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Francisco Rico elogia 'El Quijote' como la primera novela "dicha en lenguaje doméstico"

La Real Academia Española rinde cuenta de sus proyectos a la Fundación pro RAE

Cervantes no escribió El Quijote; lo dijo, lo narró de una forma natural, muchas veces incorrecta gramaticalmente, usando un lenguaje limpio, doméstico, rutinario. Ésa fue su gran revolución realista, que Lope y su tiempo no pudieron entender. Así lo dijo ayer Francisco Rico en la Academia ante los patronos y benefactores de la Fundación pro RAE. Fue una conferencia provocadora y estimulante que sirvió para animar este acto anual en el que la Academia explica sus proyectos a la fundación que aporta el 60% de los fondos con los que se fija y se limpia el idioma.

Rodeado por un par de decenas de colegas y por un centenar de patronos y miembros benefactores (hay 1.600 en total), Francisco Rico dejó ayer de piedra a la pétrea casa de las palabras al empezar su conferencia con esta frase: "Miguel de Cervantes nunca habría ganado el Premio Cervantes ni ingresado en la RAE". Un arranque provocador, sin duda, que fue contestado al final con ironía por Víctor García de la Concha, director de la Academia, que agradeció a Rico la lección diciendo: "Cervantes la hubiera seguido divertido, pero es seguro que si la RAE hubiera existido entonces no habría tenido diferencias con él. Primero, porque él estuvo en el Parnaso y, segundo, porque la Academia, como se vio en el caso de Pío Baroja cuando entró aquí en zapatillas, de zapatillas o con zapatillas, siempre acoge bien a los que andan a vueltas con la gramática".Lo de las zapatillas venía a cuento porque Rico había acabado su conferencia con estas palabras: "Cervantes revoluciona la ficción concibiéndola no en el estilo artificial de la literatura, sino en la prosa doméstica de la vida. Pidió las llaves como pudo pedir las zapatillas". Este final tan cómico venía a su vez a cuento porque Rico había titulado su discurso Pidió las llaves a la sobrina del aposento, un ejemplo entre cientos de una frase del Quijote que hoy día sería considerada ambigua, incorrecta o simplemente ignorante, lo cual explica también, por su parte, el arranque furioso que negaba a Cervantes cualquier posibilidad de ganar el Cervantes. Un poco confuso, pero todo, en realidad, fácil de entender.

Valentía

Rico reivindica la valentía de Cervantes, su capacidad para escapar de las normas de la escritura y para captar el lenguaje vivo de la calle, creando así un realismo nuevo que inventa la novela moderna. Las numerosas incorrecciones lingüísticas, que Lope y otros popes de la época juzgaban como la obra de un poeta malo, trasnochado, estrafalario, capaz de perpetrar "versos que parecían huevos estrellados mal hechos", son, para Rico, una enorme aportación de Cervantes a la ficción en prosa, su forma de atrapar la experiencia común metiéndola en la literatura, el mejor modelo de su mirada "familiar, corriente y moliente".

Esa frase, Pidió las llaves a la sobrina del aposento, encierra para Rico toda la ambigüedad no deseada del Quijote, pero también muestra la compleja actitud de Cervantes ante la literatura, que "creó, amó y desdeñó en igual medida". Cervantes quiso ser original en un mundo literario estricto y canónico, y, sin sacralizar lo literario, ensayó nuevos caminos sin salirse de su doble ambición: cumplir con sus ideales estéticos a la italiana y lograr publicar libros de entretenimiento. Todo eso, dice Rico, convierte a Cervantes en un disidente, en un proscrito que no encontró colega que le escribiera los poemas laudatorios que entonces eran los prólogos, y que huyó de "la literatura de la literatura, la literatura como ostentación de un saber cuyo prototipo eran las aulas de los jesuitas".

Al revés, Cervantes creía en una literatura de la verdad, de la experiencia y de la vida, una literatura abundante en casos estupendos, no ajena siquiera al prodigio, pero atenida fundamentalmente al criterio de la verosimilitud; una literatura amena y ejemplar escrita "a la llana", para que "el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie ni el prudente deje de alabarla".

Por eso Cervantes no dudó en volcar la lengua hablada en El Quijote, un libro que para Rico no está tanto escrito cuanto dicho: "Cervantes no utilizaba sino rarísimamente los signos de puntuación, ni dividía el texto en párrafos: dejaba correr la pluma como si fuera la voz, sin reparar en las pautas que a nosotros nos impiden poner sobre el papel lo que no se puede puntuar. El discurso le brotaba libérrimamente como en la charla diaria: con una orientación, con un horizonte de temas que tocar, pero sin prever unos moldes que le den siquiera una primera forma; cambiando de rumbo y de acento cada vez que una ocurrencia cruza por la cabeza; introduciendo las palabras a medida que se presentan al espíritu y según la jerarquía con que se presentan, no según las categorías gramaticales y retóricas características de la escritura, ni menos aún de la imprenta". O sea, que pidió las llaves como pudo haber pedido las zapatillas.

Hacia el consenso y el mundo virtual

Era la última sesión de Juan Ángel Rojo, presidente de la Fundación pro Real Academia, constituida en 1993 bajo la presidencia de honor del Rey y con el apoyo económico de empresas públicas y privadas. Los estatutos dicen que el presidente debe ser el gobernador del Banco de España, y Rojo termina su mandato en julio de este año. Por eso el acto tuvo cierto carácter sentimental, que el gobernador trató de bajar de tono hablando de números. La fundación tiene a día de hoy unos fondos de más de 2.000 millones de pesetas frente a los cerca de 1.000 reunidos en 1993. En estos siete años la fundación ha aportado a la Academia 725 millones, y este año serán 125.Víctor García de la Concha agradeció la ayuda de Rojo y su dedicación y luego rindió cuentas de los proyectos y objetivos para los próximos años. La consigna, ya se sabe, es estrechar lazos con las 21 academias americanas y adaptarse a las nuevas tecnologías.

El mejor símbolo de lo primero es la Ortografía, que ha vendido ya 300.000 ejemplares y de la que el presidente Zedillo ha decidido editar un millón de copias en México para que las usen los maestros de primaria.

Al mismo tiempo, De la Concha destaca el crecimiento del Banco de Datos del Español, que cuenta ya con 140 millones de registros de los 150 previstos. Parece que se terminará este año. Para el otoño de 2000 se prevé también que esté listo el nuevo Tesoro lexicográfico de la lengua española, que se editará en formato digital (DVD) y contendrá cerca de 200 diccionarios, desde el de Nebrija hasta los de hoy.

Por cierto, que la Academia ultima ya la 22ª edición del Diccionario de la RAE, que está previsto presentar en el otoño de 2001 durante el Congreso de Valladolid, que sucede en el tiempo al de Zacatecas. Será una edición "muy remozada, con muchos más americanismos y bastante más español de hoy".

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