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Los desfiles de los disidentes elevan la calidad estilística

Schlesser, Verino y Del Pozo marcan líneas muy definidas

La primera jornada de los desfiles de los diseñadores disidentes que se han marchado de la Pasarela Cibeles y muestran sus colecciones por su cuenta discurrió ayer con euforia. En los tres modistas hubo aciertos, líneas muy definidas y una clara respuesta de calidad. En el Museo Nacional de Antropología de Madrid se vio a Ángel Schlesser primero y a Roberto Verino después. Cerró el día Jesús del Pozo en el Palacio de Cristal del Retiro.

Ángel Schlesser planteó una colección serena y ordenada donde hace gala de su saber de sastre. Hubo mucho negro sobre negro y negro sobre arena y marfil dentro de una actuación tan lineal como austera. Más que embarcarse en experimentos de riesgo, este modista se recrea en un dibujo de acentos verticales, muy estudiado, y donde está el poso de su gusto y sus preferencias: el lujo de la discreción y el halo protector de las materias nobles. Sus pantalones piratas de bajo inglés, las sutiles y nada descocadas transparencias, las faldas de botonadura delantera, la lentejuela tecnológica y los pantalones masculinos para ellas con raya de esmoquin, son algunos de los detalles de un desarrollo coherente y sin bulla, pero muy eficaz y que deja sentir un terminado impecable. Por primera vez aparecieron hombres en su desfile (coincidiendo con el lanzamiento de su fragancia masculina) en hechuras cuidadas. Traje blanco, traje azul marino o camisa violeta, todas las prendas eran apetecibles.

Un acierto más de Schlesser es el calzado experimental de Puma que usaron los chicos y la gabardina corta de ejecutivo milanés.

Roberto Verino se esmeró en un mensaje sin fronteras, inspirado en el mundo zíngaro. Hombres y mujeres agresivos y sensuales en un nuevo look que puede bautizarse como el macarra-chic. Y así aparecieron Samuele Riva o Iván Sánchez (ambos con monos-mascota al hombro), como estrafalarios truhanes de la legua, retadores a la vez que seductores. O como ellas, simbolizadas por una espléndida Nieves Álvarez. Hay que destacar del estilismo la joyería a base de monedas de plata y abalorios que se acoplan a la perfección con la idea de exhibición descarada.

Verino usó el cuero envejecido, y para ellos, las camisas bordadas con gallos de pelea o racimos de uvas. También esos gallos aparecieron bordados en la espalda de una maravillosa americana negra, con solapas recamadas de bordado en seda. Con eso se combina el vaquero lavado, la americana de denim o una sorprendente gabardina azul celeste. Había costuras a vista, piel a canto vivo y chorreras en las blusas de organza, ligando estilos en una fiesta no abundante de color, pero sí de intensidad. Faldas sueltas de ruedos irregulares y la raya diplomática sacada de contexto.

Jesús del Pozo, en el Palacio de Cristal del parque del Retiro, realizó un ejercicio depuradamente manierista sobre los ejes de su estilo, apoyado en un cuidadoso ejercicio de maquillaje que recordaba las lacas orientales. Del Pozo mostró interesantes estampados y pinturas que recuerdan el trazo violento y gestual de Hartung, y usó el lino y otros tejidos como si fuera una sofisticada papiroflexia resuelta a voluntad.

La gama fue tranquila, absorbida de la naturaleza, predominando el arena, el oliva y la tierra, haciéndose notar los ruedos sin remate con algún que otro corte vacilante. Tampoco fue usado con demasiada eficacia el tejido a lo Miyake.

La línea de Jesús del Pozo apunta al pantalón pirata estilo capri, y al final mostró su batería pesada con unos trajes de gran fantasía y economía de costura.

Un modelo de Ángel Schlesser para primavera-verano 2002.
Un modelo de Ángel Schlesser para primavera-verano 2002.C. YAGÜE

Protagonismo masculino

En contra de los criterios que esgrime la Pasarela Cibeles, la moda masculina cada vez adquiere más protagonismo en los desfiles. Cibeles sostiene que Madrid debe centrarse en el mercado femenino y que Barcelona se dedique a la ropa de hombre. Esta vieja idea ha rondado varias veces a instituciones y profesionales. Pero, en realidad, sucede lo contrario: cada vez hay más modelos masculinos en los desfiles mixtos. Por primera vez, Ángel Schlesser ha presentado un desfile de estas características y Roberto Verino ha dado prioridad claramente al hombre en su propuesta para la primavera-verano de 2002. Esto es el resultado de una doble respuesta al mercado y a las tendencias: cada vez los hombres gastan más en ropa y en algunos sectores sociales compiten con la mujer.

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