Muere el pintor Alberto Gironella, una de las grandes figuras del arte mexicano
El artista formó parte de la generación que se rebeló contra la estética de los muralistas
La muerte del pintor Alberto Gironella, a los 70 años, uno de los artistas mexicanos contemporáneos más importantes, fue comunicada ayer a los medios de comunicación por su familia, después de cumplir su última voluntad de ser cremado en una ceremonia totalmente privada en Ciudad de México. El artista vivía recluido desde hace años en su casa del Valle Bravo, aquejado de una grave enfermedad. Gironella perteneció al grupo de pintores que se rebeló contra las imposiciones estéticas de los muralistas de su país y optó por un lenguaje personal cercano al surrealismo.
Corpulento y apasionado, capaz de defender sus ideas con contundencia y también con hábil saber, amante incondicional del arte y la literatura, Alberto Gironella mantuvo una estrecha relación con España, donde expuso en varias ocasiones y donde encontró muchos de los grandes motivos y estímulos para su trabajo. Los toros, Cervantes, el barroco español y Goya se cuelan en gran parte de su obra, donde también están presentes el pasado intenso de su país, la riqueza de sus culturas y una visión crítica de la realidad heredada, según él, del caudillo revolucionario Emiliano Zapata. Todo ello expresado con un vocabulario plástico plagado de metáforas sugerentes e imaginativas.Nacido en México en 1929, de madre yucateca y padre catalán -un republicano exiliado en México-, Gironella perteneció a la generación de artistas que durante los años cincuenta y sesenta tuvieron que librarse de la pesada y grandilocuente herencia del muralismo de Siqueiros, Orozco y Rivera.
Rebelión individual
Junto a otros artistas de su generación encabezan una rebelión estética, apoyados en la plataforma de la galería Prisse, creada en 1952. Acusados por Siqueiros de "agitadores trotskistas", salieron adelante pese a las fuertes críticas y dificultades de una política proteccionista del Gobierno hacia lo que consideraba sus pintores oficiales. Junto a Gironella, estuvieron José Luis Cuevas, Pedro Coronel, Vicente Rojo y Manuel Felguérez, entre otros. No hubo imposiciones ni reglas, cada uno buscó un camino individual.El de Gironella tuvo pronto un inesperado defensor. Cuando André Breton vio la primera exposición individual del mexicano en París, en 1961, exclamó entusiasmado: "¡Es magnífico! ¡Es la demostración de que el surrealismo no ha muerto!" Un par de años antes había ganado el primer premio de la Unión Mediterránea de Arte en la I Bienal de Jóvenes en la capital francesa.
El mundo de Gironella era un abigarrado universo fantástico donde cabían todo tipo de objetos y de imágenes en composiciones que iban desde la escatología al delirio. Aficionado al collage, tenía el ojo entrenado en descubrir objetos y reunirlos. Entre sus creaciones particulares figuraban, por ejemplo, los sobres negros que eran, en efecto, sobres negros con sellos cuidadosmaente elegidos, una etiqueta con el nombre del destinatario y un contenido imprevisible de recortes e imágenes. "Soy un escritor frustrado", afirmó en una ocasión, y no había dudas al respecto. Para muchos su obra rezuma el hálito de Valle Inclán, Gómez de la Serna, Cervantes y Quevedo. Tuvo una estrecha relación con Octavio Paz, a quien parecía unir una trayectoria paralela. El Nobel mexicano consideraba a Gironella, junto a Francisco Toledo, uno de los dos mejores pintores mexicanos.
Expuso con frecuencia en España, donde residió durante algún tiempo. En 1977 presentó La vuelta del indiano, una muestra donde interpretaba El sueño del caballero de Antonio de Pereda en una visión superpuesta del amor y la muerte, encarnada en la figura de la india Malinche, ángel-mujer y amante de Hernán Cortés. Las salas de la Biblioteca Nacional de Madrid acogieron una antológica de su obra. Fueron frecuentes también las ilustraciones que hizo para diversos libros, como Terra Nostra, de Carlos Fuentes, una edición de textos de Bergamín titulada México mágico y prodigioso y, del mismo autor, La música callada del toreo.
Una de las últimas exposiciones de Aberto Gironella, Pelo y pluma, se exhibió hace dos años en Zacatecas, en el marco del I Congreso de la Lengua Española. El artista expuso también en Estados Unidos, Francia, Japón, Brasil, Argentina e Italia.
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