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Reportaje:

El 'gran desconocido' Mark Tobey llena el Reina Sofía con 128 cuadros

El Museo Nacional Reina Sofía inauguró ayer una retrospectiva del pintor Mark Tobey (1890-1976), con 128 cuadros del pionero de la abstracción americana. En la tercera planta se han reunido, hasta el 12 de enero, las pinturas de Broadway de 1935, las series meditativas de los cincuenta, las tintas sumi, los grandes lienzos de los sesenta y setenta y los trabajos figurativos.Del pintor estadounidense Mark Tobey hace un par de años pudo contemplarse una pequeña muestra en la lamentablemente desaparecida galería madrileña de Jorge Mara. Naturalmente lo que se nos presenta ahora es una amplia retrospectiva, que recoge obras representativas de todas las etapas de una dilatada trayectoria artística, cuyas primeras manifestaciones interesantes tuvieron lugar en la década de los 20 y que continuó, durante más de medio siglo, hasta casi el momento mismo de la muerte del artista, ya octogenario avanzado. Los comisarios de esta retrospectiva han sido Kosme María de Barañano y Matthias Bärmann, que han logrado reunir para la ocasión 128 obras.

Pionero

Mark Tobey fue uno de los más destacados pioneros de la modernización del arte americano ya en el periodo de entreguerras, pero desempeñó un papel crucial cuando inició, hacia 1935, un estilo caligráfico, de carácter no figurativo y fuerte influencia oriental, lo que adelantó, en cierto modo, la pintura gestual del expresionismo abstracto, surgida unos diez años después, y, en especial, la de Pollock. La sensibilidad y las maneras de ambos eran, no obstante, diametralmente opuestas, lo que, al triunfar apoteósicamente el segundo como el mayor heraldo de la llamada, a partir de la década de los 50, Escuela de Nueva York, el primero quedó condenado, si no al ostracismo, a ser relegado como una curiosidad de segunda fila por los propios medios críticos americanos. Muy distinto fue el tratamiento recibido por Tobey en Europa, cuando triunfaba el informalismo, pero eso acentuaba más la desconfianza en su propio país.La pintura de Tobey es de marcado sentido religioso, inspirada en el culto oriental Baha'i, que demanda la concentración meditativa y el ensimismamiento. Es sutil y refinada, de una espontaneidad nada mecánica y, aún menos, violenta; vamos: en las antípodas del expresionismo. Posee la delicadeza y el ritualismo de un Wols o un Michaux, cuyas respectivas caligrafías sugieren más que descargan. Aunque la obra de Tobey más reproducida y popular es la de la serie de la escritura blanca, su trayectoria fue muy rica en incidencias, como se podrá comprobar en esta retrospectiva, que incluye hasta los grandes formatos del artista. Me parece muy acertado llamar la atención sobre Tobey, no sólo por su importancia en la pintura europea de los años 40 o 50, sino porque se trata de uno de esos artistas, cuyo valor y significación serán reivindicados en un futuro próximo a la altura que merece.

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