Ya, habrá que esperar. Ojalá la nueva coalición de poder en Alemania nos ayude a aclarar el panorama. Esto es una democracia y debemos atenernos a los resultados de las urnas. Aceptarlo así, y si no nos convence, protestar en la calle. Es sano protestar.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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