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Gourevitch afirma que "la neutralidad ante el genocidio es obscena"

Fue un recorrido a través de algunas de las tragedias más negras que ha vivido el hombre del siglo XX y XXI y sus cicatrices les han marcado a todos. Pero aun así, la mayoría de los escritores que ayer se unieron bajo el epígrafe Enfrentando lo peor: literatura y catástrofe en el PEN World Voices Festival de Nueva York, siente que su trabajo es necesario, aunque, en palabras de la alemana Carolin Emcke, "a veces nos quede cierta sensación de fracaso". El polaco Ryszard Kapuscinski ofreció la visión optimista: "Tenemos que creer en lo que hacemos porque al cubrir conflictos ayudamos a hacer más comprensibles otras culturas y contribuimos a que el mundo sea un lugar más tolerante".

La mexicana Elena Poniatowska, que leyó un estremecedor artículo sobre la recogida de cadáveres tras el terremoto que asoló México DF en 1985, expresó su visión agridulce: "Yo no tomo decisiones, en mi país la realidad llama a tu puerta y te atrapa y no hay forma de escabullirse. Al relatarla no sé si contribuyo a mejorar el mundo, yo estoy llena de esperanza pero la esperanza a veces también puede ser pesimista".

Mucho más negras, en cambio, fueron las conclusiones del francés François Bizot, un escritor que estuvo preso en Camboya tras el alzamiento de los jemeres rojos en 1971 y que relató la íntima relación que llegó a entablar con uno de sus captores, quien años después sería recordado como uno de los principales genocidas que trabajaron a las órdenes del dictador Pol Pot. "En mis conversaciones con aquel hombre aprendí que a veces es necesario identificarse con tu torturador. Y es estremecedor porque te das cuenta de que el peligro no está lejos de uno mismo. El peligro acecha dentro de nosotros", dijo con escepticismo.

La "poscatástrofe"

El entregado auditorio congregado en la New York Public Library escuchó las reflexiones nacidas del alma de tres generaciones diferentes de escritores y periodistas que han dedicado su vida "a darle voz a quienes la han perdido", y aplaudieron cuando, frente al clásico concepto de objetividad periodística, el autor Philip Gourevitch afirmó que "la neutralidad ante el genocidio es obscena". El escritor estadounidense, que ha cubierto entre otros el conflicto de Ruanda, dijo estar interesado en la "poscatástrofe", puesto que "cuando las noticias desaparecen de la primera página siguen ocurriendo cosas inimaginables, impensables e impronunciables".

Ése también es el motor que llevó a la ucrania Svetlana Alexievich a abandonar el periodismo y a comenzar a escribir libros basados en entrevistas con las víctimas de los peores desastres del siglo XX, como el accidente nuclear de Chernóbil. "He perdido el interés en la información porque se ha desacreditado a sí misma como forma de conocimiento del ser humano. Lo que me interesan son los sentimientos y la confusión en la que vivimos". "El miedo planea sobre el mundo, pero por eso debería convertirse en una fuente de conocimiento. Tenemos que superarlo, no tenemos otra alternativa".

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