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Reportaje:

Ni de ciencias, ni de letras

Sánchez Ron reivindica la interdisciplinariedad en 'La Nueva Ilustración'

Javier Rodríguez Marcos

En la biblioteca de la Real Academia Española, José Manuel Sánchez Ron hojea la Enciclopedia francesa de 1751. "Aquí era un libro prohibido", explica, "pero un académico clérigo autorizó la compra y por eso este es uno de los pocos sitios de España que conservan una primera edición". El gesto es algo más que simbólico. Por un lado, Sánchez Ron (Madrid, 1949), catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la RAE desde 2003, es el bibliotecario de la institución. Por otro, su último libro, La Nueva Ilustración (Ediciones Nobel), es una referencia directa a la obra de Diderot y D'Alembert.

El subtítulo de la obra, que valió a este doctor en Física por la Universidad de Londres el último Premio Jovellanos de Ensayo, es, aunque descriptivo, toda una declaración: Ciencia, Tecnología y Humanidades en un mundo interdisciplinar. De Arquímedes a Le Corbusier pasando por Newton, Pasteur, la estructura del ADN o Internet, Sánchez Ron retrata la integración histórica entre los diferentes campos del saber para denunciar la tendencia a poner fronteras al conocimiento. Incluyendo la frontera más grosera de todas, la que separa ciencias y letras. ¿En qué momento se trazó ese límite? "A partir precisamente de la Ilustración. Para los ilustrados no había una división tan marcada. Pensemos que la Enciclopedia la coordinan Diderot, un filósofo y escritor, y D'Alembert, un físico y matemático".

"El XVIII es un siglo optimista y compasivo con la naturaleza humana"
"Hoy son las letras las que parecen desentenderse de los números"

Sánchez Ron recuerda que la ciencia nació como una parte de la filosofía, de la que empezó a alejarse en los siglos XVI y XVII: "Al separarse de la filosofía se va alejando de los intereses más humanísticos". En el fondo, la Ilustración sería un oasis: "El XVIII es un siglo optimista y compasivo con la naturaleza humana. Promueve el conocimiento no como un fin en sí mismo sino como un beneficio para la humanidad. Si miras a los seres humanos con el instrumento que sea pero con compasión, se te abre la puerta a las humanidades".

El XIX volvería al gusto por las fronteras: "Es un siglo maravilloso para la ciencia, pero se profesionaliza tanto que pierde parte de sus aspiraciones universales". Hoy, no obstante, son las letras las que parecen desentenderse de los números. Todavía los errores de cálculo se disculpan con mayor facilidad que las faltas de ortografía. Sánchez Ron, sin embargo, matiza: "La respuesta más sencilla sería decir que es verdad porque se trata de un lenguaje especializado, pero existen indicios de que una sociedad con un nivel educativo medio muestra interés por la ciencia, respeto al menos. El problema es que la oferta es muy pequeña. Pensemos en el número de expertos en ciencia que hay en los medios de comunicación o en la cantidad de exposiciones que se hacen anualmente con fondos públicos. ¿Cuántas se dedican a la ciencia?".

Para el autor de El canon científico, muchos libros de historia estarán cojos mientras no incluyan la historia de la ciencia. ¿Cómo explicar algunas hambrunas sin entender el cambio climático? ¿Existe alguna relación entre la decadencia de la investigación hispana a partir del siglo XVII y el ocaso del imperio español? ¿Qué papel jugó el desarrollo de los abonos químicos en Alemania durante la I Guerra Mundial?

"Es imposible hablar de cultura sin hablar de cultura científica", dice Sánchez Ron, para el que al lado de Cervantes y Shakespeare debería colocarse a Galileo y Darwin. "Entiendo que la gente se identifique más con la literatura, pero El origen de las especies es una obra decisiva, y muy legible", sostiene este científico y académico, cuyo "héroe" entre los ensayistas y divulgadores es el paleontólogo Stephen Jay Gould.

La Nueva Ilustración, que mezcla la reflexión y la historia, sigue el río del progreso desde su nacimiento hasta casi hoy mismo. La conclusión cae por su peso: "Nuestro bienestar y el aumento de la esperanza de vida no se deben a la política sino al conocimiento a través de la ciencia. Aunque la ciencia está íntimamente ligada al poder industrial -que puede limitar la libertad- no deja de ser, como soñaban los ilustrados, algo que ha mejorado la condición humana. Vivimos incomparablemente mejor que Felipe II".

¿Cuál es el avance que más habría sorprendido a los ilustrados? "La física cuántica". ¿Y a un analfabeto contemporáneo, de los ilustrados? "El hecho de que te puedan operar sin dolor y sin riesgo de infección". Eso por no hablar de la liberación de mitos que ha supuesto la ciencia. Mitos ligados a la tradición -Sánchez Ron se declara antitaurino: "Dado su sistema nervioso, el toro sufre"- o a la religión. "La religión está muy ligada a la tradición", explica, "y esta muchas veces lo está a la ignorancia".

José Manuel Sánchez Ron, en la biblioteca de la RAE.
José Manuel Sánchez Ron, en la biblioteca de la RAE.ULY MARTÍN
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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.
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