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El rey de todas las conspiraciones

David Baldacci ha vendido 65 millones de ejemplares con sus 'thrillers' políticos - Su última novela juega con la vuelta a la guerra fría como truco para vender armas

Gregorio Belinchón

"¿Qué le parece a usted el club Bildelberg, esa reunión semisecreta de prebostes y mandatarios del mundo?". David Baldacci (Richmond, Virginia, 1960), el rey de las novelas de intrigas conspirativas, el hombre que ha vendido más 65 millones de ejemplares de sus 16 libros (y eso que empezó en 1996), el escritor admirado por tres presidentes de Estados Unidos, mira al periodista y responde: "No tengo ni idea de qué es eso". Una de dos, o los de Bildelberg no conspiran demasiado o Baldacci es un pufo. "¿Me puedes escribir el nombre de ese club? Vaya, ése es mi territorio. ¿Quién va?". Pues ex presidentes de Estados Unidos como Bill Clinton, poderosos empresarios, la reina Sofía... Se reunieron en Sitges a inicios de junio. "¿En Sitges?". El rey de las conspiraciones arquea una ceja y sonríe. Mensaje captado.

"La actual crisis financiera está siendo manejada en las sombras"
"El mundo es mucho más seguro cuanto más sepamos"

Baldacci es un fenómeno definible como un Tom Clancy conspirativo del siglo XXI. Como John Grisham, empezó como abogado, en su caso en las tuberías de Washington DC. Hasta que colocó su novela Poder absoluto y se convirtió en un expendedor de best sellers. De sus 16 libros, 11 de ellos han sido número 1 en la lista de los más vendidos que publica The New York Times. "Es agradable. Yo no miro esos listados, pero me entero porque mi editor me llama feliz muchas mañanas. Durante años escribí relatos cortos por los que no cobraba y lo más que sacaba eran cuatro ejemplares gratis. Por eso hoy ya estoy tranquilo con alcanzar el número 2".

Desde aquellos inicios sus tramas han jugado con conspiraciones mundiales, entramados empresariales ocultos y gobiernos en la sombra. "Hay gente que me escribe y me dice que lo deje o que veo demasiadas conspiraciones a mi alrededor. Pero no es cierto si nos atenemos a mi definición de conspiración: un grupo de gente muy diferente trabajando en común en secreto en busca de un objetivo. En el mundo actual, lo importante son las conexiones. Hay cosas que pasan porque sí, pero hay muchas más que ocurren por un motivo". Y Baldacci espera que sus lectores ante todo piensen, "que analicen lo que les rodea".

Por ahí van los tiros de Toda la verdad, su última novela traducida en España -ya ha publicado en EE UU la continuación, Líbranos del mal-, que arranca con un vídeo colgado en Internet en el que se ve a un joven disidente ruso torturado y asesinado por su Gobierno. Pronto el mundo entra en una espiral de tensión creciente, que augura la vuelta de la guerra fría... tal y como desea el dueño de una corporación armamentística que así colocará más y mejor sus productos. Solo una periodista y un tipo duro de una agencia ultrasecreta policial se interponen en su camino. Entre medias, una meticulosa y orquestada campaña mediática. "Hace cuatro años leí un artículo sobre las agencias de gestión de la percepción y así nació esta novela. Esas empresas de relaciones públicas no manipulan la verdad, crean la verdad. Eso confunde mucho más, hace que la realidad parezca mentira, y asumimos mentiras como verdad. Asusta, ¿verdad? Nadie confirma las historias, Internet multiplica cualquier rumor, la información que manejamos diariamente es de un tamaño titánico. Y no hay vuelta atrás. Hoy es realmente difícil ser periodista de investigación". Baldacci asegura que detrás de cada acontecimiento internacional no hay una conspiración... pero casi. "Desde luego la actual crisis financiera está siendo manejada en las sombras. Hay demasiado dinero y poder en juego. Fíjate en quién sigue ganando, quién sigue apareciendo en las fotos y sabrás quién maneja los hilos". Un poco James Bond, ¿no? "Sí, el malo de Toda la verdad tiene un megayate con un submarino, sé a qué suena. Soy un fan de la serie, sobre todo de Goldfinger. Pero mis buenos no son muy molones".

El primo político

El primo de David, John Baldacci, es el actual gobernador de Maine. "No nos conocíamos hasta que el mismo día en que salió elegido congresista se puso a la venta Poder absoluto y un periódico tituló: 'Menudo día para los Baldacci'. Nos hemos hecho muy amigos, he participado en sus campañas como gobernador... Le preguntaron si conocía tramas conspirativas como las de mis novelas y dijo que no, porque si hubiera estado en una de ellas, habría sido uno de los primeros muertos". Baldacci se ríe mucho de sus propios chistes y entonces se le marca aún más su poderosa quijada, cincelada al puro estilo anglosajón, con un peinado acorde a las rectas de su rostro. ¿No será Baldacci un creador de novelas conspirativas para confundir aún más a la gente y crear cortinas de humo literarias? "Absolutamente. Cada vez que escribes algo estás haciendo gestión de la percepción. Así que yo podría ser un diabólico maestro de marionetas [risas]".

En Toda la verdad, el vendedor de armas asegura: "El mundo es un lugar mucho más seguro cuando los poderosos hacen uso de su poder y mucho menos seguro cuando se abstienen de hacerlo". Menudo mensaje. "Es un pensamiento de él, no mío. El mundo es mucho más seguro cuanto más sepamos".

David Baldacci, ayer en un hotel madrileño.
David Baldacci, ayer en un hotel madrileño.ÁLVARO GARCÍA

En la Casa Blanca

Entre los más rendidos admiradores de Baldacci están tres presidentes de EE UU: los dos Bush y Bill Clinton, que escogió La pura verdad como su novela favorita de 1999. Extraño para un escritor que en su primera novela, Poder absoluto (llevada al cine por Clint Eastwood), describió a un presidente estadounidense asesino. "Como frase de promoción suena bien que gustes a los presidentes, ser el número uno en el Air Force One. He conocido a los tres, también pidió charlar conmigo Frederik de Klerk, presidente de Sudáfrica... En la mesa de mi despacho tengo una foto a la derecha de Bush padre y otra de Clinton a la izquierda ¡y nunca cruzan ni las miradas!". ¿Y Barack Obama? "Soy demócrata, es un gran presidente. Es fácil ser un político con coraje en mitad de una guerra. Lo difícil es convencer a los votantes de decisiones duras en el día a día. Y a Obama le han tocado unos tiempos muy, muy complicados. Está por encima de luchas ideológicas, solo le interesa su compromiso con la gente".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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