"Vivimos una edad dorada de la ópera en España"
Acaba de llegar a su nuevo despacho en el Teatro Real. Lo tiene algo desangelado, con olor fresco a pintura, pero promete poner cosas propias para ahuyentar la frialdad, objetos a los que tiene cariño, porque Jesús López Cobos (Toro, Zamora, 1940) piensa echar bastantes horas en él desde esta semana, cuando ha entrado como nuevo director musical del centro operístico más importante de España, junto al Liceo de Barcelona: "Para hacer un buen trabajo hay que pasar entre cinco o seis meses en un teatro, como mínimo", promete. El nuevo puesto, para el que se centrará sobre todo en el trabajo con la orquesta y el coro del teatro, supone el reencuentro de lujo de este músico con su país, de donde salió escaldado por una experiencia frustrante al frente de la Orquesta Nacional de España en los años ochenta que le llevó al exilio voluntario como responsable de la Ópera de Berlín, donde estuvo 10 años; en la Orquesta Sinfónica de Cincinatti, donde pasó 15, y en la de Cámara de Lausana, en Suiza. Tras su experiencia en Berlín, se apartó del género lírico para dedicarse de lleno a la música sinfónica: "He estado a dieta de ópera 10 años, pero ahora puedo comer de todo", afirma. Así que regresa a meterse de lleno en el género. Y su incorporación al Real coincide con la de su hijo Lorenzo Ramos al Coro Nacional de España, formación de la que éste fue nombrado ayer director para los próximos tres años.
"Emilio Sagi y yo tomaremos las decisiones artísticas y tengo derecho de veto sobre algunas cosas"
"He invitado personalmente a venir al teatro a Muti, Haitink, Mehta y Pappano"
Pregunta. Su última experiencia con una orquesta española no fue muy buena. ¿Con qué ánimo se ha decidido a repetir?
Respuesta. Vengo con mucha ilusión. Las condiciones en las que estoy son muy positivas y darán fruto, harán que el trabajo se note. Ya hemos hecho nuevas incorporaciones a la orquesta, seis músicos nuevos, entre ellos, un clarinete solista y dos contrabajos.
P. ¿Puede que se aprecie algo el cambio ya en La
traviata, que abre la nueva temporada el 1 de octubre, con usted al frente de la orquesta y una diva en el cartel como Angela Ghiorghiu?
R. La traviata no es una ópera de las consideradas como de director, pero quizá ése sea el reto, conseguir que se note que hay un buen director detrás de una Traviata, para eso hay que trabajar bien. En cuanto a Angela Ghiorghiu, es la primera vez que trabajo con ella y si es muy diva o no, tampoco puedo decirlo. De todas formas, hay artistas contra las que te previenen y luego te sorprenden, nunca se sabe, pero ya estoy acostumbrado y en cuanto a que ella se adapte a la política del teatro es la pauta que se sigue con todo el mundo.
P. ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Qué necesita el teatro con urgencia?
R. Lo más prioritario en mi caso es la orquesta y el coro, sus resultados artísticos. Siempre he dicho que un teatro de ópera no es nada sin cuerpos estables y vamos a trabajar para que adquieran un gran nivel. Después me centraré en la colaboración con el director artístico, Emilio Sagi, para hacer una buena programación.
P. El anterior gerente, Juan Cambreleng, se marchó del teatro diciendo que tres eran demasiados capitanes para un solo barco. ¿Cómo van a delimitar bien sus competencias en la dirección tanto usted, como Sagi, como la gerente, Inés Argüelles?
R. Tres directores para un teatro de estas características no son demasiados. En la Ópera de Berlín éramos tres y el barco funcionaba. Los tres confiamos en nuestras buenas relaciones personales para que el equipo funcione. Las cosas están muy claras. Para que no hubiera problemas, Emilio me dio su contrato para que, al redactar el mío, las competencias entre uno y otro no chocaran.
P. Y en las producciones que hagan o se traigan, ¿todo se decidirá entre los tres?
R. Emilio y yo tomaremos las decisiones artísticas y tengo derecho de veto sobre algunas cosas. Inés nos dirá si lo que proponemos es viable o no, pero lo más importante: mi responsabilidad total será la orquesta, su organización, los ensayos, las nuevas admisiones...
P. ¿También el poner remedio a una de las grandes carencias del teatro en sus cinco temporadas: la ausencia de grandes batutas?
