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FERIA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA

Para honrar a Sant Dionís

Para celebrar la festividad de Sant Dionís y honrar la gracia de su patronazgo, las autoridades concertaron feria, los contratistas corrieron toros, los novios obsequiaron pañoladas de piulets y trons de Bac que son golosinas, los toreros si pusieron a pegar derechazos, las gentes a pedir orejas, la banda a tocar pasodobles hasta quedar exhausta.Sant Dionís, que se dice como en español pero sin o, y el pueblo llano pronuncia sin i, es en Valencia el patrón de los enamorados y señala el día solemne de la Comunidad Valenciana. O sea, casi nadie. De manera que el día de Sant Domís es jornada de júbilo, vale todo, alegría, alegría, y si un presidente se pone serio y no regala orejas, se la puede ganar.

Valdemoro/ Blázquez, Carrión,Soler

Cinco toros de Amparo Valdemoro y 4º de Mercedes Pérez Tabernero bien presentados, cornalones, flojos; poca casta, manejables en general. Víctor Manuel Blázquez: estocada corta caída (palmas); estocada -aviso- y dobla el toro (petición y dos vueltas). Manolo Carrión: pinchazo, estocada desprendida perdiendo la muleta y rueda insistente de peones (aplausos); estocada corta trasera caída (escasa petición, aplausos y salida al tercio). Soler Lázaro: estocada (petición y vuelta); estocada (vuelta por su cuenta).Plaza de Valencia, 9 de octubre.1ª corrida de feria. Media entrada.

Al presidente de la corrida, que se llama Constantino González, lo abroncaron y lo insultaron por no regalar orejas y, a diferencia de algún presidente de la plaza de Las Ventas, no envió guardias al tendido ni consta que mandara detener a nadie. Aguantó la bronca,soportó los improperios, y aquí paz, después gloria. Pelillos a la mar. En cuanto sonaba el clarín y salía el siguiente toro, ya nadie se acordaba de nada. Podría apostarse que ni siquiera de la faena aclamada. Porque las aclamadas faenas no lo eran tanto como podría deducirse de los arrebatos orejistas. Antes, bien las faenas transcurrían en medio de un silencioso conformismo. Se ponían los toreros a pegar derechazos con la generosidad que inspira Sant Donís, patrono y enamorado, y únicamente al engendrar el de pecho que abrocha tandas se oían olés, venían aplausos.

No es que carecieran de mérito las faenas : lo tenían. Y no sólo porque los toros, bajos de casta, escasos de fuerza, reducían sus embestidas a media arrancada y por tanto ponían en riesgo la integridad fisica de los diestros. También porque sacaron trapío e imponían respeto.

Toros de trapío, serios y cornalones a la manera de los que corrieron en honor de Sant Donís no han solido verse esta temporada. Hubo varios ejemplares de aparatosa arboladura que se acercaban a la barrera, asomaban por encima los cuernos y eran la envidia de alguno.

Los espadas de la terna se midieron pundorosos con estos toros y si no añadieron primores estéticos a su voluntad de agradar, tampoco sería justo reprochárselo. Las musas ya se sabe que son esquivas y no siempre acuden a la llamada del arte. Y, además, a otros con mayor vitola y cartel les ocurre lo mismo, con la diferencia de que toros serios y cornalones no se los encuentran delante nunca, jamás.

Delante los tuvo Víctor Manuel Blázquez y tiró de repertorio en las suertes de capa; lanceó por verónicas, navarras, chicuelinas y delantales; banderilleó eficaz. Y en los turnos de muleta se jugó el tipo. Al iniciar de rodillas su primera faena recibió tal derrote que de poco le vuela la cabeza. No le arredró la agresión, y tanto en ese toro como en el cuarto ensayó con excelente disposición de cites y distancias los derechazos y los naturales.

Derechazos y naturales los estuvo instrumentando alternativamente Manolo Carrión con diversa fortuna. Los cambios de uno a otro pitón fueron continuos y el número de tandas que dio resultó excesivo, pero entre el marasmo de pases logró varios de buena factura, y entonces el público se intercambiaba albricias.

Soler Lázaro, que recibió al sexto con una larga, cambiada y también entró a quites, banderilleó sin acierto y no consiguió acoplarse con ninguno de los de su lote, aunque valor no le faltó y se los pasó cerca.

. Acabó la función y la banda atacó Pan y toros, que en Valencia es lo tradicional. Antes de empezar había interpretado el solemne Himno Regional, que hacía honor a Sant Dionís y a la diada. El público lo escuchó puesto en pie. Y algunos no pudieron contener la emoción al entonar, molto vivace, la última estrofa: i Visca Valensia!... i Visca, vísca, visca!

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