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Paloma Díaz-Mas indaga en la infancia en busca de su vocación

La escritora Paloma Díaz-Mas (Madrid, 1954) ha rastreado en sus recuerdos de infancia para saber de dónde le viene la vocación literaria. Sus pesquisas se pueden leer en el volumen biográfico Como un libro cerrado (Anagrama), obra algo nostálgica en la que rescata vivencias aparentemente nimias que fueron acicates para su dedicación a la literatura. "Estas páginas son memorias de la infancia, un género en el que acabamos fichando todos los escritores. Me he dedicado a analizar una serie de detalles que posteriormente han influido en mi carrera de escritora. Son experiencias pequeñas, que abarcan desde el comentario de un maestro en clase a la actitud que tenían mis padres hacia ciertas cosas", afirma Díaz-Mas.

Como un libro cerrado nace del reencuentro de la autora con un lugar querido, la casa de sus padres. Allí vivió de pequeña y buena parte de su juventud. Años después ejerció de profesora en el País Vasco. Su regreso a Madrid coincidió con la necesidad de desmantelar la vivienda paterna. En la tarea del embalaje se fueron acumulando objetos varios que le avivaron la memoria. Especialmente, álbumes llenos de retratos familiares. Su padre, empleado de Telefónica, era un entusiasta aficionado del arte fotográfico. Algunas de esas imágenes sirven para ilustrar las rememoraciones del libro. En su escritura han sido imprescindibles como guía.

Nostalgia y pesimismo

"Ésta es la historia del reencuentro con mis recuerdos. Lo he escrito para ser leído con una sonrisa. No creo que tratar con humor las cosas sea desprestigiarlas, ni hacerlas triviales. Casi es una novela sobre mí misma, porque toda reconstrucción del pasado es reescritura y supone algo de ficción". El tono del libro, entre nostálgico y pesimista, es muy distinto al de su última novela publicada, La tierra fértil (Anagrama), obra que destilaba una visión de la vida plagada de pesimismo.

Díaz-Mas tiene claro su primer recuerdo literario. Contaba menos de cinco años, aún no iba al colegio, y se dedicaba a hacer periódicos con una caligrafía inventada. Al dárselos a leer a su madre, llegaba la decepción. Aquellas cuartillas no significaban nada. Su vocación fue, por lo visto, bastante temprana. ¿Ser escritor es algo innato? "Aunque no aseguraría que el escritor nace, me atrevería a decir que la cabra tira al monte. En este libro he querido desmitificar la génesis de un escritor, prestando atención a cosas insignificantes que determinan nuestra vida. La formación de un escritor está plagada de esas nimiedades".

Tras lo primeros escarceos llegaron las lecturas de tebeos, los juegos que le permitían habitar mundos imaginarios, los profesores singulares, la escritura de los primeros cuentos, el descubrimiento de obras clásicas y los años de formación universitaria. Cada pequeño hito le permitió ir aprendiendo particularidades útiles para su posterior oficio. Como colofón, el descubrimiento del pasado histórico más reciente, acallado por las proclamas triunfalistas del franquismo y los silencios familiares.

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