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Reportaje:

El idilio con el piano en España

Las escuelas están entre las mejores, los grandes intérpretes acuden a su cita, y el público abarrota las salas

Jesús Ruiz Mantilla

España siempre ha ejercido una extraña fascinación entre los grandes pianistas. Federico Chopin se encerró en Palma de Mallorca a componer; Franz Liszt realizaba giras por aquí cuando era un sex symbol de la interpretación, y más recientemente, en el siglo XX, Arthur Rubinstein o el gran Sviatoslav Richter recorrían en coche y en tren las ciudades, donde dejaban su hue-lla en conciertos inolvidables.El piano, a su vez, ha conquistado las sensaciones del público español, que en los últimos años llena las salas de conciertos cuando el reclamo es un buen intérprete del instrumento rey. El país vive un idilio con un objeto por el que cada vez hay más interés y del que se reclama más su estudio en los conservatorios y las escuelas superiores, que se están convirtiendo en una referencia en el mundo. Además, la élite de la interpretación mundial acude anualmente a su cita en los escenarios españoles después de haber sufrido un aislamiento en las últimas décadas del franquismo. Maurizio Pollini, Krystian Zimerman o Alfred Brendel siguen la senda de sus mitos en las ciudades grandes y pequeñas del país.¿El secreto? No seamos románticos. El secreto principal es el dinero. O más medios, según dice Paloma O'Shea, directora de la Escuela Reina Sofía, organizadora del premio que lleva su nombre, uno de los más prestigiosos del mundo, que se celebra cada tres años en Santander, y culpable en gran parte del desarrollo, la implantación y la educación de calidad del instrumento en España. "A partir de los años setenta ha habido más medios para formar una generación de chicos, de nuevos intérpretes que han podido estudiar fuera".

Por otra parte, sigue O'Shea, "la proliferación de buenos concursos. Aparte del nuestro está el María Canals, el Iturbi, el Pilar Bayona". Y, por último, "la consolidación de escuelas superiores de calidad". Ahí se incluyen desde las públicas, como el conservatorio superior de Madrid, desde cuya cátedra Joaquín Soriano, por ejemplo, ha hecho milagros, hasta las privadas, como la Frank Marshall de Barcelona, cantera de Alicia de Larrocha, una de las grandes figuras mundiales del piano, o como la Reina Sofía, que ha formado a intérpretes españoles y de todo el mundo. Ahí está el caso de Arcadi Volodos, de 25 años, ruso, residente en España y llamado a ser uno de los grandes del futuro. Eso sin olvidarnos de otros nombres españoles, como Marta Zabaleta, Miguel Ituarte, Enrique Bagaña, Jesús Gómez o Miguel Baselga, que dan sus primeros brillantes pasos de carrera.

"De ser un país con flores en el desierto de la interpretación, como podían ser Alicia de Larrocha, Pau Casals o Alfredo Kraus, estamos empezando a ser una selva virgen con muchas figuras", vaticina O'Shea.

Pero aún falta camino por recorrer. Lo dice Dimitri Bashkirov, uno de los profesores de piano más prestigiosos del mundo, que desde hace nueve años vive en España, donde enseña en la Escuela Reina Sofía. Bashkirov, hombre exigente, de sonrisa fácil, mucho verbo, pero pocas bromas, se queja: "Hoy, la situación es mejor que hace nueve años, pero el problema principal era el mismo entonces que ahora. Es la base deficiente no sólo en la utilización de los dedos, sino también en la comprensión del instrumento, el análisis de la técnica, la concepción musical pobre, la escasa y estrecha visión que tienen los jóvenes de las obras. Quizás se enseña mucha agilidad, pero poca plástica, y esto, en los cursos magistrales que duran un año, se tiene que dominar, si no se pierde el tiempo".

Bashkirov es uno de los ejemplos de que España se ha convertido en un importante foco mundial del instrumento. Él ha formado a Volodos, por ejemplo, y han trabajado juntos en España, pero cree que, más que el país, son los profesores los que arrastran. "Volodos vino aquí porque estoy yo, lo mismo que un gran talento italiano, Alessio Bax, que ha ganado el último concurso de Leeds, del que yo era jurado; se ha formado en Dallas , sólo porque allí daba clase Joaquín Achúcarro y quería estudiar con él".

