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La obra de Tomás Campuzano se documenta en dos exposiciones

Primera monografía sobre el pintor de paisajes y puertos

La obra artística de Tomás Campuzano y Aguirre (Santander, 1857-Becerril de la Sierra, Madrid, 1934) se expone hasta el 7 de enero en las salas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid (Alcalá, 13), y de la Calcografía Nacional. Organizada por la Fundación Marcelino Botín, de Santander, la muestra forma parte de la recuperación y divulgación de figuras vinculadas a Cantabria.

El comisario de la exposición, Juan Carrete, director del Centro Conde Duque, del Ayuntamiento de Madrid, y asesor de la Calcografía Nacional, ha seleccionado 48 óleos, 46 estampas, cuadernos de apuntes y libros ilustrados, procedentes de museos, coleccionistas y familiares del artista, para situar a Campuzano como uno de los máximos difusores del paisaje moderno en España y un creador de láminas artísticas al aguafuerte.La catalogación ha permitido restaurar obras, identificar algunas piezas - como una marina y una colección de 12 aguafuertes originales, del Ateneo de Madrid- y exponer otros aspectos singulares, como sus cuadernos de apuntes en sus viajes por Inglaterra, Francia, Países Bajos, Alemania y Cuba; los dibujos realizados como corresponsal artístico al Canal de Panamá por La Ilustración Española y Americana; las ilustraciones para El Estudiante. Cuento serrano, que no se llegó a publicar, y sus materiales de teatro, como telones y escenografías.

Juan Carrete comentó en la presentación de las exposiciones la "paradójica personalidad y extravagante biografía" de Tomás Campuzano, educado en una familia progresista, su padre ingeniero de ferrocarriles, que tras verse obligado a estudiar Derecho y ser funcionario del Estado deja todo y se dedica a la pintura "dentro de las coordenadas de la España de la Restauración".

En la pintura de Campuzano se traduce, en el tratamiento del paisaje, "una enorme nostalgia, en un análisis positivo y romántico para que el progreso no modifique la naturaleza". El artista es, según Carrete, "un precursor de los ecologistas, que quiere ver España como un parque natural".

El montaje de los numerosos paisajes realizados por Campuzano, como los reunidos de Becerril de la Sierra, permite seguir las enseñanzas de su maestro Carlos Haes y los argumentos idílicos que aportaban los plenairistas, los que realizaban la pintura plen-air, como se puede apreciar también en fotografías. En algunos casos lleva a idealizar y a inmovilizar el paisaje, como ocurre con las vistas de puertos, donde los barcos siguen siendo de vela y suprime los de vapor, de acuerdo con los gustos de la burguesía comercial.

En la Calcografía Nacional se muestra su faceta más conocida como grabador, siendo en 1893 administrador de esta institución y en 1920 director de la Escuela Nacional de Artes Gráficas. También se relacionó con el Círculo de Bellas Artes y el Ateneo de Madrid. En el montaje aparecen las vistas del Cantábrico y de Madrid, como ejemplos de la estampación artística. El catálogo ha servido para publicar la primera monografía de Campuzano y catalogar su obra gráfica y la pintura localizada, junto con estudios de Luis Sazatornil Ruiz, Pedro Aullón de Haro, Manuela Alonso Laza, Jesusa Vega y Juan Carrete.

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