R. Sí. De hecho, ya he invitado personalmente a varios a venir, como es el caso de Bernard Haitnik, Riccardo Muti, Zubin Mehta, Antonio Pappano o españoles como Víctor Pablo Pérez y Josep Pons, que nunca han dirigido en este teatro. Algunos, como Pappano, Víctor Pablo o Pons, se han comprometido ya a venir, otros me han dicho que harán lo posible. De todas formas, que vengan grandes batutas es fundamental, nos enriquece a todos y a mí, el primero.
P. Y Daniel Barenboim. ¿Volverá después de cuatro temporadas seguidas en el teatro?
R. Eso no depende de nosotros, sino de la Comunidad de Madrid, que era la que hasta ahora subvencionaba el Festival de Verano. De todas maneras, está muy bien que venga Barenboim y la Ópera de Berlín, pero también es bueno ver otros teatros, como La Scala, de Muti, por ejemplo, y más, para que el público compare.
P. ¿Le preocupa también que por encima de la dirección del Real, sus puestos estén sujetos a vaivenes políticos que puedan alterar sus proyectos?
R. Sí, me preocupa. Pero por eso tanto Sagi como yo hemos firmado los contratos por el mismo periodo de tiempo, por cuatro temporadas, para que no nos afecte. También he incluido una cláusula en la que me puedo ir si hay algún problema de este tipo que rompa nuestro trabajo en equipo. Aunque le diré que ya estamos programando cosas para más adelante de lo que se cumplen nuestros compromisos porque en un teatro como éste hay que jugar con plazos muy largos.
P. Al teatro le falta proyección internacional. ¿Qué harán para remediarlo?
R. Es cierto. Pero le falta porque no ha habido tiempo todavía para formarse un buen prestigio internacional. Eso nos preocupa y ya hay proyectos para salir fuera, para que viajen nuestros montajes y se nos conozca más también por medios audiovisuales. Con respecto a eso, hay un proyecto con la BBC para que se graben óperas en DVD y se vendan, están muy interesados.
P. Sin embargo, comparte otras inquietudes más importantes con Emilio Sagi, como los nuevos públicos.
R. Abrir puertas y ventanas, como dijo Sagi al llegar. Eso es fundamental, conseguir que el Real no sea un coto cerrado, que haya más funciones fuera de abono y que llegue público joven haciendo uso también de escenarios más alternativos donde se hagan cosas más atrevidas y donde se puedan ver los trabajos también de la escuela de ópera que queremos montar, una escuela donde se enseñe todo el oficio, desde la dirección de escena a los coros.
P. Con respecto a los cantantes, ¿cuáles serán los criterios más importantes para su contratación?
R. Creo que lo ideal es que se mezclen repartos de renombre con jóvenes cantantes a los que hay que dar oportunidad, como vamos a hacer con La traviata. Me gusta trabajar con los jóvenes o más con los debutantes, con los que hacen un papel por primera vez en su vida, como ahora he hecho con Carlos Álvarez, que debutó Iago, de Otello, conmigo, o con Juan Diego Flórez y Le comte Ory, de Rossini, quien por cierto estará el año que viene en el Real con El barbero de Sevilla.
P. De todas formas, con respecto a los jóvenes talentos, cuando usted se fue hace 20 años jamás pensó que en el futuro se fuera a vivir esta explosión musical en España.
R. Cierto, nunca lo pude imaginar, estábamos instalados en el catastrofismo y mira, ahora vivimos una edad dorada en la música y la ópera en España. No sólo hay buenos cantantes, hay buenas orquestas, buenos teatros, nos envidian por todas partes, hay buenos creadores, compositores que se han decidido a hacer óperas porque saben que en España hay una carencia histórica en ese campo creativo que quieren solventar. Tendrán una oportunidad en el teatro, vamos a hacer nuevos encargos.
P. ¿Encargos que vayan en detrimento de la recuperación de repertorio lírico español que se rescataba hasta ahora?
R. No, seguiremos recuperando las óperas que merezcan la pena para versiones en concierto. Sabemos que no vamos a descubrir a ningún Richard Wagner, pero hay que hacer ese esfuerzo porque también ha habido casos como el Merlín, de Albéniz, que ha despertado un gran interés fuera.
P. Son muchos proyectos, pero también tendrá algún temor para esta nueva etapa. ¿A qué?
R. Tengo miedo a la rutina. Es lo que me hizo irme de Berlín o Cincinatti, la repetición excesiva del repertorio. Aquí no lo hemos planteado así, habrá repertorio, pero habrá óperas nuevas y desconocidas también que nos ayuden a afrontarla.
Babelia
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