Eso por lo que se refiere a la enseñanza. Desde el punto de vista del intérprete, Rosa Torres Pardo, pianista española ya consagrada, ve también con buenos ojos el futuro. "Hay mucho más público que antes, más ciclos, más oferta, repertorios más arriesgados y gente más entendida". La intérprete, que la próxima semana presenta un disco con las Goyescas de Granados, ha tenido tiempo de comprobarlo por sí misma en las 45 actuaciones anuales que realiza en España. Uno de los secretos de crear afición es presentar un repertorio atractivo, según Torres Pardo. "A mí me gusta estrenar obras contemporáneas, pero soy consciente de que debo mezclarlas en los programas con Beethoven o Chopin, porque todavía se hace duro escuchar piezas recientes".

También la pianista sabe que es más fácil llenar una sala si se da un concierto con piano y orquesta que si se presenta ella sola en un recital, aunque la artista prefiera esto último: "En los conciertos, el público disfruta más con sonidos diferentes y una mayor espectacularidad, pero yo me fío más de mí cuando actúo sola".

Por esto último, por el hecho de que los conciertos atraen más a priori, es asombroso el mérito de los ciclos de solistas, que en Madrid, por ejemplo, tienen un éxito sorprendente. Antonio Moral, hombre amante de las emociones fuertes y cierto aspecto de Quijote cachondo, alto, delgado, de barba blanca y sin armadura, es el responsable de que todos los años, desde hace siete, se organicen en la sala grande del Auditorio Nacional -2.200 localidades- ocho actuaciones individuales para las que cuelga el cartel de "no hay entradas".

Obviamente, el hecho de que sean los mejores intérpretes del mundo los que acuden a la sala ayuda. "Todo empezó por casualidad, como salen a veces estas cosas", relata Moral, director de la revista Scherzo. "Hace siete años buscábamos una actuación de máximo nivel para conmemorar el décimo aniversario de la revista. Queríamos traer a Richter, que nos dio una fecha que no cuadraba; a Pollini, que nos dio otra que tampoco venía bien; luego probamos con Zimerman, Maria João Pires y Alicia de Larrocha. Total, todos nos dieron fechas distintas, pero nos las dieron. Dije: 'Tenemos cinco días diferentes. Vamos a organizar un ciclo".

Y así, hasta hoy, Moral ha conseguido que cada año o cada dos años, si se abre un poco el abanico, caigan por Madrid los mejores del mundo. "Conseguimos que Richter, que no actuaba en Madrid desde hacía años, lo hiciera, y Pollini, Ashkenazy o Brendel, que llevaban 20 o 30 años sin aparecer, vinieran y ahora Madrid sea una plaza inexcusable para ellos, como lo es Berlín, Viena, Múnich, Londres, Amsterdam o Nueva York".

"Un rollo mítico"

Una de las claves es la fascinación que ejercen el instrumento y sus intérpretes. "El piano suena como una orquesta, es el rey. Los pianistas son como los grandes cantantes, estrellas, divos, niños mimados de la afición que también crean división de opiniones, como lo hacían Rubinstein, Horowitz, tienen un rollo mítico, son extravagantes", cuenta Moral. A menor nivel que su ciclo, pero de forma estable en España, también se desarrollan ciclos en ciudades como Oviedo, Sevilla, Zaragoza, donde es fácil ver a los mejores. José María Prat, manager de muchos ellos en España a través de su agencia Ibercámara, cuenta por qué prefieren esta plaza. "España es un país pianístico de tradición. Cuando veo ahora a Daniel Baremboin -auténtico hipnotizador de audiencias que se rinden a sus pies en España, por otra parte-, veo la senda que iniciaron Rubinstein o Richter, para mí el más grande, hace 30 años con sus giras". La costumbre existe; a Pollini, a Pires, a Brendel les gusta el público, la comida, visitar los museos de Madrid y Barcelona. Prat les pone el caramelo en la mano. Les dice: "Fuera avión, vamos a organizar giras en coche". Y les convence. "El avión es lo que ha cambiado las giras, lo que les ha quitado su encanto", asegura. "La península Ibérica, que es como yo concibo el circuito, España y Portugal, es como un pequeño continente para ellos".

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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