Randy Weston, casi un homenaje
Randy Weston es una asignatura especialmente obligatoria cuando de celebrar el centenario del nacimiento de Duke Ellington se trata. El Colegio Mayor San Juan Evangelista tiene muy en cuenta estos detalles y contó con él para inaugurar el curso.Weston es una eminencia en el tema, uno de los pocos que puede rendir un doble homenaje inspirándose en el pianismo puro del maestro y evocar, al mismo tiempo, el mundo complejo, singular y enigmático de su orquesta. Así, el primer cuarto de su concierto versó sobre origen, vigencia y futuro de la ellingtonia. Weston quiso cubrirlo en solitario para modelar texturas casi tangibles sobre un popurrí compuesto por piezas célebres y ocultas del inagotable repertorio del Duque. El resultado fue un alarde de poder descriptivo en el que se solapó el entusiasmo contagioso con la profundidad reflexiva, todo bajo una perspectiva absolutamente personal.
Para hacer justicia a Ellington conviene saber que era un músico-pintor a quien le gustaba explorar los límites de las tesituras de los instrumentos para ofrecer soluciones tímbricas de fantástica plasticidad. Weston lo sabe y en consecuencia su música también se puede escuchar y ver. La audiencia estaba embelesada contemplando esos imponentes acordes que sonaban a campanazos festivos cuando, a la llamada de C jam blues, se le unió el peculiar contrabajista Alex Blake.
A partir de ahí, el último concierto de Randy Weston empezó a parecerse más de lo deseable a anteriores conciertos de Randy Weston. Como es habitual, Blake abrazó su contrabajo muy abajo, casi a la altura de las escotaduras, y empezó a rasguearlo frenéticamente como si fuese un charango gigantesco. La sorpresa inicial que dieron sus manos de acero se fue ahogando en su propia reiteración. En la misma línea, las intervenciones de su compañero Neil Clarke, sin duda un estupendo percusionista, se hicieron largas, y tampoco pasará a los anales ninguno de los solos de Talib Kibwe, saxofonista apenas correcto que no anda sobrado de ideas. Weston siguió proporcionando alegrías desde el piano.
Babelia
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