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Rafael Sánchez Ferlosio dice que 'el diccionario se traga lo que le echen'

El escritor presenta su nuevo libro, 'La hija de la guerra y la madre de la patria'

Decir que Rafael Sánchez Ferlosio presentó ayer La hija de la guerra y la madre de la patria (Destino) es una exageración. El escritor (Roma, 1927) aceptó someterse a la tortura de un almuerzo de prensa en Barcelona, rodeado, eso sí, de sus amigos. A preguntas de unos y otros, el escritor habló de temas que aborda en el libro, como la educación, la nación y la guerra. De las innovaciones lingüísticas dijo que 'el diccionario [DRAE] se lo traga todo'.

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'Recomiendo a todos los que se dedican al mundo de la educación, sobre todo en estos momentos de debate sobre la enseñanza, que se lean las 100 primeras páginas de La hija de la guerra y la madre de la patria', afirmó Joaquim Palau, el director de Destino. 'No está bien que lo diga yo, que soy el editor, pero es la verdad'. Publicado hace apenas una semana, se han vendido ya los 6.000 ejemplares de la primera edición y se están preparando otros 3.000. Lo que, hablando de 'ensayo serio, es un éxito', dijo Palau.

¿Se está educando o instruyendo?, le preguntaron a Rafael Sánchez Ferlosio. 'Se utiliza más la formación que la educación, lo que es repugnante. Suena a formación religiosa, ¡puaf!', respondió. Del sistema educativo dijo que no le gusta la 'reducción geográfica'. 'A los estudiantes de la Comunidad de Madrid sólo se les explica lo de su provincia'. Sobre si los escolares de entre 12 y 16 años deben leer más, afirmó: 'Empecé a leer después de escribir dos novelas. Antes leía a Salgari y a la Baronesa d'Orczy, la de Pimpinela escarlata'. No se les debe obligar a leer, añadió. 'Si quieren leer que lean, pero si se les obliga se quedarán con la Baronesa d'Orczy. Mi madre estaba muy preocupada porque yo no leía. Me hacía sentar en un banco, junto al que había dos pitas, una a la derecha y otra a la izquierda -son plantas muy desagradables porque pinchan-, y quería que leyera libros como Ivanhoe, que es un latazo. No pasé de la página 17'.

No quiso hablar más de sí mismo. Y cuando le preguntaron si le gustaría recibir el Premio Cervantes, se limitó a responder: '¿Qué voy a decir a eso? Dejemos las cuestiones personales aparte'. Tampoco quiso hablar de Soldados de Salamina, que está inspirado en la figura de su padre, el escritor falangista Rafael Sánchez Mazas. 'El muchacho [Javier Cercas] tuvo la amabilidad de enviarme el original mecanografiado, pero no lo leí. No me interesan las novelas'.

La hija de la guerra y la madre de la patria está dividido en tres partes: la primera está dedicada a la educación, la segunda reúne una serie de pecios, y la tercera se centra en la patria y la guerra. En ésta, que es la que más atención suscitó durante el almuerzo, analiza los conceptos de nación, desde la antigüedad a la Revolución Francesa ('el patriotismo moderno fue engendrado en la Revolución Francesa y con un sentido originario vinculado a la guerra...', escribe en el libro), y la actualidad, en especial la guerra de Afganistán tras el ataque terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono. 'Las guerras son más obscenas ahora, porque hay más medios de exhibición. Son más perceptibles que antes'. 'Ya no hay diferencia entre propaganda y publicidad', añadió, y puso como ejemplo los burkas que llevan las mujeres afganas. 'Los Estados Unidos deberían pagar royalties por la utilización publicitaria de los burkas. Aparentemente, uno de sus objetivos era la liberación de la mujer afgana'.

Ferlosio habló también de las innovaciones lingüísticas, tema que aparece en alguno de sus pecios o aforismos. 'El Diccionario se traga todo lo que le echen'. No está de acuerdo en que Lérida y Gerona sean ahora Lleida y Girona. 'El léxico es muy sufrido y lo aguanta todo'.

Ferlosio, que estuvo muy amable y paciente con los periodistas, no tuvo tiempo de comer; sólo, el postre. Le acompañaron sus amigos Félix de Azúa, Rafael Argullol, Carlos Trias, Javier Fernández de Castro y Juan Aranzadi, entre otros. Y estuvo, claro, la simpatiquísima Demetria, su mujer.

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