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José Ángel Valente, en prosa afilada

Javier Rodríguez Marcos

"Las obras completas del ilustre vate / transpiran desde el lomo en sucedáneo / de piel más honorable hedor de gloria". José Ángel Valente, que escribió estos versos en 1971, odiaba las obras completas, pero las suyas ocupan ahora cerca de tres mil páginas. Dos años después de reunir en un tomo toda la poesía del autor nacido en Ourense en 1929 y fallecido en Ginebra en 2000, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica el volumen que reúne todos sus ensayos y artículos.

Es el propio director de la edición, Andrés Sánchez Robayna, el que recuerda la fobia de Valente a los "adoquines de compacta gloria", pero asume la responsabilidad. Fruto de ella es un volumen de 1.800 páginas de las cuales, y ésa es la gran novedad, más de mil corresponden a textos hasta ahora inéditos o dispersos. Para recopilarlos, Claudio Rodríguez Fer, responsable de la cátedra Valente de la Universidad de Santiago, ha pasado ocho años buceando en el archivo del poeta, depositado en la capital gallega.

El cine, la novela hispanoamericana, su generación; nada escapó a su interés

Así, junto a títulos canónicos como Las palabras de la tribu (1971) o La piedra y el centro (1982) o Elogio del calígrafo (2002), consagrados a la literatura, la mística y las artes plásticas, los textos reunidos por primera vez en este tomo completan el retrato total del Valente ensayista, una faceta que, según Robayna, le coloca en la línea de grandes poetas-pensadores de la tradición hispánica como Octavio Paz o José Lezama Lima.

El millar de páginas de material periodístico arranca en 1948, momento en que, con 19 años, Valente se traslada desde Galicia a Madrid ("un Orense en pequeño") y comienza una actividad frenética en revistas como Alférez, Ínsula o Índice. Nada escapaba a su curiosidad: la novela hispanoamericana (años antes del boom), el cine (con crónica del Festival de Venecia incluida) o su propia generación poética, de la que terminaría renegando pero con la que, como reconoció más tarde, compartió la devoción por Antonio Machado y los prejuicios contra Juan Ramón Jiménez.

Sus años en Oxford y Ginebra (que un consejo de guerra por injurias a Franco convirtió en exilio en 1972) no embotaron el afiladísimo humor de los artículos que, hasta meses antes de su muerte, Valente siguió publicando en los periódicos. Son lo que el filósofo José Luis Pardo, buen conocedor de la obra del poeta, llama "valentías", una mezcla de inocencia y sátira que le llevó a rechazar la posibilidad de ingresar en la RAE con un argumento juanramoniano: "Meter a un poeta en la Academia es querer convertir a un árbol en botánico".

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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