'Graffiteros' atacan el vacío de la Bienal de São Paulo
Todo estaba preparado para el concierto del dúo de electrónica Fischerspooner cuando un grupo de 40 graffiteros armados con aerosoles lograron romper el domingo por la tarde el cordón de seguridad de la Bienal de São Paulo. Los atacantes rociaron, hasta que fueron reducidos por la policía, las paredes del espacio sin obra, homenaje al vacío del comisario Ivo Mesquita. Los jóvenes protestaban a su manera contra la cita y la decisión de Mesquita de dejar sin obra una de las tres plantas que la componen. La acción había sido convocada en los últimos días por Internet.
El forcejeo entre la policía y los graffiteros, que lograron avanzar por las rampas que unen el acceso con la segunda planta, se saldó con una detención y un cristal roto. Y la acción de los jóvenes fue aplaudida por un grupo de visitantes, quién sabe si porque creyeron que aquello formaba parte del programa o porque así expresaban su malestar por la original iniciativa.
Es, por otra parte, el mismo desagrado que de otras maneras menos espectaculares mostraban muchos de los visitantes al Pabellón de Oscar Niemeyer en el parque Ibirapuera.
Muebles omnipresentes
La 28ª edición de la feria de São Paulo pasará a la historia por dos motivos: el helador vacío de los 12.000 metros cuadrados de la segunda planta del pabellón y los omnipresentes muebles de madera que, ideados como separadores por el colombiano Gabriel Sierra, han uniformado la presencia de la obra de los 42 artistas participantes en las otras plantas.
El chileno Carlos Navarrete resumía el domingo su descontento calificando el certamen como una "feria del mueble". Autor de una instalación sobre la memoria, su obra ha quedado reducida a una vitrina con recortes de noticias publicadas en diarios chilenos durante los últimos años. "Mi obra así no se entiende. No es nada. Está todo sometido a los mueblecitos de Sierra. Los artistas hemos hecho nuestro planteamiento y los comisarios han procedido como han querido". Ayer por la mañana, durante la apertura de la Paralela, la exposición que montan los galeristas brasileños en el centro de la ciudad, muchos asistentes confiaban en que la feria de Mercosul asuma el papel que hasta ahora ha disfrutado de São Paulo.
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