_
_
_
_
_
UNIVERSOS PARALELOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuando Lou plagió a Nazario

Diego A. Manrique

Ya sabrán que murió Gaspar Fraga. Integrante del núcleo duro del underground español, Gaspar vivió episodios que hoy nos resultan extraordinarios. Estudiante en la Sorbona, participó en Mayo del 68, pero no recordaba heroicidades propias sino la astucia de un gendarme: examinó sus manos, vio que tenían marcas de arrancar adoquines y le expulsó del país. Ya en España, ¡zas! y al saco: la policía interceptó una foto suya, tomada en Marruecos, donde estaba fumando algo parecido a un porro.

Invocando la Ley de Peligrosidad Social, le encerraron en el psiquiátrico de Carabanchel, donde compartió "tratamiento" con Miguel Ríos y Henry Stephen. Veinticinco años después, un irredimible Gaspar impulsaba el movimiento antiprohibicionista español con la revista Cáñamo, que superó las zancadillas de ministros como Corcuera y Acebes. Conviene destacarlo: aunque el underground nacional abunde en fracasos, Gaspar convirtió su idea en una empresa rentable y políticamente activa, muy presente en los debates sobre la legalización.

Con dirección de Gaspar Fraga, 'Cáñamo' superó las zancadillas de ministros como Corcuera y Acebes

Pero quisiera celebrarle por otra aventura editorial. En 1976, recién enterrado el cocodrilo, lanzó Rock Comix, publicación que combinaba textos e historietas sobre música. El rock salía de la clandestinidad y había hambre de información, hasta de fantasía: la mitología del rock incitaba a prometedores dibujantes novatos como Mariscal, Max o Montesol.

El número 4 de Rock Comix se consagró a Lou Reed y The Velvet Underground. Por aquel entonces, Reed encarnaba un Nueva York fascinante, de sexualidad polimorfa y tentadora heroína (tardamos en saber que, realmente, la droga de aquel círculo eran las anfetaminas). En portada, Nazario imaginaba un personaje muy Walk on the wild side: tenía cabeza rapada, vestía chupa de cuero, short, medias con ligueros y botas de dominatrix.

Era una imagen poderosa: cautivó al propio cantante. Le gustó tanto que finalmente sirvió como envoltorio de un en directo Take no prisoners (1979). Por las bravas: Lou no solicitó permiso para recrear el original, que hubo que adaptar al formato de elepé. Ni una mención de Nazario en los créditos, aunque en el interior se reproducían dibujos de Ceesepe, Stav y Rubiales, aparecidos igualmente en el monográfico.

Hubo cierto alboroto mediático y su discográfica, RCA, tomó precauciones: cuando se editó Take no prisoners aquí (sí, los discos tardaban meses en llegar) habían cambiado la portada, sustituida por una foto genérica. Gaspar quiso demandarles en Nueva York, pero los abogados estadounidenses exigían grandes fondos para pleitear.

Aparentemente, Reed se salió con la suya. En los años ochenta, al preguntarle por el asunto, se hizo el ofendido: "¿Cómo pueden exigirme una compensación cuando reprodujeron mis letras por la cara? ¡Ellos fueron los ladrones!". El argumento resultaba endeble, pero uno no puede discutir con un Lou Reed enfadado.

Los agraviados callaron. Hasta que se reeditó Take no prisoners en CD. Se difundió mundialmente con la portada bajo sospecha, firmada por Brent Bailer, un dibujante que calcó la ilustración de Rock Comix. Esta vez sí que hubo juicio, en Barcelona. Nazario lo pasó mal: el letrado de RCA se dedicó a denigrarle. Manipulando la cronología, aseguró que el plagiario era Nazario, al que describía como un caradura con pretensiones de artista, un ser de mala vida (ya me entiende, su señoría, de la acera de enfrente). Asombrosamente, el juez falló a favor de la disquera. Sólo en segunda instancia se reconoció la infracción y Nazario fue indemnizado con cuatro millones de pesetas.

Hoy, Nazario minimiza el asunto: "Si Lou lo hubiera pedido, seguramente se lo habríamos cedido, por el punto de asociarnos con un disco suyo. Nos molestó su prepotencia". Le aconsejaron que siguiera querellándose en otros países: conseguiría sabrosas compensaciones hasta obligar a que RCA y Lou Reed reconocieran el robo de su propiedad intelectual. Renunció a esa posibilidad: "No me veía yo como un feriante, de gira por los tribunales".

Nazario Luque estuvo en la despedida de Gaspar Fraga. Allí sonaron temas de Tim Buckley, los Stones, Zappa. Pero nada de Lou Reed.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_