Murillo vuelve a Sevilla, o casi
La Caridad cuelga cuatro copias para sustituir las obras que robó Soult en 1810
Las tropas napoleónicas llegaron a Sevilla con los deberes hechos. El mariscal Soult entró en la ciudad en 1810 con una lista de 999 obras de arte que quería llevarse a Francia. Dicen los cronistas que traía subrayadas las piezas en el tomo nueve de Viaje de España, de Antonio Ponz y en El gran diccionario del arte, de Ceán Bermúdez. El Hospital de la Santa Caridad, un refugio para pobres construido en el siglo XVII cuya iglesia albergaba obras de Murillo, Valdés Leal y Pedro Roldán, era uno de sus principales objetivos. El motivo: la serie Obras de misericordia compuesta por seis enormes lienzos que Bartolomé Esteban Murillo realizó entre 1667 y 1670. Casi 200 años después, la iglesia ha recuperado su aspecto original.
La hermandad acabó cansada de pedir la devolución de las pinturas
Nadie ha devuelto las pinturas -que están en grandes pinacotecas como el Ermitage, de San Petersburgo; las galerías nacionales de Londres y Washington y el museo de Ottawa (Canadá)-, pero la Hermandad de la Santa Caridad, cansada de pedir que le restituyan lo robado, ha terminado colgando cuatro copias en la iglesia.
El trabajo, encargado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la hermandad, lo han realizado en un año los pintores y restauradores Juan Luis Coto (Sevilla, 1953, Fernando García (Carmona, Sevilla, 1973) y Gustavo Domínguez (Huelva, 1979). "Hemos utilizado las técnicas del siglo XVII, aplicándole una primera capa de temple y con terminación al óleo. Con el tiempo, el óleo va perdiendo consistencia y las capas se hacen más transparentes, de forma que se ve las capas inferiores de temple, un material que no se altera nunca", explicó ayer ante los lienzos Juan Luis Coto, director del equipo de restauradores de la Catedral de Sevilla entre 1980 y 1991.
"La calidad de las copias es espléndida. Responden al espíritu de los originales porque los han hecho pintores que han respetado el sentido histórico de la serie", afirmaba ayer Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Hispalense y experto en Barroco.
"Desde que se los llevaron no hemos parado de reclamarlos. Todos los hermanos mayores se han dirigido al Gobierno francés, a través de las embajadas, y también a los museos que los tienen ahora; pero nos dicen que se realizaron sucesivas compras y ventas de buena voluntad y que es imposible que vuelvan", apunta Antonio Domínguez, hermano mayor de la Caridad. "Los fueron devolviendo todos, salvo estos cuatro. El último en llegar fue Santa Isabel de Hungría -otra obra de Murillo que está en la iglesia pero no pertenece a la serie- que, tras haber sido devuelta, se quedó en el Prado hasta 1948. Según el Ministerio de Cultura, "no existe base jurídica para reclamar estos cuadros, ya que el expolio se produjo antes del siglo XX, que es cuando se comenzaron a hacer acuerdos de restitución". Las copias, con sus inmensos marcos iguales a los originales, han costado más de 100.000 euros, de los cuales la Junta aportará 50.000. Pero los franceses no fueron los primeros en codiciar estas obras maestras del barroco. El mismo Carlos IV había intentado, sin éxito, llevárselos en 1800 para su museo real. "El rey encargó una copia de la serie completa en 1802 a Joaquín Cortés para ofrecérsela a cambio a la hermandad, que rechazó el ruinoso trato. Los óleos de Cortés están ahora en el palacio de Aranjuez y se han colgado en los huecos de los originales en dos ocasiones, pero Patrimonio Real ha declinado las peticiones para una cesión", aclara Valdivieso.
Por suerte, la mitad de las 999 obras que los franceses fueron atesorando en el Real Alcázar se quedaron en Sevilla y volvieron a sus propietarios. Pero el Museo Goya de Castres (Francia) está lleno de obras maestras de Zurbarán, Pacheco y Roelas. La serie Obras de misericordia corrió otra suerte. Soult se quedó con los cuatro lienzos de 230 por 260 centímetros para su casa de París y los vendió en 1836. Las dos piezas mayores (de 335 por 550 centímetros) se salvaron y volvieron a la iglesia de la Caridad. Dicen que el mariscal hizo cálculos y tamaños lienzos no cabían en sus salones.
Babelia
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